parpadea Tú y yo en una cama ¡allí estamos! observando
las paredes blancas —dos perfiles que se continúan— ayudados
por la luz de la calle y por la luz de nuestros corazones fríos
que se niegan a morir
IN SOME ENORMOUS DRY PLACE, 1949
You and I comfortably dressed observing the straight line
while clouds race through the sky like in the movie
you sometimes dream of making You and I childless observing
the straight line between two yellows which were once
the yellow mass and we’ll never know what the hell they’ll
turn into (nor do we care!) You and I in a rented house
sitting by the bay window the truth is you say I could
cry all afternoon the truth is I’m not hungry and yes
I’m a little scared of getting drunk again sitting by
a tall bay window, right? while behind us
birds jump branch to branch and the kitchen light
flickers You and I in a bed, there we are! observing
the white walls — two silhouettes that carry on — assisted
by the light of the street and by the light of our cold hearts
that refuse to die
LA SUERTE
Él venía de una semana de trabajo en el campo
en casa de un hijo de puta y era diciembre o enero,
no lo recuerdo, pero hacía frío y al llegar a Barcelona la nieve
comenzó a caer y él tomó el metro y llegó hasta la esquina
de la casa de su amiga y la llamó por teléfono para que
bajara y viera la nieve. Una noche hermosa, sin duda,
y su amiga lo invitó a tomar café y luego hicieron el amor
y conversaron y mucho después él se quedó dormido y soñó
que llegaba a una casa en el campo y caía la nieve
detrás de la casa, detrás de las montañas caía la nieve
y él se encontraba atrapado en el valle y llamaba por teléfono
a su amiga y la voz fría (¡fría pero amable!) le decía
que de ese hoyo inmaculado no salía ni el más valiente
a menos que tuviera mucha suerte
LUCK
He was coming back from a week of work in the country
at the home of a real asshole and it was December or January,
I don’t remember, but it was cold and on arriving in Barcelona the snow
began to fall and he took the metro and rode to the corner
where his friend lived and called her on the phone so she’d
come down and see the snow. A beautiful night, without a doubt,
and his friend invited him to have a cup of coffee and then they made love
and talked and much later he was asleep and dreamt
he was arriving at a house in the country and the snow was falling
behind the house, behind the mountains, the snow was falling
and he found himself trapped in the valley and calling his friend
on the phone and the cold voice (cold but friendly!) told him
from this immaculate grave not even the bravest could leave
unless he were very lucky
NUEVE POEMAS
NINE POEMS
Procura no dormir, Roberto, me digo . . . Aunque el sueño te cierre
los párpados, procura no quedarte dormido . . . Recuerda imágenes felices,
los cromos de México D.F., los poetas de hierro en el Café La Habana . . .
Pero no te duermas . . .
No dejes que el sueño cierre la puerta . . . Piensa en películas de terror: Freddy,
Jason, Norman, ¡el Demonio! . . . Pero no te duermas . . . Piensa en Drácula,
en Frankenstein, en el Doctor Sinuoso . . . Las sombras que recorrían
los párpados de aquella muchacha . . . Tirada sobre un sofá-cama . . . Y sólo
un biombo de seda la separaba de los Ojos . . . Recuerda adolescentes vagando
por los alrededores de Guadalupe: los tacos de carnita, el manto
de Juan Diego, los implorantes de rodillas . . . ¿Qué hacías allí? Mirabas . . .
El tráfico de mota, los autobuses repletos, las tiendas de electrodomésticos,
los bares . . . Como entonces, haz un esfuerzo y vence al sueño . . . No dejes
que las sombras cierren (o abran) las puertas . . .
Try not to sleep, Roberto, I tell myself . . . Even if sleep closes your
eyelids, try not to stay asleep . . . Remember happy images,
Mexico City trading cards, the iron poets in Café La Habana . . .
But don’t fall asleep . . .
Don’t let sleep close the door . . . Think of horror flicks: Freddy,
Jason, Norman, the Devil! . . . But don’t fall asleep . . . Think of Dracula,
of Frankenstein, of the Crooked Doctor . . . Shadows traversing
the eyelids of that girl . . . sprawled on a sofa bed . . . And only
a silk screen between her and the Eyes . . . Remember teenagers wandering
Guadalupe’s outskirts: tacos de carnita, Juan Diego’s
cloak, beggars on their knees . . . What were you doing there? You were watching . . .
Pot dealing, packed buses, appliance stores,
bars . . . Like you did back then, make an effort and defeat sleep . . . Don’t let
the shadows close (or open) the doors . . .
La muerte es un automóvil con dos o tres amigos lejanos. Rostros
que no puedo olvidar: cerúleos, fríos, a un paso tan sólo del atardecer.
La muerte es un automóvil en marcha por las avenidas de Ciudad de México
buscando inútilmente tu casa: una estela de carbón, una cola de
carbón, unos dedos de carbón que se hunden en la oscuridad. La muerte
son los labios de R. B. y L. J. en el asiento posterior de un pesero: ahora sé
que de esas avenidas no escapa nadie. Te lo dejo como prenda:
el final de mi infancia.
Death is an automobile with two or three distant friends. Faces
I can’t forget: cerulean, cold, just one step away from dusk.
Death is an automobile out driving the avenues of Mexico City
uselessly searching for your house: a carbon trail, a carbon
tail, carbon fingers sinking into darkness. Death
is R.B. and L.J.’s lips in the backseat of a minibus: now I know
no one escapes those avenues. I’ll leave it as collateral:
the end of my childhood.
La vi caminar calle abajo. El viento pasaba por encima de ella: movía
las hojas de los árboles y la ropa tendida, pero su pelo parecía
el de una estatua. Calle abajo, con pasos regulares, en línea recta
hacia el azul del cruce. Luego ya no la vi más. Cerré los ojos y recordé
a una muchacha tirada sobre una estera en el rincón de un cuarto
oscuro, como un garaje . . . Hola, dije, acabo de llegar y no conozco a nadie
en este pueblo encantador . . . El viento golpeó la puerta, removió las ventanas:
su sombra, como una peonza, se perdió en el cruce, imperturbable. Sólo entonces
me di cuenta de que había llegado a la Ciudad Fantasma. Helado, cerré
los ojos y volví a verla . . . Reina de los reflejos . . . Reina de las calles que descienden . . .
I saw her walking down the street. Wind passed over her: it was moving
the leaves on the trees and the hanging clothes, but her hair looked
like a statue’s. Down the street, with steady steps, in a straight line
toward the blue of the crossroads. Then I didn’t see her anymore. I closed my eyes and remembered
a girl sprawled on a straw mat in the corner of a dark
/>
room, like a garage . . . Hello, I said, I just got here and I don’t know anyone
in this charming village . . . Wind knocked at the door, shook the windows:
her shadow, like a spinning top, got lost in the crossroads, unfazed. Only then
did I realize I’d arrived in Ghost City. Frozen, I closed
my eyes and saw her again . . . Queen of reflections . . . Queen of descending streets . . .
En coches perdidos, con dos o tres amigos lejanos, vimos de cerca
a la muerte.
Borrachos y sucios, al despertar, en suburbios pintados de amarillo,
vimos a la Pelona bajo la sombra de un tenderete.
¡Qué clase de duelo es éste!, gritó mi amigo.
La vimos desaparecer y aparecer como una estatua griega.
La vimos estirarse.
Pero sobre todo la vimos fundirse con las colinas y el horizonte.
In lost cars, with two or three distant friends — we saw
Death up close.
Drunk and dirty, waking up, in yellow-painted suburbs,
we saw Death in the shade of a market stall.
What kind of match-up is this! my friend shouted.
We saw Her disappear and appear like a Greek statue.
We saw Her stretch.
But mainly we saw Her melt away into the hills and the horizon.
Cada día los veo, junto a sus motos, en el otro lado del río.
Con buen o mal tiempo ellos siempre están ahí, confabulando
o jugando a ser estatuas. Bajo las nubes y bajo las sombras:
nunca cambian. Esperan y desesperan, dicen las viejitas en este lado
del río. Pero se equivocan: nada esperan, su serenidad metálica
es la bandera secreta de su pueblo.
I see them every day, with their motorbikes, on the other side of the river.
In good weather or bad they’re always there, plotting
or pretending to be statues. Beneath the clouds and beneath the shadows:
they never change. They hope and give up hope, say the little old ladies on this side
of the river. But they’re mistaken: they hope for nothing, their metallic serenity
is the secret flag of their people.
Llegué a los Estadios con mucho frío, patrón, y los Estadios
comenzaron a moverse.
Llovía a cántaros y yo estaba parado en una esquina, que es
como decir que estaba parado en medio del desierto
y los Estadios se alejaban de aquel lugar para no volver.
¿Se mueven por el Sonido?, me pregunté.
¿Y hacia dónde se dirigen, hacia donde el Sonido disponga?
Tenía frío y tenía miedo, patrón, pero comprendí
que los Estadios, los compartimentos estancos,
marchaban de cabeza rumbo al pasado.
Todo lo que un día poseímos o quisimos poseer
marchaba de cabeza rumbo al pasado.
Después cesó la lluvia, patrón, y en el horizonte
aparecieron las agujas.
When I got to the Stadiums, I was really cold, boss, and the Stadiums
started moving.
It was raining buckets and I was standing on a corner, which is
like saying I was standing in the middle of the desert
and the Stadiums were moving away from that place for good.
Are they moving because of Sound? I asked myself.
And where are they going? to wherever Sound orders them?
I was cold and I was scared, boss, but I understood
that the Stadiums, the watertight compartments,
were marching headlong into the past.
Everything we’d once possessed or wanted to possess
was marching headlong into the past.
Then the rain stopped, boss, and on the horizon
steeples appeared.
En la película de la tele el gángster toma un avión
que se eleva lentamente contra un atardecer en blanco y negro.
Sentado en tu sillón mueves la cabeza: en la ventana
ves el mismo atardecer, las mismas nubes en blanco
y negro. Te levantas y pegas las manos en el cristal:
el reactor del gángster se abre paso entre las nubes,
nubes increíblemente hermosas, ondas de la cabellera
de tu primer amor, labios ideales que formulan
una promesa para ti, pero que no entiendes.
La imagen que se desplaza por el cielo, la imagen
del televisor, son idénticas, el mismo anhelo, la misma
mirada. Y sin embargo tiemblas y no entiendes.
In the TV movie the gangster hops a plane
that takes off slowly against a black and white dusk.
Seated in your armchair you turn your head: in the window
you see the same dusk, the same black and white
clouds. You get up and press your hands against the glass:
the gangster’s jet parts the clouds,
incredibly beautiful clouds, waves in your
first love’s hair, idyllic lips that mouth
a promise meant for you, but that you don’t understand.
The image moving through the sky, the image
on the television, are identical: the same longing, the same
look. And still you tremble and don’t understand.
Volví en sueños al país de la infancia. En el cielo
había una espada azul. Una gran espada azul sobrevolando
los tejados marrones y rojos de Quilpué.
Entré caminando, con las manos en los bolsillos, y busqué
las viejas películas: el riachuelo, el caballo, la plaza
cubierta de hojas, el porche de mi casa. No vi
a nadie. Hasta el Duque había desaparecido.
De alguna manera intuí que el pueblo había entrado
en una suerte de operación geométrica sin fin. La espada
se reproducía en el cielo mas siempre era una e indivisible.
In dreams I returned to my childhood country. In the sky
there was a blue sword. A great blue sword flying above
the brown and red roofs of Quilpué.
I entered on foot, with my hands in my pockets, and searched
for the old films: the brook, the horse, the plaza
covered in leaves, my house’s porch. I didn’t
see anyone. Even the Duke had disappeared.
Somehow I sensed that the town had entered
a kind of endless geometric operation. The sword
was multiplying in the sky, but was always one and indivisible.
EL ÚLTIMO SALVAJE
1
Salí de la última función a las calles vacías. El esqueleto
pasó junto a mí, temblando, colgado del asta
de un camión de basura. Grandes gorros amarillos
ocultaban el rostro de los basureros, aun así creí reconocerlo:
un viejo amigo. ¡Aquí estamos!, me dije a mí mismo
unas doscientas veces,
hasta que el camión desapareció en una esquina.
2
No tenía adónde ir. Durante mucho tiempo
vagué por los alrededores del cine
buscando una cafetería, un bar abierto.
Todo estaba cerrado, puertas y contraventanas, pero
lo más curioso era que los edificios parecían vacíos, como
si la gente ya no viviera allí. No tenía nada que hacer
salvo dar vueltas y recordar
pero incluso la memoria comenzó a fallarme.
3
Me vi a mí mismo como «El Último Salvaje» montado en
una motocicleta blanca, recorriendo los caminos
de Baja California. A mi izquierda el mar, a mi derecha el mar,
y en mi centro la caja llena de imágenes que paulatinamente
se iban desvaneciendo. ¿Al final la caja quedar�
�a vacía?
¿Al final la moto se iría junto con las nubes?
¿Al final Baja California y «El Último Salvaje» se fundirían
con el Universo, con la Nada?
4
Creí reconocerlo: debajo del gorro amarillo de basurero un amigo
de la juventud. Nunca quieto. Nunca demasiado tiempo en un solo
registro. De sus ojos oscuros decían los poetas: son como dos volantines
suspendidos sobre la ciudad. Sin duda el más valiente. Y sus ojos
como dos volantines negros en la noche negra. Colgado
del asta del camión el esqueleto bailaba con la letra de nuestra
juventud. El esqueleto bailaba con los volantines y con las sombras.
5
Las calles estaban vacías. Tenía frío y en mi cerebro se sucedían
las escenas de «El Último Salvaje». Una película de acción, con trampa:
las cosas sólo ocurrían aparentemente. En el fondo: un valle quieto,
petrificado, a salvo del viento y de la historia. Las motos, el fuego
de las ametralladoras, los sabotajes, los 300 terroristas muertos, en realidad
estaban hechos de una sustancia más leve que los sueños. Resplandor
visto y no visto. Ojo visto y no visto. Hasta que la pantalla
volvió al blanco, y salí a la calle.
6
Los alrededores del cine, los edificios, los árboles, los buzones de correo,
las bocas del alcantarillado, todo parecía más grande que antes
de ver la película. Los artesonados eran como calles suspendidas en el aire.
¿Había salido de una película de la fijeza y entrado en una ciudad
de gigantes? Por un momento creí que los volúmenes y las perspectivas
enloquecían. Una locura natural. Sin aristas. ¡Incluso mi ropa
había sido objeto de una mutación! Temblando, metí las manos
en los bolsillos de mi guerrera negra y eché a andar.
7
Seguí el rastro de los camiones de basura sin saber a ciencia cierta
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