A HAPPY ENDING
Finally the poet as child and the child of the poet.
Un final feliz
En México
Una habitación blanca
El atardecer
Rojo
Y las figuras
Posadas vueltos a encarnar
Animando la velada
Nosotros
Los de antes
Sin fotografías
De las aventuras
Pasadas
Sin recuerdos
Humildes y dichosos
En México
En el atardecer
Sin mácula
De México
A happy ending
In Mexico
A white bedroom
The red
Sunset
And the figures
Of Las Posadas incarnated again
Livening up the evening
We
The ones from before
Lacking photographs
Of past
Adventures
Lacking memories
Modest and fortunate
In Mexico
In the unblemished
Mexican
Sunset
AUTORRETRATO
Nací en Chile en 1953 y viví en varias y
distintas casas.
Después llegaron los amigos pintados por Posadas
y la región más transparente del mundo
pintada por un viejo y clásico pintor mexicano
del siglo 19 cuyo nombre he conseguido
olvidar por completo.
Entre una punta y otra sólo veo
mi propio rostro
que sale y entra del espejo
repetidas veces.
Como en una película de terror.
¿Sabes a lo que me refiero?
Aquellas que llamábamos de terror psicológico.
SELF-PORTRAIT
I was born in Chile in 1953 and lived in a variety
of different houses.
Then came friends dressed up for Las Posadas
and the most transparent place in the world
painted by a classic old Mexican painter
from the 19th century whose name has managed
to completely escape me.
Between one point and the other I see only
my own face
entering and leaving the mirror
over and over.
Like in a horror film.
Know what I mean?
The ones we called psychological thrillers.
AUTORRETRATO
Jefe de banda a los 8 años, nadie sospechó
que el que tenía más miedo era yo.
El pelirrojo Barrientos y el loco Herrera
fueron mis más fieles capitanes
en aquellas mañanas rosadas de Quilpué
cuando todo a mi alrededor se desmoronaba,
pero Bernardo Ugalde fue mi más sabio amigo.
Vísperas del Mundial del 62
Raúl Sánchez y Eladio Rojas nos amparaban
en la defensa y el medio campo: los delanteros
éramos nosotros.
Valientes y audaces, como para no morir nunca,
mi pandilla siguió peleando
mientras los autobuses mataban a los niños solitarios.
Así, sin darnos cuenta,
lo fuimos perdiendo todo.
(La verdad es que ya no recuerdo si Bernardo se apellidaba Ugalde, Ugarte o Urrutia; ahora me parece que el nombre era Urrutia, pero quién sabe.)
SELF-PORTRAIT
Ringleader at 8 years old, no one suspected
that I was the most afraid.
The redhead Barrientos and crazy Herrera
were my most loyal captains
on those pink Quilpué mornings
when all around me was crumbling,
but Bernardo Ugalde was my wisest friend.
The eve of the ’62 World Cup
Raúl Sánchez and Eladio Rojas protected
our defense and midfield: we
were the forwards.
Brave and daring, as if forever eluding death,
my gang kept fighting
while buses killed the lonely kids.
That’s how, without realizing,
we were losing it all.
(The truth is I don’t remember anymore whether Bernardo’s last name was Ugalde, Ugarte or Urrutia; now I’m thinking it was Urrutia, but who knows.)
CUATRO POEMAS PARA LAUTARO BOLAÑO
Lautaro, nuestra familiaridad
Llegará el día en que no hagamos
tantas cosas como ahora hacemos juntos
Dormir abrazados
Cagar el uno al lado del otro sin vergüenza alguna
Jugar con la comida a lo largo del pasillo
de nuestra casa en la calle Aurora
Este pasillo débilmente iluminado
que sin duda conduce al infinito
Lautaro, nuestras pesadillas
A veces te despiertas gritando y te abrazas
a tu madre o a mí con la fuerza y la lucidez
que sólo un niño menor de dos años puede tener
A veces mis sueños están llenos de gritos en la ciudad fantasma
y los rostros perdidos me hacen preguntas
que jamás sabré contestar
Tú te despiertas y sales corriendo de tu habitación
y tus pies descalzos resuenan
en la larga noche de invierno de Europa
Yo regreso a los lugares del crimen
sitios duros y brillantes
tanto que al despertar me parece mentira que aún esté vivo
Lautaro, nuestras sombras
Hay días en que todo lo imitas y así puedo verte
repitiendo mis gestos
mis palabras
(tú, que no sabes decir más que mamá y
papá, sí y no)
en una jerga extraña
el lenguaje de los seres pequeños
del otro lado de la cortina
y a veces olvido
cuál es mi sombra y cuál es
tu sombra
quién contempla el retrato de los Arnolfini
quién enciende la televisión
Lautaro, las facciones de León
Hay días en que veo en tu rostro
el rostro de mi padre, el cual, según dicen,
se parecía a su padre
La mirada de León Bolaño aparece en tus
ojos entrecerrados
sobre todo cuando salimos a pasear
y la gente te saluda con ademanes cordiales
Otras veces pienso que no es así: esa quijada
de luchador, ese pelo rubio cenizo,
la disposición para la fiesta y el caos sólo remiten
a rescoldos de mi propia nostalgia
No obstante te pareces a él: sobre todo
estos días de enero
cuando salimos a pasear tomados de la mano
en medio de una luz frágil y persistente
FOUR POEMS FOR LAUTARO BOLAÑO
Lautaro, our closeness
The day will come when we won’t do
as much together as we do now
Sleeping in each other’s arms
Taking a shit side by side with no hint of embarrassment
Playing with food up and down the hall
of our house on Aurora Street
This dim lit hallway
which no doubt leads to infinity
Lautaro, our nightmares
Sometimes you wake up screaming and hug
your mother or me with a strength and clarity
only a child under two can possess
Sometimes my dreams are filled with screams in the ghost city
and the lost faces ask me questions
I’ll never know how to answer
You wake up and come running out of your room
and your bare feet echo
&n
bsp; into the long night of European winter
I go back to the scene of the crime
hard, bright places
so much so that when I wake up it seems a lie that I should still be alive
Lautaro, our shadows
Some days you imitate everything and I can see you
repeating my gestures
my words
(you, who can’t say more than mama and
papa, yes and no)
in a strange slang
the language of little beings
on the other side of the curtain
and sometimes I forget
which is my shadow and which is
your shadow
who stares at the Arnolfinis’ portrait
who turns on the TV
Lautaro, León’s features
Some days I see in your face
the face of my father, who, they say,
looked like his father
León Bolaño’s gaze appears in your
half-closed eyes
above all when we go out walking
and people greet you with friendly gestures
Other times I think that’s not true: that fighter’s
jaw, that ash-blond hair,
the disposition toward celebration and chaos are just the glowing
embers of my own nostalgia
Still you look like him: above all
on these January days
when we go out walking hand in hand
through a fragile and persistent light.
DOS POEMAS PARA LAUTARO BOLAÑO
Lee a los viejos poetas
Lee a los viejos poetas, hijo mío
y no te arrepentirás
Entre las telarañas y las maderas podridas
de barcos varados en el Purgatorio
allí están ellos
¡cantando!
¡ridículos y heroicos!
Los viejos poetas
Palpitantes en sus ofrendas
Nómades abiertos en canal y ofrecidos
a la Nada
(pero ellos no viven en la Nada
sino en los Sueños)
Lee a los viejos poetas
y cuida sus libros
Es uno de los pocos consejos
que te puede dar tu padre
Biblioteca
Libros que compro
Entre las extrañas lluvias
Y el calor
De 1992
Y que ya he leído
O que nunca leeré
Libros para que lea mi hijo
La biblioteca de Lautaro
Que deberá resistir
Otras lluvias
Y otros calores infernales
–Así pues, la consigna es ésta:
Resistid queridos libritos
Atravesad los días como caballeros medievales
Y cuidad de mi hijo
En los años venideros
TWO POEMS FOR LAUTARO BOLAÑO
Read the old poets Read the old poets, my son
and you won’t regret it
Between the cobwebs and rotten wood
of ships stranded in Purgatory
that’s where they are
singing!
ridiculous and heroic!
The old poets
Burning with their offerings
Nomads slit open and offered up
to Nothingness
(but they do not live in Nothingness;
they live in Dreams)
Read the old poets
and take care of their books
It’s one of the few bits of advice
your father can give you
Library
Books I buy
Between the strange rains
And heat
Of 1992
Which I’ve already read
Or will never read
Books for my son to read
Lautaro’s library
Which will need to resist
Other rains
And other scorching heats
—Therefore, the edict is this:
Resist, my dear books,
Cross thy days like medieval knights
And care for my son
In the years to come
RETRATO EN MAYO, 1994
Mi hijo, el representante de los niños
en esta costa abandonada por la Musa,
hoy cumple entusiasta y tenaz cuatro años.
Los autorretratos de Roberto Bolaño
vuelan fantasmales como las gaviotas en la noche
y caen a sus pies como el rocío cae
en las hojas de un árbol, el representante
de todo lo que pudimos haber sido,
fuertes y con raíces en lo que no cambia.
Pero no tuvimos fe o la tuvimos en tantas cosas
finalmente destruidas por la realidad
(la Revolución, por ejemplo, esa pradera
de banderas rojas, campos de feraz pastura)
que nuestras raíces fueron como las nubes
de Baudelaire. Y ahora son los autorretratos
de Lautaro Bolaño los que danzan en una luz
cegadora. Luz de sueño y maravilla, luz
de detectives errantes y de boxeadores cuyo valor
iluminó nuestras soledades. Aquella que dice:
soy la que no evita la soledad, pero también soy
la cantante de la caverna, la que arrastra
a los padres y a los hijos hacia la belleza.
Y en eso confío.
PORTRAIT IN MAY, 1994
My son, representative of the children
on this coast abandoned by the Muse,
today you enthusiastically and tenaciously turn four.
Roberto Bolaño’s self portraits
fly ghostly as gulls in the night
and fall at your feet like dew falling
on the leaves of a tree, representative
of all we could have been,
strong and rooted in the unchanging.
But we didn’t have faith, or we had it in so many things
finally destroyed by reality
(the Revolution, for example, that prairie
of red flags, fields of fertile pasture)
that our roots were like Baudelaire’s
clouds. And now Lautaro Bolaño’s self-portraits
are the ones dancing in the blinding
light. Light of dream and wonder, light
of wandering detectives and of boxers whose courage
lit our solitudes. Light that says:
I am the one who does not ward off solitude, but I am also
the singer of the cave, the one who drags
parents and children toward beauty.
And in that I trust.
UN FINAL FELIZ
Qué tiempos aquéllos, cuando vivía con mi padre y no veía la televisión. Las tardes eran interminables en la Colonia Tepeyac, cerca de la Villa, exactamente a dos cuadras de la Calzada de la Villa. Tardes dedicadas a traducir a los poetas franceses de la Generación Eléctrica, sentado en la cama, junto a la ventana del patio de cemento. Las palomas que mi padre se comía los domingos, cantaban, es un decir, los jueves y los viernes, y ensanchaban la zanja. ¡Las palomas en el palomar de cemento! ¡Y sin el zumbido de la televisión!
Un final feliz
En México
En casa de mi padre
O en casa de mi madre
Un minuto de soledad
La frente apoyada
En el hielo de la ventana
Y los tranvías
En los alrededores
De Bucareli
Con muchachas fantasmales
Que se despiden
Al otro lado de la ventana
Y el ruido de los automóviles
A las 3 a.m.
Y los timbres
Y los paisajes de azotea
En México
Con 21 años
Y el alma aterida
Helada
A HAPPY ENDING
Those were the days, when I was living with my father and didn’t watch TV. The afternoons were endless in Colonia Tepeyac, next to la Villa, exactly two blocks from the road to la Villa. Afternoons dedicated to translating French poets of the Electric Generation, sitting on the bed, next to a window that looked out on the cement patio. The doves my father ate on Sundays would sing, or so they call it, on Thursdays and Fridays and dig their own ditch. Doves in the cement dovecote! And without the buzz of TV!
A happy ending
In Mexico
In my father’s house
Or in my mother’s house
A minute of solitude
Forehead pressed against
The icy window
And the streetcars
On the outskirts
Of Bucareli
With phantom girls
Waving goodbye
Through the window
And the sound of cars
At 3 a.m.
And bells
And rooftop landscapes
In Mexico
21 years old
And soul numb
Frozen
MUSA
Era más hermosa que el sol
y yo aún no tenía 16 años.
24 han pasado
y sigue a mi lado.
A veces la veo caminar
sobre las montañas: es el ángel guardián
de nuestras plegarias.
Es el sueño que regresa
con la promesa y el silbido.
El silbido que nos llama
y que nos pierde.
En sus ojos veo los rostros
de todos mis amores perdidos.
Ah, Musa, protégeme, le digo,
en los días terribles
de la aventura incesante.
Nunca te separes de mí.
Cuida mis pasos y los pasos
de mi hijo Lautaro.
Déjame sentir la punta de tus dedos
otra vez sobre mi espalda,
empujándome, cuando todo esté oscuro,
cuando todo esté perdido.
Déjame oír nuevamente el silbido.
Soy tu fiel amante
aunque a veces el sueño
me separe de ti.
También tú eres la reina de los sueños.
Mi amistad la tienes cada día
y algún día
tu amistad me recogerá
del erial del olvido.
Pues aunque tú vengas
cuando yo vaya
en el fondo somos amigos
inseparables.
Musa, adondequiera
que yo vaya
tú vas.
Te vi en los hospitales
y en la fila
de los presos políticos.
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