No, because you might stay or you might leave.
Yes, because there’s a sparrow on the roof.
No, because no mirror, no steering wheel.
Watch out for the cables, you might get tangled.
Yes, because they steal our coins,
the same who will later ask for a pardon.
The hammock in the front porch is super cool.
Our friends will come to the front porch.
The grass forever green. The sky forever blue.
Children find a honeycomb
in the trunk of that birch tree.
It’s a no. It’s dangerous. It’s wrong.
Lo siento.
Pero prefiero ir a la H&M Store
que a cualquier forma antigua de arquitectura.
Menos que menos
si forma parte
de una tradición católica
en plena ciudad turística.
La cínica no soy yo.
H&M ES AMOR
Primer día de marzo: monasterio.
Es domingo y el día sabe a rayo.
Vendrá después abril, y luego mayo,
y el resto de los días, sin misterio.
Estatua que suplica, hombre serio
mirándome de arriba y de soslayo.
H&M es amor. Me sirve el sayo.
Dios también es amor. Dios y su imperio.
Primer día de marzo: necesito
como mínimo un beso en el cachete,
que no vea la estatua, rapidito.
Cinco besos, seis besos, y hasta siete.
Quiero un beso. Lo dejo por escrito
a los pies del altar. Bésame y vete.
I’m sorry.
But I’d rather go to the H&M Store
than to any ancient architectural site.
Even less so
if it’s part
of a Catholic tradition
in the heart of a tourist city.
It’s not me who’s the cynic.
H&M IS LOVE
First day of March, in a monastery where
it’s Sunday, a foul-tasting day.
Then comes April, then May,
and all the other days, no mystery there.
A statue implores, a serious man who’ll deign
to look at me from above, his eyes a slit.
H&M is love. The cap is a good fit.
God is also love. God and His domain.
First day of March: I need it,
at least one kiss on the cheek,
hidden from the statue, be discreet.
Five kisses, six kisses, even seven.
I want a kiss. I put it in writing
at the base of the altar. Kiss me then beat it.
Uno es lo que hace.
Uno es lo que come.
Y uno es, cada vez más, lo que aparenta.
En algunos casos, como el mío,
uno es el resultado
de un esfuerzo muy grande
por conseguir la pared de mano,
y torcerse el cuello.
CIEMPIÉS, ESCARABAJO
En las tiendas de ropa reciclada
hay siempre más mujeres que varones.
Hay vestidos igual que pantalones.
Hay un oso de felpa y una almohada.
Maletas. Fuentes para mermelada.
Pasteles sobre lienzos y condones.
No exageres. Y ni me lo menciones:
un libro con mi nombre en la portada.
Me gusta estar ahí sobre las losas
como en un vertedero de ansiedades.
¿Te imaginas si salen mariposas
de un disco de acetato? ¿Mocedades?
¿Te imaginas si empiezo a robar cosas?
Entonces sí tendré dificultades.
One is what one does.
One is what one eats.
And one is, more and more, what one pretends to be.
In some cases, such as mine,
one is the result
of a very great effort
to do a headstand against the wall
and twist one’s neck.
CENTIPEDE, BEETLE
In thrift stores
women always outnumber men.
There are dresses and there are pants.
There’s a teddy bear and a pillow.
Suitcases. Marmalade dishes, and look:
condoms and canvases in pastel shades.
No need to exaggerate. You don’t say,
there’s my name on the cover of a book.
I like it here, right there on the floor,
a dumping ground for all kinds of worries.
Imagine if butterflies swarmed in flurries
out of a vinyl record? Mocedades?
What would happen if I stole some stuff?
Then I’d be in trouble, sure enough.
La flor siempre ha sido
uno de los tópicos poéticos
más frecuentes en la literatura.
La flor tatuada.
Las flores del mal.
La sombra de las muchachas en flor.
Un jardín.
El paraíso.
LA FLOR DEL DINERO
Abro un ojo, otro ojo, y otro ojo
saliendo del azul del sofá/cama.
El brazo/monitor convirtió en rama.
El libro que leía sigue rojo.
Abro puerta/madera con cerrojo.
Me da viento/verano. ¿Quién me llama?
Es la flor del dinero en la retama
que baila para mí. Voy, la recojo.
Flor simbólica en búcaro con agua.
Vaso/búcaro en mesa/fregadero.
¿Quién diría que el agua es solo agua?
Cabeza me recuerda a un jardinero
que sembraba la flor de la majagua.
¿Quién diría que flores son dinero?
Flowers have always been
one of the most frequently mentioned
subjects in literature.
The tattooed flower.
The flowers of evil.
The shadow of young girls in flower.
A garden.
Paradise.
THE MONEY FLOWER
I open one eye, another eye, and another eye,
emerging from the blue of the sofa/bed.
The arm/monitor becomes a branch.
The book I was reading is still red.
I open the bolted door/wood.
I feel the wind/summer. Who is calling me?
It’s the money flower on the retama
dancing for me. I go and pluck it.
Symbolic flower in a vase with water.
Glass/vase on the table/sink.
Who would say that water is just water?
The head reminds me of a gardener
who planted the flower of the mahoe tree.
Who would say that flowers are money?
Que te agarren por el cuello y te lo digan.
Por primera vez.
Y veas, por primera vez,
que te equivocaste.
NO SE DICE
Me vengo (fue su voz) puta, cojones.
Pero no me sonaba repulsivo.
Palabras son palabras. Sustantivo
se pone como es. ¡Cómo te pones!
Me vengo (cuarta vez) puta, cojones.
Su cabeza comiéndoselo vivo.
Palabras son memorias. Sustantivo
no sabe traicionar aunque traiciones.
Memoria sobre mí, bajo de mí,
a mi lado, conmigo en una esquina.
Palabra que me gusta y aprendí.
Espérate, cojones. Vaselina.
Su cabeza comiendo carmesí
es palabra, semiótica, y espina.
Having them grab you by the neck and tell you that.
For the first time.
And you seeing, for the first time,
that you were mistaken.
WE DON'T SAY THAT
I’m coming (that’s how they said it), bitch, fuck.
But it didn’t sound disgusting to me.
Words are words. Nouns are
used as they are. How you are!
I’m coming (fourth time), bitch, fuck.
Their head eating it alive.
Words are memories. A noun does not
know how to betray though betray it may.
Memory over me, under me,
next to me, with me in a corner.
Word that I like, that I learned.
Wait. Fuck. Vaseline.
Their head eating crimson.
It’s a word, semiotics, a nagging doubt.
¿Qué pasa con la música?
¿Qué tiene?
¿Qué significa para un ser humano,
abatido, cansado, sobrio,
experimentar el dolor
de la música en la cabeza?
JAZZ NETO
Hay jazz en Coral Gables, gratis jazz,
así que voy corriendo, eso es lo mío.
Son tres viejitos gordos, Murphyn Trío,
y en el público, tres mil viejos más.
Es mediodía y miércoles. Atrás
Salzedo y Aragón forman un lío
de autos y semáforos. Un crío
me ve desde la hierba. Cuánta paz.
Al fin el calvo de la batería
se pone a improvisar junto al del bajo.
Es gratis, por favor, y es mediodía.
Si disfrutas, no coges peste a grajo.
Alégrate, lubrica la alegría,
o sal a conseguir algún trabajo.
What is it about music?
What does it have?
What does it mean for a human being
who is dejected, tired, sober,
to experience the pain
of music in the head?
NET JAZZ
There’s jazz in Coral Gables, and it’s free,
so that’s where I rush, that’s my thing.
Murphyn Trío, fat little old men, all three,
that three thousand old men have come to see.
It’s noon on Wednesday. And right behind
us Salzedo and Aragón are going wild
in a mess of cars and traffic lights.
A child watches from the grass. Such peace of mind.
Then the bald guy on drums
starts to improvise with the guy on bass.
It’s noon and it’s free, so please.
If you enjoy, you won’t stink like a crow.
Cheer up, lubricate the joy,
or go out and get a job.
La Calle Ocho en Miami, histórica y trágica,
reúne a grupos foráneos que no me gustan.
Algo muy básico en la inteligencia emocional de las personas: el gusto.
No me gustan.
Ni La Ocho.
Ni Flagler.
Ni las personas alrededor del lugar.
No me gustan, los repelo, están fuera del universo.
SECOND TO YOUR LEFT, SECOND TO YOUR RIGHT
En Jaguar amarillo hasta La Ocho
mirando al que me sigue por espejo,
fruncido el corazón y el entrecejo,
más múltiple que azúcar de bizcocho.
Hace un rato cumplí los dieciocho.
Me afeité los sobacos y el conejo.
Salí a desorientar, como un cangrejo,
en Jaguar amarillo hasta La Ocho.
Transeúnte, semáforo, Jaguar
avanza, retrocede, frena, corre.
Yo no sé si La Ocho es un lugar.
La cortina de humo se descorre.
Yo no sé si logré desorientar.
En La Ocho hay un niño y una torre.
Eighth Street in Miami, historic and tragic,
attracts strange groups that I dislike.
Something very basic in the emotional intelligence of people: taste.
I don’t like them.
Or Eighth Street.
Or Flagler.
Or the people around the place.
I dislike them, I’m repelled by them, they are outside the universe.
SECOND TO YOUR LEFT, SECOND TO YOUR RIGHT
Riding in a yellow Jag to Eighth Street,
watching in the mirror as he follows me,
heart tightens, eyes start to frown,
more abundant than sugar on a sponge cake.
A while back I turned eighteen.
I shaved my armpits and my crotch.
I went out to confound, like a crab,
in a yellow Jag, down Eighth Street.
Passerby, traffic light, Jag
forward, back, stops, speeds off.
I don’t know if Eighth Street is a place.
The smoke screen lifts.
I don’t know if I managed to confound.
On Eighth Street, there’s a boy and a tower.
Dime algo que sea para siempre.
¿Tu amor y el mío?
¿Tu amistad y la mía?
Entonces ya puedo dormirme,
incluso para siempre.
FOREVER TWENTY-ONE
A Miami, por siempre veintiuno.
A Miami, por siempre veintidós.
Es tan leve que siempre digo adiós
casi siempre después del desayuno.
A Miami riéndome de Bruno.
A Miami con tenis y albornoz.
En Miami sembré mi propio arroz
y comimos arroz inoportuno.
A Miami por siempre veintitrés.
A Miami después del desacato.
Es tan leve que ruedo como nuez
y maúllo perdida como un gato.
A Miami vestida y al revés.
A Miami desnuda es más barato.
Tell me something that will last forever.
Your love and mine?
Your friendship and mine?
Then I can sleep,
maybe forever.
FOREVER TWENTY-ONE
To Miami, forever twenty-one.
To Miami, forever twenty-two.
It’s so simple that I always say adiós,
almost always after breakfast is done.
To Miami, laughing at Bruno.
To Miami in sneakers and bathrobe on top.
In Miami, I planted my own rice crop
and rice we ate, inopportune.
To Miami, forever twenty-three.
To Miami after breaking the rules.
So simple that I roll like a nut off a tree,
lost and meowing as a cat would.
To Miami, my dress inside out on me.
To Miami, cheaper in the nude.
Leo en el recuerdo páginas de Faulkner
donde la gente entra a un café,
las puertas se abren,
se cierran,
llega gente desconocida,
intercambio de miradas,
sopla el viento y levanta servilletas,
suena un teléfono en el mostrador,
alguien tose, tal vez.
Nadie estaba metido en Google, en ese tiempo.
Faulkner no lo sabía.
EL STARBUCKS Y LA SILLA GIRATORIA
Por sentarme en la silla giratoria
de un Starbucks oscuro y solitario
se me puso cabeza de estepario
y sistema anatómico de noria.
Por morder una hoja de achicoria
balanceándome así, sobre mi horario,
se me puso riñón de sagitario
y perdí sin saberlo la memoria.
Por jugar aquel juego de abalorio
en Starbucks de aquella periferia
se me puso nariz de sanatorio.
Se me puso de cáñamo la arteria
por girar, como carrusel de emporio
sobre la última silla de la feria.
In my memory, I read Faulkner’s pages
where people go into a café,
the doors open,
and close,
unknown people arrive,
they exchange looks,r />
the wind blows some napkins away,
a phone rings on the counter,
someone coughs, maybe.
No one was immersed in Google at that time.
Faulkner didn’t know about it.
STARBUCKS AND THE SWIVEL CHAIR
Sitting on a swivel chair
in a dark and lonely Starbucks
gave me a steppe head
and the anatomy of a Ferris wheel.
Biting a chicory leaf
while swinging on my schedule
gave me a Sagittarian kidney,
and without realizing it, I lost my memory.
Playing the glass bead game
at that outlying Starbucks
gave me a sanatorium nose.
I got hemp arteries
from spinning like a merry-go-round
on the last chair at the fair.
Las relaciones humanas, el intercambio afectivo,
los eventos culturales, las reuniones políticas,
los hechos históricos, las celebraciones,
los entierros, la paz,
se llevan a cabo alrededor de una mesa.
La mesa del bien y del mal.
Mesa endémica.
Miami Century Fox Page 4