El Diccionario del Mago

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El Diccionario del Mago Page 15

by Allan Zola Kronzek


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  A principios de la Edad Media, las leyendas y supersticiones acerca de los hombres lobo estaban muy arraigadas en Europa. Curiosamente, la imagen del hombre lobo no era tan mala en aquella época. Mientras que en algunas historias las madrastras perversas y los villanos resultan ser mujeres u hombres lobo, en otras el hombre lobo puede ser un héroe, un santo o un personaje cómico. En un famoso cuento francés, un noble confiesa a su esposa que es un licántropo. Esta y su amante le roban la ropa durante su siguiente transmutación. Incapaz de recuperar la forma humana sin su ropa, el noble queda atrapado en su forma de lobo. Se convierte en la mascota del rey hasta que al final sale a luz la verdad. Se le devuelve la ropa, la malvada esposa y su amante son desterrados, y el noble hombre lobo sale triunfante. En otra leyenda, la gente de un pueblecito se asusta al ver a un lobo bajar por la calle mayor y saltar sobre una pieza de carne colgada a secar. El lobo falla y cae en un pozo. Cuando los del pueblo miran en el pozo, solo encuentran en él a una mujer desnuda muy avergonzada.

  Sin embargo, en el siglo XVI ya no se describía a los hombres lobo como héroes o personajes cómicos. Se los consideraba una verdadera amenaza. A medida que la caza de brujas cobraba impulso en Europa, docenas de personas en Francia, Alemania, Suiza e Italia fueron arrestadas, juzgadas y ejecutadas por licantropía. Los cazadores de brujas aseguraban que los hombres lobo no eran otra cosa que brujas o brujos que habían pactado con el Diablo, el cual les había dado la capacidad de convertirse en lobos. Acusados de actos tan horribles como el asesinato en masa y el canibalismo, muchos de estos supuestos hombres lobo confesaban bajo tortura.

  Durante este período se publicaron más de una docena de libros sobre licantropía. Muchos describían de qué manera un brujo se preparaba para la transformación, quitándose la ropa y untando su cuerpo con ungüentos mágicos preparados con raíz de belladona, pentahoja, sangre de murciélago, hollín y todo un surtido de otros ingredientes igualmente desagradables. Luego, el brujo se ponía una piel de lobo o un cinturón encantado, y pronunciaba un encantamiento al Diablo, quien le aseguraba la fuerza y la velocidad sobrenaturales con las que satisfacer su apetito por la carne y la sangre humanas.

  No es una coincidencia que los juicios por licantropía se celebraran en lugares donde los verdaderos lobos causaban problemas bastante graves. La población de estos animales había aumentado en el continente europeo después de la gran peste del siglo XIV, que había llevado al abandono de las tierras de cultivo. Aunque los lobos preferían atacar al ganado que a las personas, de vez en cuanto se cobraban una víctima humana, y tales incidentes solían achacarse a los hombres lobo. En Inglaterra, donde los lobos se habían extinguido en el siglo XVI, los cuentos de licántropos son poco frecuentes.

  Hombres lobo Auténticos

  ¿Por qué tanta gente estaba convencida de que los hombres podían convertirse verdaderamente en lobos? Una explicación médica sugiere que al menos algunos de esos supuestos hombres lobo eran llevados a juicio porque en realidad tenían aspecto de serlo. Padecían una enfermedad congénita muy poco frecuente conocida como hipertricosis. A quienes padecen esta enfermedad les crece el vello de la cara, que llega a cubrirles las mejillas, la frente, la nariz e incluso los párpados. En algunos casos, todo el cuerpo, excepto las palmas de las manos y las plantas de los pies, es velludo, lo que hace que los afectados parezcan recién salidos de un estudio de maquillaje de Hollywood. Los médicos han apodado el gen responsable de esta afección «el gen del hombre lobo».

  La porfiria, otra enfermedad genética de escasa incidencia, explicaría otros aparentes signos de ser un hombre lobo. Esta dolencia produce una sensibilidad extrema a la luz, lo que hace que quienes la padecen solo se aventuren a salir de noche como los hombres lobo. Cuando la enfermedad evoluciona, aparecen llagas o marcas en la piel, que podrían muy bien haberse interpretado como las heridas que un hombre lobo se habría hecho mientras corría por el bosque tras una presa. Por último, la porfiria puede hacer que las uñas de las manos y los dientes enrojezcan, como si la persona acabara de comer carne sanguinolenta.

  A veces hacer los deberes es un rollo. Pero aún más cuando sabes que la tarea que te han mandado tiene menos valor que el papel donde la estás redactando. Así se sienten Ron y Harry cuando les toca preparar horóscopos para la clase de Adivinación. A diferencia de los millones de personas que cada día consultan las predicciones astrológicas en el periódico, nuestros escépticos brujos están convencidos de que el movimiento de los planetas no afecta su futuro ni una pizca.

  Y lo peor es que realizar un horóscopo de los que pide la profesora Trelawney es un trabajo tremendo. Más que un mero conjunto de predicciones, un horóscopo también es un mapa detallado que muestra cómo estaba el ciclo en el instante en que una persona vino al mundo. Para elaborar su propio horóscopo, el astrólogo en ciernes debe saber no solo el día, mes y año de su nacimiento, sino también el lugar y la hora exacta. Con estos datos, consulta una efemérides, un libro en el que se registran las posiciones diarias del Sol, la Luna y los planetas, para determinar dónde se encontraba cada cuerpo celeste en el momento en cuestión. Dado que una efemérides enumera las posiciones para una única hora del día y una sola localización geográfica (normalmente a mediodía o a medianoche en Greenwich, el lugar convenido internacionalmente desde 1884 para medir el tiempo y la longitud), averiguar la información correcta para un individuo cualquiera requiere una serie de cálculos matemáticos.

  Los astrólogos ingleses se ganaban la vida elaborando horóscopos en carnavales y en ferias. En este dibujo del siglo XVII, la atención del astrólogo se dirige más hacia la bolsa del dinero que hacia la carta astral que hay encima de la mesa.

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  Esta información se coloca en una carta astral, que muestra la situación de cada planeta respecto a los signos del zodíaco, la distancia entre los planetas y los ángulos que forman líneas imaginarias que se trazan entre los planetas. Usando la carta astral y los significados tradicionales asociados a cada signo del zodíaco (véase astrología), el astrólogo realiza una valoración de la personalidad básica del consultante, así como de sus habilidades, y sus puntos fuertes y débiles.

  Para predecir el futuro, como deben hacer los alumnos de Hogwarts, hay que consultar otra vez la efemérides para determinar la posición futura de los planetas. Un astrólogo comparará estas posiciones astrales con las que figuran en la carta astral, para averiguar qué le espera al sujeto. Pero a un estudiante con recursos le puede parecer más sencillo seguir el consejo de Ron: inventárselo todo.

  Aunque la mayoría de las clases de Hogwarts parecen encaminadas a cubrir las necesidades de las brujas y brujos europeos, el sabio profesor Lupin sabe que nunca está de más una preparación básica para hacer frente a los demonios y monstruos de tierras remotas. Con esta idea en mente, suponemos, ofrece a sus alumnos de tercero de Defensa contra las Artes Oscuras una lección sobre el kappa, un espíritu anfibio de las aguas del folklore japonés, que arrastra al agua a sus víctimas humanas y animales, las ahoga y las mutila.

  Los kappas habitan en los ríos, lagos y estanques, pero no tienen reparos en salir a la orilla en busca de presas. Los cuentos ofrecen una descripción tradicional del kappa como un ser tremendamente malicioso, siempre dispuesto a devorar las entrañas de sus víctimas y a beberse su sangre. También se dice que sienten predilección por el hígado humano. Pero también se los ha mostrado como seres inteligentes y honorables. Se dice que la humanidad aprendió el arte de arreglar fracturas en los huesos gracias a un kappa que explicó cómo hacerlo a cambio de que le devolvieran el brazo, que le había sido arrancado durante una de sus incursiones aventureras. Las extremidades de los kappas, cuando se las vuelven a poner, quedan como nuevas al cabo de unos pocos días.

  Un kappa totalmente desarrollado alcanza el tamaño de un chico de diez años. Tiene escamas en la piel amarillo-verdosa; cara de mono y espalda de tortuga, y sus manos y pies son palmeados para facilitar la natación. Quizá su rasgo más distintivo sea e
l hundimiento en forma de plato que luce en la coronilla, que siempre debe contener agua para que el kappa conserve en tierra sus poderes sobrenaturales y su gran fuerza. Por eso, el mejor método de vencer a un kappa es hacerle reverencias todo el rato. Como es una criatura muy cortés, el kappa se sentirá impelido a devolverte las reverencias. Al cabo de unas cuantas inclinaciones de cabeza, se le vaciará el hueco de la coronilla y se verá obligado a regresar a su acuático hogar.

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  Otra estrategia para aplacar a un kappa de mal humor es darle de comer pepinos, ya que es sabido que se trata de su alimento favorito. Se dice que si se marcan los pepinos con los nombres de la familia y luego se echan al agua, esas personas quedarán a salvo de cualquier daño causado por los kappas, los cuales, al aceptar el regalo de los pepinos, quedarán obligados por cuestión de honor a no perjudicarlos. Esta legendaria asociación entre kappas y pepinos se ha convertido en un elemento tan enraizado en la cultura japonesa que hoy día se denomina kappa maki al sushi relleno de pepino.

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  Por lo que sabemos, los brujos y las brujas de la Inglaterra de Harry Potter son los primeros afortunados en tener un infalible servicio de correo a domicilio provisto por lechuzas. Sin embargo, la estrecha relación entre las lechuzas y los hechiceros tiene una larga historia. Las lechuzas de los legendarios brujos de la Europa medieval tal vez no llevaran las cartas de sus señores, pero se decía que eran leales compañeras en las que podía confiarse por sus dotes de observación y su capacidad para memorizar complicadas fórmulas y conjuros. Según la leyenda, un despistado brujo como Neville Longbottom buscaba la ayuda de una amiga emplumada cuando estaba en una situación comprometida.

  La habilidad de Hedwig para comunicarse con Harry y entender sus órdenes se remonta a las creencias de los antiguos griegos, que estaban convencidos de que las lechuzas eran muy inteligentes. Atenea, la diosa griega de la sabiduría, se representaba a menudo con una lechuza sobre el hombro. Algunos decían que ella misma podía transformarse en una lechuza para vigilar bajo esa forma su reino, y enterarse de los secretos y preocupaciones de sus súbditos. Los ciudadanos acaudalados de Atenas solían ir por la calle con una lechuza sobre el hombro o en una jaula. Muchos creían que los pájaros entendían el habla humana y que podían conversar con la gente si así lo deseaban.

  En otras culturas, sin embargo, se asociaba a las lechuzas con la muerte y las fuerzas del mal, tal vez por que son criaturas nocturnas y unas certeras aves de presa. En China se las relacionaba con Lei Kung, el dios del trueno, mientras que en Japón se creía que provocaban hambre y pestilencia. En el antiguo Egipto, las lechuzas eran el símbolo de la muerte y la noche, y en la Roma clásica ver una durante el día se consideraba un terrible presagio. Muchos romanos supersticiosos estaban convencidos de que la única manera de evitar el desastre después de haber visto una lechuza era atraparla, matarla y luego lanzar sus cenizas al río Tíber. Según la leyenda, el ulular de las lechuzas anunció la muerte del emperador romano Julio César.

  Aunque a Harry y sus amigos les disgustaría oírlo, en muchas culturas existía la creencia de que llevar una parte de una lechuza (una pata, plumas, los ojos, el corazón, los huesos e incluso el cuerpo entero) protegía a una persona y le daba poderes especiales. Las parles de una lechuza protegían a su propietario de la rabia y la epilepsia, o le proporcionaban energía, sabiduría y valor. Los curanderos de la Europa medieval almacenaban partes de lechuza para satisfacer la demanda de una amplia gama de clientes, desde guerreros que necesitaban fuerza en la batalla hasta enamorados que deseaban conocer los secretos de su amada. Sin duda un maestro de las pociones como Severus Snape también debe de tener algunas a mano.

  Allí donde Ron ve un inofensivo sombrero hongo, la profesora Trelawney ve un garrote amenazador. Allí donde él ve un cordero, ella ve un terrible perro negro, un grim. Ambos escrutan el fondo de la taza de té de Harry, practicando una popular forma de adivinación llamada taseomancia o lectura de hojas de té.

  La costumbre de predecir la fortuna examinando las hojas de té comenzó en China, probablemente durante el siglo VI. El té era algo desconocido en Occidente hasta 1609, cuando los comerciantes alemanes empezaron a importarlo de Oriente. Aunque en un principio se desconfiaba de esa nueva bebida, en 1636 los franceses ya la tomaban, y llegó a las tiendas de Inglaterra en 1650, país donde acabaría por convertirse en una de las bebidas más apreciadas de la vida cotidiana. A mediados del siglo XVII, el consumo del té se había generalizado, y los adivinos leían las hojas de té en gran parte de Europa.

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  Los conceptos en que se basa la lectura de las hojas de té no eran algo completamente nuevo para los europeos. Ya los antiguos romanos adivinaban el futuro interpretando el poso de una copa de vino, y los adivinos medievales habían estudiado las formas de la cera fundada, del plomo líquido y de otras sustancias. Pero el nuevo arte exigía saber cómo preparar una taza de te para su lectura, así como el dominio de los significados de docenas o centenares de imágenes que podían aparecer en el fondo. Durante los siglos XVIII y XIX, folletos muy sencillos instruían a los curiosos en todos los aspectos de la taseomancia (del árabe tass «copa» y el griego manteia «adivinación»). La práctica se hizo muy común, no solo en la trastienda de los adivinos, sino también en los salones elegantes.

  Los métodos para leer hojas de té varían en los detalles, pero el procedimiento que se describe aquí es representativo de muchos de ellos. El té (preferiblemente de la variedad negra china o india) se prepara con hojas sueltas y se traspasa a una taza de color pálido sin la ayuda de colador. La persona a quien va a leérsele el futuro se lo bebe, y deja un poco de líquido y las hojas en el fondo. Luego remueve tres veces el poso, vuelca la taza sobre un platillo y golpea el fondo tres veces hasta que la mayoría de las hojas caen. El lector toma la taza y examina qué formas han dibujado las hojas que permanecen adheridas en el fondo y en las paredes de la taza.

  ¿Qué nos dice el poso de una taza de té? Bueno, los que leen las hojas de té aseguran ver las cosas que van a suceder. Los puntos, líneas y formas geométricas, así como las formas que recuerdan a plantas, animales u objetos tienen un significado concreto. Una única línea recta, por ejemplo, indica un plan cuidadoso y tranquilidad mental; dos líneas paralelas significan que el futuro nos depara un viaje gratificante. Un círculo bajo una cruz suele ser un mal signo que indica reclusión en prisión u hospitalización, mientras que un árbol significa éxito y una bellota buena salud. Cuanto más próxima está una figura al borde de la taza, antes sucederá el acontecimiento que representa. Un suceso representado por una imagen situada en el fondo de la taza pertenece al futuro lejano.

  Como la profesora Trelawney, muchos adivinos insisten en que solo alguien con notables habilidades psíquicas puede leer correctamente las hojas de té. Según esta teoría, las hojas son un medio para estimular los poderes intuitivos del que realiza la lectura, que será capaz de predecir el futuro y percibir verdades que de otro modo permanecen ocultas. Sin embargo, eso no impide que miles de personas sin poderes psíquicos intenten esta práctica por simple diversión. Si quieres probarlo y no tienes a mano un ejemplar de Desvelando el futuro, puedes servirte de algunas de estas interpretaciones tradicionales:

  Abeja Un encuentro con amigos

  Aguja Respeto por parte de los demás

  Alas Noticias

  Ancla Viaje

  Anillo Matrimonio

  Araña Buena suerte, dinero

  Árbol Éxito

  Arco iris Buena suerte

  Ardilla Futura riqueza

  Balanza Justicia, triunfo legal

  Bandera Peligro

  Barca Visita de un amigo

  Bastón Necesidad de apoyo

  Bellota Buena salud

  Buey Discusiones con los socios

  Burro Necesidad de paciencia

  Cabra Infortunio

  Calabaza Una relación cálida

  Campanas Buenas noticias

  Cangrejo U
n enemigo cercano

  Canguro Un viaje inesperado

  Cara Nuevos amigos

  Cardo Ambiciones elevadas

  Casa Estabilidad

  Cascada Prosperidad

  Cerdo Dificultad para relacionarse

  Cetro Más responsabilidades

  Círculo Amor

  Conejo Éxito

  Cruz Un inconveniente

  Cuerno Abundancia

  Diamante Un regalo valioso

  Dragón Cambios

  Encaje Cuestiones frágiles

  Escalera de mano Avance, movimiento, éxito

  Escaleras Se avecina una mejoría

  Escorpión El complot de un enemigo

  Espada Discusión con un amigo íntimo

  Esqueleto Enfermedad

  Estrella Buena suerte

  Flecha Una carta con malas noticias

  Flores Amor, honor, estima

  Gato Traición

  Globo Se avecinan problemas

  Guadaña Buena cosecha o un aviso de muerte

  Guante Suerte y honor

  Guitarra Se avecina un romance

  Herradura Buena suerte

  Hoja Buena suerte

  Hombre Un visitante inesperado

  Horqueta Desviación de un objetivo

  Huevo Fertilidad, mejora

  Instrumentos musicales Buena compañía

  Jarrón Un amigo necesita ayuda

  Jirafa Un malentendido

  Lagarto Enemigos desconocidos

  Lámpara Beneficio económico

  Lechuza Escándalo, mala salud

  León Amigos serviciales

  Libro Conciencia, aprendizaje

  Llave Se desvela un misterio

  Loro Un alboroto

  Luna Amor

  Mano Amistad

 

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