Ser squib no es una bendición. Su desgracia es mucho mayor que la de los muggles, porque conocen el mundo mágico y viven rodeados de magia. Son una nota discordante que algunas familia no han tenido reparos en repudiar: ocurrió con Marius Black, borrado del tapiz de la familia, o los siete hijos de Thaddeus Thurkell (1632-1692): avergonzado de su mala suerte, los transformó a todos en erizos. En su caso, la magia del número siete no le fue de mucha ayuda.
Con tanta discriminación alguien tenía que apoyarlos: Idris Oakby (1872-1985) creó la Sociedad de Apoyo a los Squibs, y fue durante el gobierno del Ministro de Magia Nobby Leach (1962-1968) cuando hubo más marchas por sus derechos. El mundo de los magos vivía con los squibs lo que los muggles con la sociedad negra, que empezaba a rebelarse contra las injusticias. Rowling no escoge las fechas por casualidad, y mientras, Idris Oakby protestaba.
Cuando un día del verano de 2008 me propuse escribir este libro, en lo que era una excusa pésima para retrasar el estudio de los exámenes, no tenía ni idea de todo lo que me esperaba. Han transcurrido muchos meses para ver el resultado final, en los que he defendido mi trabajo a capa y espada, y es justo recordar a todos los que contribuyeron a que este libro aterrizase en las librerías.
En primer lugar Vito, director de la Comunidad HarryLatino, que me ofreció sin reservas todo el arsenal mediático de su red para que no quedase rincón en el mundo al que no llegase la noticia. Su ayuda, como jefe, lector y amigo, fue de vital importancia.
Tampoco concibo este libro sin Naza, antigua reportera de El Profeta y cronistette en los tiempos libres. Fue la primera en leerlo y no quiero ni imaginar la de errores que habrían llegado a la imprenta de no ser por su buen ojo y criterio. Este libro es también un poco suyo.
Si el proceso de publicación fue una odisea, mi ítaca fue Ediciones B, a la que siempre agradeceré esta oportunidad tan arriesgada, y en concreto Lucía Luengo, que me dio un trato excelente desde el primer día. Todavía no sé qué pensó cuando me llamó para hacerme una oferta de publicación y le colgué porque tenía que atender al fontanero, pero prometo que en esos momentos saltaba de alegría. Es un alivio comprobar que mi libro está en las mejores manos.
Por último, pero no menos importante, este libro no habría nacido de no ser por J. K. Rowling, madre de Harry Potter y culpable de este enorme universo de imaginación. Mis análisis y críticas son fruto de la admiración. Gracias, Jo.
La guía secreta de Harry Potter Page 15