by Pablo Neruda
atado y sumergido sin embargo
al volumen azul de tu dulzura?
Oh dulce, dulce mía,
cambió la primavera
los muros de la isla.
Apareció una flor como una gota
de sangre anaranjada,
y luego descargaron los colores
todo su peso puro.
El mar reconquistó su transparencia,
la noche en el cielo
destacó sus racimos
y ya todas las cosas susurraron
nuestro nombre de amor, piedra por piedra
dijeron nuestro nombre y nuestro beso.
La isla de piedra y musgo
resonó en el secreto de sus grutas
como en tu boca el canto,
y la flor que nacía
entre los intersticios de la piedra
con su secreta sílaba
dijo al pasar tu nombre
de planta abrasadora
y la escarpada roca levantada
como el muro del mundo
reconoció mi canto, bienamada,
y todas las cosas dijeron
tu amor, mi amor, amada,
porque la tierra, el tiempo, el mar, la isla,
la vida, la marea,
el germen que entreabre
sus labios en la tierra,
la flor devoradora,
el movimiento de la primavera,
todo nos reconoce.
Nuestro amor ha nacido
fuera de las paredes,
en el viento,
en la noche,
en la tierra,
y por eso la arcilla y la corola,
el barro y las raíces
saben cómo te llamas,
y saben que mi boca
se juntó con la tuya
porque en la tierra nos sembraron juntos
sin que solo nosotros lo supiéramos
y que crecemos juntos
y florecemos juntos
y por eso
cuando pasamos,
tu nombre está en los pétalos
de la rosa que crece en la piedra,
mi nombre esta en las grutas.
Ellos todo lo saben,
no tenemos secretos,
hemos crecido juntos
pero no lo sabíamos.
El mar conoce nuestro amor, las piedras
de la altura rocosa
saben que nuestros besos florecieron
con pureza infinita,
como en sus intersticios una boca
escarlata amanece:
así como nuestro amor y el beso
que reéne tu boca y la mía
en una flor eterna.
Amor mío,
la primavera dulce,
flor y mar, nos rodean.
No la cambiamos
por nuestro invierno,
cuando el viento
comenzó a descifrar tu nombre
que hoy en todas las horas repite,
cuando
las hojas no sabían
que tú eras una hoja,
cuando
las raíces
no sabían que tú me buscabas
en mi pecho.
Amor, amor,
la primavera
nos ofrece el cielo,
pero la tierra oscura
es nuestro nombre,
nuestro amor pertenece
a todo el tiempo y la tierra.
Amándonos, mi brazo
bajo tu cuello de arena,
esperaremos
como cambian la tierra y el tiempo
en la isla,
como caen las hojas
de las enredaderas taciturnas,
como se va el otoño
por la ventana rota.
Pero nosotros
vamos a esperar
a nuestro amigo,
a nuestro amigo de ojos rojos,
el fuego,
cuando de nuevo el viento
sacuda las fronteras de la isla
y desconozca el nombre
de todos,
el invierno
nos buscará, amor mío,
siempre
nos buscará, porque lo conocemos,
porque no lo tememos,
porque tenemos
con nosotros
el fuego
para siempre,
tenemos
la tierra con nosotros
para siempre,
la primavera con nosotros
para siempre,
y cuando se desprenda
de las enredaderas
una hoja,
tú sabes, amor mío,
qué nombre viene escrito
en esa hoja,
un nombre que es el tuyo y es el mío,
nuestro nombre de amor, un solo
ser, la flécha
que atravesó el invierno,
el amor invencible,
el fuego de los días,
una hoja
que me cayó en el pecho,
una hoja del árbol
de la vida
que hizo nido y cantó,
que echó raíces,
que dio flores y frutos.
Y así ves, amor mío,
cómo marcho
por la isla,
por el mundo,
seguro en medio de la primavera,
loco de luz en el frío,
andando tranquilo en el fuego,
levantando tu peso
de pétalo en mis brazos
como si nunca hubiera caminado
sino contigo, alma mía,
como si no supiera caminar
sino contigo,
como si no supiera cantar
sino cuando tú cantas.
EPITHALAMIUM
Do you remember when
in winter
we reached the island?
The sea raised toward us
a crown of cold.
On the walls the climbing vines
murmured letting
dark leaves fall
as we passed.
You too were a little leaf
that trembled on my chest.
Life’s wind put you there.
At first I did not see you: I did not know
that you were walking with me,
until your roots
pierced my chest,
joined the threads of my blood,
spoke through my mouth,
flourished with me.
Thus was your inadvertent presence,
invisible leaf or branch,
and suddenly my heart
was filled with fruits and sounds.
You occupied the house
that darkly awaited you
and then you lit the lamps.
Do you remember, my love,
our first steps on the island?
The gray stones knew us,
the rain squalls,
the shouts of the wind in the shadow.
But the fire was
our only friend,
next to it we hugged
the sweet winter love
with four arms.
The fire saw our naked kiss grow
until it touched hidden stars,
and it saw grief be born and die
like a broken sword
against invincible love.
Do you remember,
oh sleeper in my shadow,
how sleep would grow
in you,
from your bare breast
open with its twin domes
toward the sea, toward the wind of the island,
and how I in your dream sailed
free, in the sea and in the wind
yet tied and sunken
in the blue volume of your sweetness?
Oh sweet, my sweet,
spring changed
the island’s walls.
A flower appeared like a drop
of orange blood,
and then the colors discharged
all their pure weight.
The sea reconquered its transparency,
night in the sky
outlined its clusters
and now all things murmured
our name of love, stone by stone
they said our name and our kiss.
The island of stone and moss
echoed in the secret of its grottoes
like the song in your mouth,
and the flower that was born
between the crevices of the stone
with its secret syllable
spoke, as it passed, your name
of blazing plant
and the steep rock, raised
like the wall of the world,
knew my song, well beloved,
and all things spoke of
your love, my love, beloved,
because earth, time, sea, island,
life, tide,
the seed that half opens
its lips in the earth,
the devouring flower,
the movement of spring,
everything recognizes us.
Our love was born
outside the walls,
in the wind,
in the night,
in the earth,
and that’s why the clay and the flower,
the mud and the roots
know your name,
and know that my mouth
joined yours
because we were sown together in the earth
and we alone did not know it
and that we grow together
and flower together
and therefore
when we pass,
your name is on the petals
of the rose that grows on the stone,
my name is in the grottoes.
They know it all,
we have no secrets,
we have grown together
but we did not know it.
The sea knows our love, the stones
of the rocky height
know that our kisses flowered
with infinite purity,
as in their crevices a scarlet
mouth dawns:
just as our love and the kiss
that joins your mouth and mine
in an eternal flower.
My love,
sweet spring,
flower and sea, surround us.
We did not change it
for our winter,
when the wind
began to decipher your name
that today at all hours it repeats,
when
the leaves did not know
that you were a leaf,
when
the roots
did not know that you were seeking me
in my breast.
Love, love,
spring
offers us the sky,
but the dark earth
is our name,
our love belongs
to all time and the earth.
Loving each other, my arm
beneath your neck of sand,
we shall wait
as earth and time change
on the island,
as the leaves fall
from the silent climbing vines,
as autumn departs
through the broken window.
But we
are going to wait for
our friend,
our red-eyed friend,
the fire,
when the wind again
shakes the frontiers of the island
and does not know the names
of everyone,
winter
will seek us, my love,
always
it will seek us, because we know it,
because we do not fear it,
because we have
with us
fire
forever,
we have
earth with us
forever,
spring with us
forever,
and when a leaf
falls
from the climbing vines,
you know, my love,
what name is written
on that leaf,
a name that is yours and mine,
our love name, a single
being, the arrow
that pierced winter,
the invincible love,
the fire of the days,
a leaf
that dropped upon my breast,
a leaf from the tree
of life
that made a nest and sang,
that put out roots,
that gave flowers and fruits.
And so you see, my love,
how I move
around the island,
around the world,
safe in the midst of spring,
crazy with light in the cold,
walking tranquil in the fire,
lifting your petal
weight in my arms
as if I had never walked
except with you, my heart,
as if I could not walk
except with you,
as if I could not sing
except when you sing.
LA CARTA EN EL CAMINO
Adiós, pero conmigo
serás, irás adentro
de una gota de sangre que circule en mis venas
o fuera, beso que me abraza el rostro
o cinturón de fuego en mi cintura.
Dulce mía, recibe
el gran amor que salió de mi vida
y que en ti no encontraba territorio
como el explorador perdido
en las islas del pan y de la miel.
Yo te encontré después
de la tormenta,
la lluvia lavó el aire
y en el agua
tus dulces pies brillaron como peces.
Adorada, me voy a mis combates.
Arañaré la tierra para hacerte una cueva
y allí tu Capitán
te esperará con flores en el lecho.
No pienses más, mi dulce,
en el tormento
que pasó entre nosotros
como un rayo de fósforo
dejándonos tal vez su quemadura.
La paz llegó también porque regreso
a luchar a mi tierra,
y como tengo el corazón completo
con la parte de sangre que me diste
para siempre,
y como
llevo
las manos llenas de tu ser desnudo,
mírame,
mírame,
mírame por el mar, que voy radiante,
mírame por la noche que navego,
y mar y noche son los ojos tuyos.
No he salido de ti cuando me alejo.
Ahora voy a contarte:
mi tierra será tuya,
yo voy a conquistarla,
no sólo para dártela,
sino que para todos,
para todo mi pueblo.
Saldrá el ladrón de su torre algún día.
Y el invasor será expulsado.
Todos los frutos de la vida
crecerán en mis manos
acostumbrados antes a la pólvora.
Y sabré acariciar las nuevas flores
porque tú me enseñaste la ternura.
Dulce mía, adorada,
vendrás conmigo a luchar cuerpo a cuerpo
porque en mi corazón viven tus besos
como banderas rojas,
y si caigo, no sólo
me cubrirá la tierra
sino este gran amor que me trajiste
y que vivió circulando en mi sangre.
Vendrás conmigo,
en esa hora te espero,
en esa hora y en todas las horas,
en todas las horas te espero.
r /> Y cuando venga la tristeza que odio
a golpear a tu puerta,
dile que yo te espero
y cuando la soledad quiera que cambies
la sortija en que está mi nombre escrito,
dile a la soledad que hable conmigo,
que yo debí marcharme
porque soy un soldado,
y que allí donde estoy,
bajo la lluvia o bajo
el fuego,
amor mío, te espero.
Te espero en el desierto más duro
y junto al limonero florecido,
en todas las partes donde esté la vida,
donde la primavera está naciendo,
amor mío, te espero.
Cuando te digan: “Ese hombre
no te quiere,” recuerda
que mis pies es tán solos en esa noche, y buscan
los dulces y pequeños pies que adoro.
Amor, cuando te digan
que te olvidé, y aun cuando
sea yo quien lo dice,
cuando yo te lo diga,
no me créas,
quién y cómo podrían
cortarte de mi pecho
y quién recibiría
mi sangre
cuando hacia ti me fuera desangrando?
Pero tampoco puedo
olvidar a mi pueblo.
Voy a luchar en cada calle,
detrás de cada piedra.
Tu amor también me ayuda:
es una flor cerrada
que cada vez me llena con su aroma
y que se abre de pronto
dentro de mí como una gran estrella.
Amor mío, es de noche.
El agua negra, el mundo
dormido me rodean.
Vendrá luego la aurora,
y yo mientras tanto te escribo
para decirte: “Tea mo.”
Para decirte “Te amo,” cuida,
limpia, levanta,
defiende
nuestro amor, alma núa.
Yo te lo dejo como si dejara
un puñado de tierra con semillas.
De nuestro amor nacerán vidas.
En nuestro amor beberán agua.
Tal vez llegará un día
en que un hombre
y una mujer, iguales
a nosotros,
tocarán este amor y aún tendrá fuerza
para quemar las manos que lo toquen.
Quiénes fuimos? Qué importa?
Tocarán este fuego
y el fuego, dulce mía, dirá tu simple nombre
y el mío, el nombre
que tu sola supiste porque tú sola
sobre la tierra sabes
quién soy, y porque nadie me conoció como una,
como una sola de tus manos,
porque nadie
supo cómo ni cuándo
mi corazón estuvo ardiendo:
tan sólo
tus grandes ojos pardos lo supieron,
tu ancha boca,
tu piel, tus pechos,
tu vientre, tus entrañas
y el alma tuya que yo desperté
para que se quedara
cantando hasta el fin de la vida.
Amor, te espero.
Adiós, amor, te espero.
Amor, amor, te espero.
Y así esta carta se termina