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The Poems of Octavio Paz

Page 14

by Octavio Paz


  tower of clarity, queen of dawn,

  lunar virgin, mother of mother sea,

  body of the world, house of death,

  I’ve been falling endlessly since my birth,

  I fall in myself without touching bottom,

  gather me in your eyes, collect

  my scattered dust and reconcile my ashes,

  bind these unjointed bones, blow over

  my being, bury me deep in your earth,

  and let your silence bring peace to thought

  that rages against itself: open

  your hand, lady of seeds that are days,

  the day is immortal, it rises and grows,

  it has just been born, its birth never ends,

  each day is a birth, each dawn is a birth

  and I am dawning, we all are dawning,

  the sun dawns with the face of the sun,

  John dawns with John’s face,

  the face of John that is everyone’s face,

  door of being, dawn and wake me,

  allow me to see the face of this day,

  allow me to see the face of this night,

  all communicates, all is transformed,

  arch of blood, bridge of the pulse,

  take me to the other side of this night,

  where I am you, we are us,

  the kingdom where pronouns are intertwined,

  door of being: open your being

  and wake, learn to be, form

  your face, develop your features, have

  a face I can see to see my face,

  to see life until its death, a face

  of the sea, bread, rocks and a fountain,

  source where all our faces dissolve

  in the nameless face, the faceless being,

  the unspeakable presence of presences . . .

  I want to go on, to go further, and cannot:

  as each moment was dropping into another

  I dreamt the dreams of dreamless stones,

  and there at the end of the years like stones

  I heard my blood, singing in its prison,

  and the sea sang with a murmur of light,

  one by one the walls gave way,

  all of the doors were broken down,

  and the sun came bursting through my forehead,

  it tore open my eyelids,

  cut loose my being from its wrappers,

  and pulled me out of myself to wake me

  from this animal sleep and its centuries of stone,

  and the sun’s magic of mirrors revived

  a crystal willow, a poplar of water,

  a tall fountain the wind arches over,

  a tree deep-rooted yet dancing still,

  a course of a river that turns, moves on,

  doubles back, and comes full circle,

  forever arriving:

  Mexico City, 1957

  * * * *

  Piedra de sol

  un sauce de cristal, un chopo de agua,

  un alto surtidor que el viento arquea,

  un árbol bien plantado mas danzante,

  un caminar de río que se curva,

  avanza, retrocede, da un rodeo

  y llega siempre: un caminar tranquilo

  de estrella o primavera sin premura,

  agua que con los párpados cerrados

  mana toda la noche profecías,

  unánime presencia en oleaje,

  ola tras ola hasta cubrirlo todo,

  verde soberanía sin ocaso

  como el deslumbramiento de las alas

  cuando se abren en mitad del cielo,

  un caminar entre las espesuras

  de los días futuros y el aciago

  fulgor de la desdicha como un ave

  petrificando el bosque con su canto

  y las felicidades inminentes

  entre las ramas que se desvanecen,

  horas de luz que pican ya los pájaros,

  presagios que se escapan de la mano,

  una presencia como un canto súbito,

  como el viento cantando en el incendio,

  una mirada que sostiene en vilo

  al mundo con sus mares y sus montes,

  cuerpo de luz filtrada por un ágata,

  piernas de luz, vientre de luz, bahías,

  roca solar, cuerpo color de nube,

  color de día rápido que salta,

  la hora centellea y tiene cuerpo,

  el mundo ya es visible por tu cuerpo,

  es transparente por tu transparencia,

  voy entre galerías de sonidos,

  fluyo entre las presencias resonantes,

  voy por las transparencias como un ciego,

  un reflejo me borra, nazco en otro,

  oh bosque de pilares encantados,

  bajo los arcos de la luz penetro

  los corredores de un otoño diáfano,

  voy por tu cuerpo como por el mundo,

  tu vientre es una plaza soleada,

  tus pechos dos iglesias donde oficia

  la sangre sus misterios paralelos,

  mis miradas te cubren como yedra,

  eres una ciudad que el mar asedia,

  una muralla que la luz divide

  en dos mitades de color durazno,

  un paraje de sal, rocas y pájaros

  bajo la ley del mediodía absorto,

  vestida del color de mis deseos

  como mi pensamiento vas desnuda,

  voy por tus ojos como por el agua,

  los tigres beben sueño en esos ojos,

  el colibrí se quema en esas llamas,

  voy por tu frente como por la luna,

  como la nube por tu pensamiento,

  voy por tu vientre como por tus sueños,

  tu falda de maíz ondula y canta,

  tu falda de cristal, tu falda de agua,

  tus labios, tus cabellos, tus miradas,

  toda la noche llueves, todo el día

  abres mi pecho con tus dedos de agua,

  cierras mis ojos con tu boca de agua,

  sobre mis huesos llueves, en mi pecho

  hunde raíces de agua un árbol líquido,

  voy por tu talle como por un río,

  voy por tu cuerpo como por un bosque,

  como por un sendero en la montaña

  que en un abismo brusco se termina,

  voy por tus pensamientos afilados

  y a la salida de tu blanca frente

  mi sombra despeñada se destroza,

  recojo mis fragmentos uno a uno

  y prosigo sin cuerpo, busco a tientas,

  corredores sin fin de la memoria,

  puertas abiertas a un salón vacío

  donde se pudren todos los veranos,

  las joyas de la sed arden al fondo,

  rostro desvanecido al recordarlo,

  mano que se deshace si la toco,

  cabelleras de arañas en tumulto

  sobre sonrisas de hace muchos años,

  a la salida de mi frente busco,

  busco sin encontrar, busco un instante,

  un rostro de relámpago y tormenta

  corriendo entre los árboles nocturnos,

  rostro de lluvia en un jardín a obscuras,

  agua tenaz que fluye a mi costado,

  busco sin encontrar, escribo a solas,

  no hay nadie, cae el día, cae el año,

  caigo con el instante, caigo a fondo,

  invisible camino sobre espejos

  que repiten mi imagen destrozada,

  piso días, instantes caminados,

  piso los pensamientos de mi sombra,<
br />
  piso mi sombra en busca de un instante,

  busco una fecha viva como un pájaro,

  busco el sol de las cinco de la tarde

  templado por los muros de tezontle:

  la hora maduraba sus racimos

  y al abrirse salían las muchachas

  de su entraña rosada y se esparcían

  por los patios de piedra del colegio,

  alta como el otoño caminaba

  envuelta por la luz bajo la arcada

  y el espacio al ceñirla la vestía

  de una piel más dorada y transparente,

  tigre color de luz, pardo venado

  por los alrededores de la noche,

  entrevista muchacha reclinada

  en los balcones verdes de la lluvia,

  adolescente rostro innumerable,

  he olvidado tu nombre, Melusina,

  Laura, Isabel, Perséfona, María,

  tienes todos los rostros y ninguno,

  eres todas las horas y ninguna,

  te pareces al árbol y a la nube,

  eres todos los pájaros y un astro,

  te pareces al filo de la espada

  y a la copa de sangre del verdugo,

  yedra que avanza, envuelve y desarraiga

  al alma y la divide de sí misma,

  escritura de fuego sobre el jade,

  grieta en la roca, reina de serpientes,

  columna de vapor, fuente en la peña,

  circo lunar, peñasco de las águilas,

  grano de anís, espina diminuta

  y mortal que da penas inmortales,

  pastora de los valles submarinos

  y guardiana del valle de los muertos,

  liana que cuelga del cantil del vértigo,

  enredadera, planta venenosa,

  flor de resurrección, uva de vida,

  señora de la flauta y del relámpago,

  terraza del jazmín, sal en la herida,

  ramo de rosas para el fusilado,

  nieve en agosto, luna del patíbulo,

  escritura del mar sobre el basalto,

  escritura del viento en el desierto,

  testamento del sol, granada, espiga,

  rostro de llamas, rostro devorado,

  adolescente rostro perseguido

  años fantasmas, días circulares

  que dan al mismo patio, al mismo muro,

  arde el instante y son un solo rostro

  los sucesivos rostros de la llama,

  todos los nombres son un solo nombre,

  todos los rostros son un solo rostro,

  todos los siglos son un solo instante

  y por todos los siglos de los siglos

  cierra el paso al futuro un par de ojos,

  no hay nada frente a mí, sólo un instante

  rescatado esta noche, contra un sueño

  de ayuntadas imágenes soñado,

  duramente esculpido contra el sueño,

  arrancado a la nada de esta noche,

  a pulso levantado letra a letra,

  mientras afuera el tiempo se desboca

  y golpea las puertas de mi alma

  el mundo con su horario carnicero,

  sólo un instante mientras las ciudades,

  los nombres, los sabores, lo vivido,

  se desmoronan en mi frente ciega,

  mientras la pesadumbre de la noche

  mi pensamiento humilla y mi esqueleto,

  y mi sangre camina más despacio

  y mis dientes se aflojan y mis ojos

  se nublan y los días y los años

  sus horrores vacíos acumulan,

  mientras el tiempo cierra su abanico

  y no hay nada detrás de sus imágenes

  el instante se abisma y sobrenada

  rodeado de muerte, amenazado

  por la noche y su lúgubre bostezo,

  amenazado por la algarabía

  de la muerte vivaz y enmascarada

  el instante se abisma y se penetra,

  como un puño se cierra, como un fruto

  que madura hacia dentro de sí mismo

  y a sí mismo se bebe y se derrama

  el instante translúcido se cierra

  y madura hacia dentro, echa raíces,

  crece dentro de mí, me ocupa todo,

  me expulsa su follaje delirante,

  mis pensamientos sólo son sus pájaros,

  su mercurio circula por mis venas,

  árbol mental, frutos sabor de tiempo,

  oh vida por vivir y ya vivida,

  tiempo que vuelve en una marejada

  y se retira sin volver el rostro,

  lo que pasó no fue pero está siendo

  y silenciosamente desemboca

  en otro instante que se desvanece:

  frente a la tarde de salitre y piedra

  armada de navajas invisibles

  una roja escritura indescifrable

  escribes en mi piel y esas heridas

  como un traje de llamas me recubren,

  ardo sin consumirme, busco el agua

  y en tus ojos no hay agua, son de piedra,

  y tus pechos, tu vientre, tus caderas

  son de piedra, tu boca sabe a polvo,

  tu boca sabe a tiempo emponzoñado,

  tu cuerpo sabe a pozo sin salida,

  pasadizo de espejos que repiten

  los ojos del sediento, pasadizo

  que vuelve siempre al punto de partida,

  y tú me llevas ciego de la mano

  por esas galerías obstinadas

  hacia el centro del círculo y te yergues

  como un fulgor que se congela en hacha,

  como luz que desuella, fascinante

  como el cadalso para el condenado,

  flexible como el látigo y esbelta

  como un arma gemela de la luna,

  y tus palabras afiladas cavan

  mi pecho y me despueblan y vacían,

  uno a uno me arrancas los recuerdos,

  he olvidado mi nombre, mis amigos

  gruñen entre los cerdos o se pudren

  comidos por el sol en un barranco,

  no hay nada en mí sino una larga herida,

  una oquedad que ya nadie recorre,

  presente sin ventanas, pensamiento

  que vuelve, se repite, se refleja

  y se pierde en su misma transparencia,

  conciencia traspasada por un ojo

  que se mira mirarse hasta anegarse

  de claridad: yo vi tu atroz escama,

  Melusina, brillar verdosa al alba,

  dormías enroscada entre las sábanas

  y al despertar gritaste como un pájaro

  y caíste sin fin, quebrada y blanca,

  nada quedó de ti sino tu grito,

  y al cabo de los siglos me descubro

  con tos y mala vista, barajando

  viejas fotos: no hay nadie, no eres nadie,

  un montón de ceniza y una escoba,

  un cuchillo mellado y un plumero,

  un pellejo colgado de unos huesos,

  un racimo ya seco, un hoyo negro

  y en el fondo del hoyo los dos ojos

  de una niña ahogada hace mil años,

  miradas enterradas en un pozo,

  miradas que nos ven desde el principio,

  mirada niña de la madre vieja

  que ve en el hijo grande un padre joven,

  mirada madre de la niña sola

  que ve en el padre grande un hijo niño,

  miradas que nos miran desde el fondo

  de la vida y son trampas de la muerte

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sp; —¿o es al revés: caer en esos ojos

  es volver a la vida verdadera?,

  ¡caer, volver, soñarme y que me sueñen

  otros ojos futuros, otra vida,

  otras nubes, morirme de otra muerte!

  —esta noche me basta, y este instante

  que no acaba de abrirse y revelarme

  dónde estuve, quién fui, cómo te llamas,

  cómo me llamo yo: ¿hacía planes

  para el verano—y todos los veranos—

  en Christopher Street, hace diez años,

  con Filis que tenía dos hoyuelos

  donde bebían luz los gorriones?,

  ¿por la Reforma Carmen me decía

  «no pesa el aire, aquí siempre es octubre»,

  o se lo dijo a otro que he perdido

  o yo lo invento y nadie me lo ha dicho?,

  ¿caminé por la noche de Oaxaca,

  inmensa y verdinegra como un árbol,

  hablando solo como el viento loco

  y al llegar a mi cuarto—siempre un cuarto—

  no me reconocieron los espejos?,

  ¿desde el hotel Vernet vimos al alba

  bailar con los castaños—«ya es muy tarde»

  decías al peinarte y yo veía

  manchas en la pared, sin decir nada?,

  ¿subimos juntos a la torre, vimos

  caer la tarde desde el arrecife?,

  ¿comimos uvas en Bidart?, ¿compramos

  gardenias en Perote?, nombres, sitios,

  calles y calles, rostros, plazas, calles,

  estaciones, un parque, cuartos solos,

  manchas en la pared, alguien se peina,

  alguien canta a mi lado, alguien se viste,

  cuartos, lugares, calles, nombres, cuartos,

  Madrid, 1937,

  en la Plaza del Ángel las mujeres

  cosían y cantaban con sus hijos,

  después sonó la alarma y hubo gritos,

  casas arrodilladas en el polvo,

  torres hendidas, frentes escupidas

  y el huracán de los motores, fijo:

  los dos se desnudaron y se amaron

  por defender nuestra porción eterna,

  nuestra ración de tiempo y paraíso,

  tocar nuestra raíz y recobrarnos,

  recobrar nuestra herencia arrebatada

  por ladrones de vida hace mil siglos,

  los dos se desnudaron y besaron

  porque las desnudeces enlazadas

  saltan el tiempo y son invulnerables,

  nada las toca, vuelven al principio,

  no hay tú ni yo, mañana, ayer ni nombres,

  verdad de dos en sólo un cuerpo y alma,

  oh ser total . . . cuartos a la deriva

  entre ciudades que se van a pique,

  cuartos y calles, nombres como heridas,

  el cuarto con ventanas a otros cuartos

 

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