The Poems of Octavio Paz

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The Poems of Octavio Paz Page 21

by Octavio Paz


  helix of seventeen syllables drawn on the sea,

  not by Bashō: by my eyes, the sun and the birds,

  today, at about four, at the latitude of Mauritania.

  A wave explodes: salt butterflies.

  Metamorphosis into the identical. At this same moment,

  Delhi and its red stones, its muddy river,

  its white domes, its centuries in smithereens,

  transform: weightless structures,

  almost mental crystallizations. Dizziness,

  vertigo high above a mirror. The garden sinks.

  Now it is a name with no substance.

  The signs are erased: I watch clarity

  * * * *

  El Balcón

  Quieta

  en mitad de la noche

  no a la deriva de los siglos

  no tendida clavada

  como idea fija

  en el centro de la incandescencia

  Delhi Dos sílabas altas

  rodeadas de arena e insomnio

  En voz baja las digo

  Nada se mueve

  pero la hora crece se dilata

  Es el verano

  marejada que se derrama

  Oigo la vibración del cielo bajo

  sobre los llanos en letargo

  Masas enormes cónclaves obscenos

  nubes llenas de insectos

  aplastan indecisos bultos enanos

  (Mañana tendrán nombre

  erguidos serán casas

  mañana serán árboles)

  Nada se mueve

  La hora es más grande yo más solo

  clavado en el centro del torbellino

  Si extiendo la mano

  un cuerpo fofo el aire

  un ser promiscuo sin cara

  Acodado al balcón veo

  (No te apoyes,

  si estás solo, contra la balaustrada,

  dice el poeta chino)

  No es la altura ni la noche y su luna

  no son los infinitos a la vista

  es la memoria y sus vértigos

  Esto que veo esto que gira

  son las acechanzas las trampas

  detrás no hay nada

  son las fechas y sus remolinos

  (Trono de hueso trono del mediodía

  aquella isla En su cantil leonado

  por un instante vi la vida verdadera

  Tenía la cara de la muerte

  eran el mismo rostro disuelto

  en el mismo mar centelleante)

  Lo que viviste hoy te desvive

  no estás allá aquí

  estoy aquí en mi comienzo

  No me reniego me sustento

  Acodado al balcón veo

  nubarrones y un pedazo de luna

  lo que está aquí visible

  casas gente lo real presente

  vencido por la hora lo que está aquí

  invisible mi horizonte

  Si es un comienzo este comienzo

  no principia conmigo con él comienzo

  en él me perpetúo

  Acodado al balcón

  veo esta lejanía tan próxima

  No sé cómo nombrarla

  aunque la toco con el pensamiento

  La noche que se va a pique

  la ciudad como un monte caído

  blancas luces azules amarillas

  faros súbitos paredes de infamia

  y los racimos terribles

  las piñas de hombres y bestias por el suelo

  y la maraña de sus sueños enlazados

  Vieja Delhi fétida Delhi

  callejas y plazuelas y mezquitas

  como un cuerpo acuchillado

  como un jardín enterrado

  Desde hace siglos llueve polvo

  tu manto son las tolvaneras

  tu almohada un ladrillo roto

  En una hoja de higuera

  comes las sobras de tus dioses

  tus templos son burdeles de incurables

  estás cubierta de hormigas

  corral desamparado mausoleo desmoronado

  estás desnuda como un cadáver profanado

  te arrancaron joyas y mortaja

  Estabas cubierta de poemas

  todo tu cuerpo era escritura

  acuérdate recobra la palabra

  eres hermosa sabes hablar cantar bailar

  Delhi dos torres

  plantadas en el llano dos sílabas altas

  Yo las digo en voz baja

  acodado al balcón clavado

  no en el suelo en su vértigo

  en el centro de la incandescencia

  Estuve allá no sé adónde

  Estoy aquí no sé es dónde

  No la tierra el tiempo

  en sus manos vacías me sostiene

  Noche y luna movimientos de nubes

  temblor de árboles estupor del espacio

  infinito y violencia en el aire

  polvo iracundo que despierta

  encienden luces en el puerto aéreo

  rumor de cantos por el Fuerte Rojo

  Lejanías pasos de un peregrino son errante

  sobre este frágil puente de palabras

  La hora me levanta

  hambre de encarnación padece el tiempo

  Más allá de mí mismo

  en algún lado aguardo mi llegada

  El mausoleo de Humayún

  Al debate de las avispas

  la dialéctica de los monos

  gorjeos de las estadísticas

  opone (alta llama rosa

  hecha de piedra y aire y pájaros

  tiempo en reposo sobre el agua)

  la arquitectura del silencio

  En los jardines de los Lodi

  A Claude Esteban

  En el azul unánime

  los domos de los mausoleos

  —negros, reconcentrados, pensativos—

  emitieron de pronto pájaros

  El día en Udaipur

  Blanco el palacio,

  blanco en el lago negro.

  Lingam y yoni.

  Como la diosa al dios

  tú me rodeas, noche.

  Fresca terraza.

  Eres inmensa, inmensa

  a la medida.

  Estrellas inhumanas.

  Pero la hora es nuestra.

  Caigo y me elevo,

  ardo y me anego. ¿Sólo

  tienes un cuerpo?

  Pájaros sobre el agua,

  alba sobre los párpados.

  Ensimismados,

  altos como la muerte,

  brotan los mármoles.

  Encallan los palacios,

  blancura a la deriva.

  Mujeres, niños

  por los caminos: frutas

  desparramadas.

  ¿Harapos o relámpagos?

  Procesión en el llano.

  Sonora y fresca

  por brazos y tobillos

  canta la plata.

  Con un traje alquilado

  el niño va a su boda.

  La ropa limpia

  tendida entre las piedras.

  Mírala y calla.

  En el islote chillan

  monos de culo rojo.

  Cuelga del muro,

  obscuro sol en celo,

  un avispero.

  También mi frente es sol

  de pensamientos negros.

  Moscas y sangre.

  En el patio de Kali

  trisca un cabrito.

  Del mismo plato comen

  dioses, hombres y bestias.

 
; Sobre el dios pálido

  la diosa negra baila,

  decapitada.

  Calor, hora rajada,

  y esos mangos podridos . . .

  Tu frente, el lago:

  lisos, sin pensamientos.

  Salta una trucha.

  Luces sobre las aguas:

  ánimas navegantes.

  Ondulaciones:

  ocre el llano—y la grieta . . .

  Tu ropa al lado.

  Sobre tu cuerpo en sombra

  estoy como una lámpara.

  Viva balanza:

  los cuerpos enlazados

  sobre el vacío.

  El cielo nos aplasta,

  el agua nos sostiene.

  Abro los ojos:

  nacieron muchos árboles

  hoy por la noche.

  Esto que he visto y digo,

  el sol, blanco, lo borra.

  El otro

  Se inventó una cara. Detrás de ella

  vivió, murió y resucitó

  muchas veces. Su cara

  hoy tiene las arrugas de esa cara.

  Sus arrugas no tienen cara.

  Epitafio de una vieja

  La enterraron en la tumba familiar

  y en las profundidades

  tembló el polvo del que fue su marido.

  Felicidad en Herat

  A Carlos Pellicer

  Vine aquí

  como escribo estas líneas,

  sin idea fija:

  una mezquita azul y verde,

  seis minaretes truncos,

  dos o tres tumbas,

  memorias de un poeta santo,

  los nombres de Timur y su linaje.

  Encontré al viento de los cien días.

  Todas las noches las cubrió de arena,

  acosó mi frente, me quemó los párpados.

  La madrugada: dispersión de pájaros

  y ese rumor de agua entre piedras

  que son los pasos campesinos.

  (Pero el agua sabía a polvo.)

  Murmullos en el llano,

  apariciones desapariciones,

  ocres torbellinos

  insubstanciales como mis pensamientos.

  Vueltas y vueltas

  en un cuarto de hotel o en las colinas:

  la tierra un cementerio de camellos

  y en mis cavilaciones siempre

  los mismos rostros que se desmoronan.

  ¿El viento, el señor de las ruinas,

  es mi único maestro?

  Erosiones:

  el menos crece más y más.

  En la tumba del santo,

  hondo en el árbol seco,

  clavé un clavo, no,

  como los otros, contra el mal de ojo:

  contra mí mismo. (Algo dije:

  palabras que se lleva el viento.)

  Una tarde pactaron las alturas.

  Sin cambiar de lugar caminaron los chopos.

  Sol en los azulejos, súbitas primaveras.

  En el Jardín de las Señoras

  subí a la cúpula turquesa.

  Minaretes tatuados de signos:

  la escritura cúfica, más allá de la letra,

  se volvió transparente.

  No tuve la visión sin imágenes,

  no vi girar las formas hasta desvanecerse

  en claridad inmóvil,

  el ser ya sin substancia del sufí.

  No bebí plenitud en el vacío

  ni vi las treinta y dos señales

  del bodisatva cuerpo de diamante.

  Vi un cielo azul y todos los azules,

  del blanco al verde

  todo el abanico de los álamos

  y sobre el pino, más aire que pájaro,

  el mirlo blanquinegro.

  Vi al mundo reposar en sí mismo.

  Vi las apariencias.

  Y llamé a esa media hora:

  Perfección de lo Finito.

  Efectos del bautismo

  El joven Hassan,

  por casarse con una cristiana,

  se bautizó. El cura,

  como a un vikingo,

  lo llamó Erik. Ahora

  tiene dos nombres

  y una sola mujer.

  Prueba

  Si el hombre es polvo

  esos que andan por el llano

  son hombres

  Pueblo

  Las piedras son tiempo El viento

  siglos de viento Los árboles son tiempo

  las gentes son piedras El viento

  vuelve sobre sí mismo y se entierra

  en el día de piedra

  No hay agua pero brillan los ojos

  Himachal Pradesh (1)

  A Juan Liscano

  Vi

  al pie de los contrafuertes

  la dispersión de los horizontes

  (En un cráneo de caballo

  una colmena de abejas atareadas)

  Vi

  el vértigo petrificado

  el jardín suspendido de la asfixia

  (Una mariposa atigrada

  inmóvil sobre la punta de un aroma)

  Vi

  las montañas de los sabios

  donde el viento destroza a las águilas

  (Una niña y una vieja en los huesos

  cargar fardos más grandes que estos montes)

  Madrugada al raso

  Los labios y las manos del viento

  el corazón del agua un eucalipto

  el campamento de las nubes

  la vida que nace cada día

  la muerte que nace cada vida

  Froto mis párpados:

  el cielo anda en la tierra

  Intermitencias del oeste (3)

  (México: Olimpiada de 1968)

  A Dore y Adja Yunkers

  La limpidez (quizá valga la pena

  escribirlo sobre la limpieza

  de esta hoja) no es límpida:

  es una rabia (amarilla y negra

  acumulación de bilis en español)

  extendida sobre la página.

  ¿Por qué?La vergüenza es ira

  vuelta contra uno mismo: si

  una nación entera se avergüenza

  es león que se agazapa

  para saltar. (Los empleados

  municipales lavan la sangre

  en la Plaza de los Sacrificios.)

  Mira ahora, manchada

  antes de haber dicho algo

  que valga la pena la limpidez.

  Un anochecer

  ¿Qué la sostiene, entreabierta

  claridad anochecida,

  luz por los jardines suelta?

  Todas las ramas, vencidas

  por un agobio de pájaros,

  hacia lo obscuro se inclinan.

  Sobre las bardas—intactos:

  todavía resplandores—

  instantes ensimismados.

  Para recibir la noche

  se cambian las arboledas

  en callados surtidores.

  Cae un pájaro, la yerba

  ensombrece, los confines

  se borran, la cal es negra,

  el mundo es menos creíble.

  La exclamación

  Quieto no en la rama

  en el aire No en el aire

  en el instante el colibrí

  Lectura de John Cage

  Leído desleído:

  Music without measurements,

  sounds passing through circumstances.

  Dentro de mí los oigo pasar afuera,

  fuera de mí los veo pasar conmigo.

  Yo soy la circ
unstancia.

  Música:

  oigo adentro lo que veo afuera,

  veo dentro lo que oigo fuera.

  (No puedo oírme oír: Duchamp.) Soy

  una arquitectura de sonidos

  instantáneos sobre

  un espacio que se desintegra. (Everything

  we come across is to the point.) La música

  inventa al silencio, la arquitectura

  inventa al espacio. Fábricas de aire.

  El silencio es el espacio de la música:

  un espacio inextenso:

  no hay silencio

  salvo en la mente.

  El silencio es una idea,

  la idea fija de la música.

  La música no es una idea: es movimiento,

  sonidos caminando sobre el silencio.

  (Not one sound fears the silence that extinguishes it.)

  Silencio es música, música no es silencio.

  El saber no es saber: recobrar la ignorancia,

  saber del saber.

  No es lo mismo

  oír los pasos de esta tarde

  entre los árboles y las casas que

  ver la misma tarde ahora

  entre los mismos árboles y casas después de leer

  Silence:nirvana es samsara,

  silencio es música.

  (Let life obscure the difference between art and life.)

  Música no es silencio: no es decir

  lo que dice el silencio, es decir

  lo que no dice.

  Silencio no tiene sentido,

  sentido no tiene silencio.

  Sin ser oída la música se desliza entre ambos.

  (Every something is an echo of nothing.)

  En el silencio de mi cuarto el rumor de mi cuerpo:

  inaudito. Un día oiré sus pensamientos.

  La tarde

  se ha detenido: no obstante—camina.

  Mi cuerpo oye al cuerpo de mi mujer (a cable of sound)

  y le responde: esto se llama música.

  La música es real, el silencio es una idea.

  John Cage es japonés y no es una idea:

  es sol sobre nieve. Sol y nieve no son lo mismo:

  el sol es nieve y la nieve es nieve o

  el sol no es nieve ni la nieve es nieve

  o John Cage no es americano

  (U.S.A. is determined to keep the Free World free,

  U.S.A. determined) o

  John Cage es americano (that the U.S.A. may become

  just another part of the world. No more, no less.)

 

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