The Poems of Octavio Paz

Home > Fantasy > The Poems of Octavio Paz > Page 22
The Poems of Octavio Paz Page 22

by Octavio Paz


  La nieve no es sol, la música no es silencio,

  el sol es nieve, el silencio es música.

  (The situation must be Yes-and-No, not either-or)

  Entre el silencio y la música, el arte y la vida,

  la nieve y el sol hay un hombre.

  Ese hombre es John Cage (committed

  to the nothing in between).Dice una palabra:

  no nieve no sol, una palabra

  que no es silencio:

  A year from Monday you will hear it.

  La tarde se ha vuelto invisible.

  Concierto en el jardín

  (Vina y mridangam)

  A Carmen Figueroa de Meyer

  Llovió.

  La hora es un ojo inmenso.

  En ella andamos como reflejos.

  El río de la música

  entra en mi sangre.

  Si digo: cuerpo, contesta: viento.

  Si digo: tierra, contesta: ¿dónde?

  Se abre, flor doble, el mundo:

  tristeza de haber venido,

  alegría de estar aquí.

  Ando perdido en mi propio centro.

  Prójimo lejano

  Anoche un fresno

  a punto de decirme

  algo—callóse.

  Escritura

  Yo dibujo estas letras

  como el día dibuja sus imágenes

  y sopla sobre ellas y no vuelve

  Concorde

  A Carlos Fuentes

  Arriba el agua

  abajo el bosque

  el viento por los caminos

  Quietud del pozo

  El cubo es negro El agua firme

  El agua baja hasta los árboles

  El cielo sube hasta los labios

  Viento entero

  El presente es perpetuo

  Los montes son de hueso y son de nieve

  están aquí desde el principio

  El viento acaba de nacer sin edad

  como la luz y como el polvo Molino de sonidos

  el bazar tornasolea timbres motores radios

  el trote pétreo de los asnos opacos

  cantos y quejas enredados

  entre las barbas de los comerciantes

  alto fulgor a martillazos esculpido

  En los claros de silencio estallan

  los gritos de los niños Príncipes en harapos

  a la orilla del río atormentado

  rezan orinan meditan

  El presente es perpetuo

  Se abren las compuertas del año el día salta

  ágata

  El pájaro caído

  entre la calle Montalambert y la de Bac

  es una muchacha detenida

  sobre un precipicio de miradas

  Si el agua es fuego llama

  En el centro de la hora redonda encandilada

  potranca alazana

  Un haz de chispas una muchacha real

  entre las casas y las gentes espectrales

  Presencia chorro de evidencias

  yo vi a través de mis actos irreales

  la tomé de la mano juntos atravesamos

  los cuatro espacios los tres tiempos

  pueblos errantes de reflejos

  y volvimos al día del comienzo

  El presente es perpetuo 21 de junio

  hoy comienza el verano Dos o tres pájaros

  inventan un jardín Tú lees y comes un durazno

  sobre la colcha roja desnuda

  como el vino en el cántaro de vidrio

  Un gran vuelo de cuervos

  En Santo Domingo mueren nuestros hermanos

  Si hubiera parque no estarían ustedes aquí

  Nosotros nos roemos los codos

  En los jardines de su alcázar de estío

  Tipú Sultán plantó el árbol de los jacobinos

  luego distribuyó pedazos de vidrio

  entre los oficiales ingleses prisioneros

  y ordenó que se cortasen el prepucio

  y se lo comiesen El siglo

  se ha encendido en nuestras tierras

  ¿Con su lumbre las manos abrasadas

  los constructores de catedrales y pirámides

  levantarán sus casas transparentes?

  El presente es perpetuo

  El sol se ha dormido entre tus pechos

  La colcha roja es negra y palpita

  Ni astro ni alhaja fruta

  tú te llamas dátil Datia

  castillo de sal si puedes mancha escarlata

  sobre la piedra empedernida

  Galerías terrazas escaleras

  desmanteladas salas nupciales

  del escorpión Ecos repeticiones

  relojería erótica deshora

  Tú recorres

  los patios taciturnos bajo la tarde impía

  manto de agujas en tus hombros indemnes

  Si el fuego es agua eres una gota diáfana

  la muchacha real transparencia del mundo

  El presente es perpetuo Los montes

  soles destazados

  petrificada tempestad ocre El viento rasga

  ver duele

  El cielo es otro abismo más alto

  Garganta de Salang

  la nube negra sobre la roca negra

  El puño de la sangre golpea puertas de piedra

  Sólo el agua es humana

  en estas soledades despeñadas

  Sólo tus ojos de agua humana Abajo

  en el espacio hendido

  el deseo te cubre con sus dos alas negras

  Tus ojos se abren y se cierran animales fosforescentes

  Abajo el desfiladero caliente

  la ola que se dilata y se rompe tus piernas abiertas

  el salto blanco

  la espuma de nuestros cuerpos abandonados

  El presente es perpetuo

  El morabito regaba la tumba del santo

  sus barbas eran más blancas que las nubes

  Frente al moral al flanco del torrente

  repetiste mi nombre dispersión de sílabas

  Un adolescente de ojos verdes

  te regaló una granada Al otro lado del Amu-Darya

  humeaban las casitas rusas

  El son de la flauta uzbek

  era otro río invisible y más puro

  En la barcaza el batelero estrangulaba pollos

  El país es una mano abierta sus líneas

  signos de un alfabeto roto

  Osamentas de reses en el llano

  Bactriana estatua pulverizada

  yo recogí del polvo unos cuantos nombres

  Por esas sílabas caídas

  granos de una granada cenicienta

  juro ser tierra y viento remolino

  sobre tus huesos

  El presente es perpetuo

  La noche entra con todos sus árboles

  noche de insectos eléctricos y fieras de seda

  noche de yerbas que andan sobre los muertos

  conjunción de aguas que vienen de lejos

  murmullos los universos se desgranan

  un mundo cae se enciende una semilla

  cada palabra palpita Oigo tu latir en la sombra

  enigma en forma de reloj de arena mujer dormida

  Espacio espacios animados

  Anima mundi materia maternal

  perpetua desterrada de sí misma

  y caída perpetua en su entraña vacía Anima mundi

  madre de las razas errantes de los soles y los hombres

  Emigran los espacios el presente es perpetuo

  En el pico del mundo se acarician

  Shiva y Párvati
Cada caricia dura un siglo

  para el dios y para el hombre un mismo tiempo

  un mismo despeñarse Lahor

  río rojo barcas negras

  entre dos tamarindos una niña descalza

  y su mirar sin tiempo Un latido idéntico

  muerte y nacimiento

  Entre el cielo y la tierra suspendidos

  unos cuantos álamos

  vibrar de luz más que vaivén de hojas ¿suben o bajan?

  El presente es perpetuo Llueve sobre mi infancia

  llueve sobre el jardín de la fiebre

  flores de sílex árboles de humo

  En una hoja de higuera tú navegas

  por mi frente La lluvia no te moja

  eres la llama de agua la gota diáfana de fuego

  derramada sobre mis párpados

  Yo veo a través de mis actos irreales

  el mismo día que comienza Gira el espacio

  arranca sus raíces el mundo

  No pesan más que el alba nuestros cuerpos tendidos

  Madrigal

  Más transparente

  que esa gota de agua

  entre los dedos de la enredadera

  mi pensamiento tiende un puente

  de ti misma a ti misma Mírate

  más real que el cuerpo que habitas

  fija en el centro de mi frente

  Naciste para vivir en una isla

  Con los ojos cerrados

  Con los ojos cerrados

  te iluminas por dentro

  eres la piedra ciega

  Noche a noche te labro

  con los ojos cerrados

  eres la piedra franca

  Nos volvemos inmensos

  sólo por conocernos

  con los ojos cerrados

  Pasaje

  Más que aire más que agua

  más que labios ligera ligera

  Tu cuerpo es la huella de tu cuerpo

  Maithuna

  Mis ojos te descubren

  desnuda y te cubren

  con una lluvia cálida

  de miradas

  *

  Una jaula de sonidos abierta

  en plena mañana más blanca

  que tus nalgas en plena noche

  tu risa o más bien tu follaje

  tu camisa de luna al saltar de la cama

  Luz cernida la espiral cantante

  devana la blancura Aspa

  X plantada en un abra

  *

  Mi día en tu noche

  revienta Tu grito

  salta en pedazos La noche

  esparce tu cuerpo

  Resaca tus cuerpos

  se anudan

  Otra vez tu cuerpo

  *

  Hora vertical la sequía

  mueve sus ruedas espejeantes

  Jardín de navajas festín de falacias

  Por esas reverberaciones entras

  ilesa en el río de mis manos

  *

  Más rápida que la fiebre

  nadas en lo obscuro tu sombra es más clara

  entre las caricias tu cuerpo es más negro

  Saltas a la orilla de lo improbable

  toboganes de cómo cuando porque sí

  Tu risa incendia tu ropa tu risa

  moja mi frente mis ojos mis razones

  Tu cuerpo incendia tu sombra

  Te meces en el trapecio del miedo

  los terrores de tu infancia me miran

  desde tus ojos de precipicio abiertos

  en el acto de amor sobre el precipicio

  Tu cuerpo es más claro tu sombra es más negra

  Tú ríes sobre tus cenizas

  *

  Lengua borgoña de sol flagelado

  lengua que lame tu país de dunas insomnes

  cabellera lengua de látigos

  lenguajes

  sobre tu espalda desatados entrelazados

  sobre tus senos escritura que te escribe

  con letras aguijones te niega

  con signos tizones vestidura que te desviste

  escritura que te viste de adivinanzas

  escritura en la que me entierro Cabellera

  gran noche súbita sobre tu cuerpo

  jarra de vino caliente derramado

  sobre las tablas de la ley

  nudo de aullidos y nube de silencios

  racimo de culebras racimo de uvas

  pisoteadas por las heladas plantas de la luna

  lluvia de manos de hojas de dedos de viento

  sobre tu cuerpo sobre mi cuerpo sobre tu cuerpo

  Cabellera follaje del árbol de huesos

  el árbol de raíces aéreas que beben noche en el sol

  El árbol carnal El árbol mortal

  *

  Anoche en tu cama

  éramos tres:

  tú yo la luna

  *

  Abro los labios de tu noche

  húmedas oquedades ecos

  desnacimientos: blancor

  súbito de agua desencadenada

  *

  Dormir dormir en ti

  o mejor despertar abrir los ojos

  en tu centro negro blanco negro

  blanco Ser sol insomne

  que tu memoria quema (y

  la memoria de mí en tu memoria)

  *

  Y nueva nubemente sube

  savia (salvia te llamo

  llama) El tallo

  estalla (Llueve

  nieve ardiente) Mi lengua está

  allá (En la nieve se quema

  tu rosa) Está

  ya (sello tu sexo)

  el alba

  salva

  Eje

  Por el arcaduz de sangre

  mi cuerpo en tu cuerpo manantial de noche

  mi lengua de sol en tu bosque artesa tu cuerpo

  trigo rojo yo Por el arcaduz de hueso

  yo noche yo agua yo bosque que avanza

  yo lengua yo cuerpo

  yo hueso de sol

  Por el arcaduz de noche manantial de cuerpos

  tú noche del trigo tú bosque en el sol

  tú agua que espera tú artesa de huesos

  Por el arcaduz de sol mi noche en tu noche

  mi sol en tu sol mi trigo en tu artesa

  tu bosque en mi lengua Por el arcaduz del cuerpo

  el agua en la noche tu cuerpo en mi cuerpo

  Manantial de huesos Manantial de soles

  Custodia

  Domingo en la isla de Elefanta

  Imprecación

  Al pie de las sublimes esculturas,

  desfiguradas por los musulmanes y los portugueses,

  la multitud ha dejado un picnic de basura

  para los cuervos y los perros.

  Yo la condeno a renacer cien veces

  en un muladar, como a los otros,

  por eones, en carne viva han de tallarlos

  en el infierno de los mutiladores de estatuas.

  Invocación

  Shiva y Párvati: los adoramos

  no como a dioses, como a imágenes

  de la divinidad de los hombres.

  Ustedes son lo que el hombre hace y no es,

  lo que el hombre ha de ser

  cuando pague la condena del quehacer.

  Shiva: tus cuatro brazos son cuatro ríos,

  cuatro surtidores. Todo tu ser es una fuente

  y en ella se baña la linda Párvati,

  en ella se mece como una barca graciosa.

  El mar palpita bajo el sol:

  son los gruesos labios de Shiva que sonríe;

&nbs
p; el mar es una larga llamarada:

  son los pasos de Párvati sobre las aguas.

  Shiva y Párvati: la mujer que es mi mujer

  y yo, nada les pedimos, nada

  que sea del otro mundo: sólo

  la luz sobre el mar,

  la luz descalza sobre el mar y la tierra dormidos.

  Cuento de dos jardines

  Una casa, un jardín, no son lugares:

  giran, van y vienen. Sus apariciones

  abren en el espacio otro espacio,

  otro tiempo en el tiempo. Sus eclipses

  no son abdicaciones: nos quemaría

  la vivacidad de uno de esos instantes

  si durase otro instante. Estamos condenados

  a matar al tiempo: así morimos,

  poco a poco. Un jardín no es un lugar.

  Por un sendero de arena rojiza

  entramos en una gota de agua,

  bebemos en su centro verdes claridades,

  por la espiral de las horas ascendemos

  hasta la punta del día descendemos

  hasta la consumación de su brasa.

  Fluye el jardín en la noche río de rumores.

  Aquel de Mixcoac, abandonado,

  cubierto de cicatrices, era un cuerpo

  a punto de desplomarse. Yo era niño

  y el jardín se parecía a mi abuelo.

  Trepaba por sus rodillas vegetales

  sin saber que lo habían condenado.

  El jardín lo sabía: esperaba su destrucción

  como el sentenciado el hacha.

  La higuera era la diosa, la Madre.

  Zumbar de insectos coléricos,

  los sordos tambores de la sangre,

  el sol y su martillo,

  el verde abrazo de innumerables brazos.

  La incisión del tronco: el mundo se entreabrió.

  Yo creí que había visto a la muerte: vi

  la otra cara del ser, la vacía,

  el fijo resplandor sin atributos.

  Se agolpan, en la frente del Ajusco,

  las blancas confederaciones. Ennegrecen,

  son ya una masa cárdena,

  una protuberancia enorme que se desgarra:

  el galope del aguacero cubre todo el llano.

  Llueve sobre lavas: danza el agua

  sobre la piedra ensangrentada. Luz, luz:

  substancia del tiempo y sus inventos.

  Meses como espejos,

  uno en el otro reflejado y anulado.

  Días en que no pasa nada,

  contemplación de un hormiguero,

 

‹ Prev