El Diccionario del Mago

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El Diccionario del Mago Page 17

by Allan Zola Kronzek


  La alianza entre Iglesia y Estado en su oposición frente a la magia continuó a lo largo de la Edad Media. De todos modos, las creencias y prácticas mágicas, sobre todo las que estaban asociadas con la medicina popular (curandería mágica), siguieron transmitiéndose en secreto y entraron a formar parte del repertorio de los «hombres ingeniosos» o brujos de aldea de los siglos posteriores (véanse herbología, mago).

  Magia en la literatura medieval

  A partir de mediados del siglo XII, la magia empezó a verse bajo una luz mucho más atractiva, al menos por parte de los escritores de ficción. Primero en Francia, y después en Alemania e Inglaterra, los poetas tejieron cuentos de aventuras maravillosas que tenían lugar en un pasado remoto y trataban de las proezas teñidas de magia de valientes caballeros, hermosas damiselas y reyes heroicos. Estos cuentos, que hoy se conocen como «romances medievales», eliminaron las asociaciones negativas de la magia con demonios y brujas. La palabra «magia» solía evitarse, y en su lugar los autores se referían a «maravillas», «asombros» y «encantamientos». Los héroes recibían espadas que otorgaban fuerza sobrehumana, platos que se llenaban solos, barcas y carros que no necesitaban piloto, y anillos que hacían a sus portadores invulnerables al fuego, a morir ahogados o a otras catástrofes. Aparecían también con mucha frecuencia las hadas y los monstruos de la mitología, y solía ser un hada la que daba al héroe justo lo que necesitaba para cumplir con su tarea. Las pociones, la adivinación astrológica, los conjuros y las hierbas medicinales eran también elementos imprescindibles en estas obras épicas. La magia «negra» seguía presente aún, con hechiceros y encantadoras malvados que aparecían de tanto en tanto, pero la mayoría de estos cuentos presentaban la magia bajo una luz positiva, y los lectores de entonces los encontraban tan entretenidos como los lectores de hoy día.

  Magia natural

  Durante los siglos XV y XVI, la magia disfrutó de un renovado respeto, debido al surgimiento de la magia natural, que no necesitaba de ayuda alguna por parte de demonios o seres sobrenaturales. La magia natural vino a ser una especie de ciencia en su momento, y se basaba en la creencia de que todo lo existente en la naturaleza (personas, plantas, animales, rocas y minerales) rebosa de fuerzas poderosas, pero ocultas, denominadas «virtudes ocultas». Por ejemplo, se creía que las piedras preciosas poseían el poder de curar la enfermedad, influir en el humor e incluso dar buena suerte. Las hierbas poseían virtudes ocultas que podían facilitar la curación, a veces con solo colgarlas encima del lecho del paciente. Incluso los colores y los números tenían poderes escondidos. Es más, todos los elementos de la naturaleza estaban conectados unos a otros de forma significativa, aunque oculta también. Los magos naturales, entre los cuales también había médicos, se plantearon el reto de desvelar dichas fuerzas y conexiones, y usarlas de manera beneficiosa.

  La magia natural enseñaba que las plantas y los animales que se parecen comparten las mismas propiedades mágicas.

  (Fuente de la imagen 57)

  Pero llegar a ser un buen mago natural no era tarea fácil; requería investigación, estudio y observación minuciosa de la naturaleza. A veces la «virtud oculta» de una sustancia se manifestaba en su aspecto. Por ejemplo, la hierba scorpio (denominada así por su parecido con un escorpión) demostró ser un remedio eficaz contra las mordeduras de serpiente. Y se creía que las plantas que se parecen a determinados animales compartían cualidades similares. Pero para el dominio de la magia natural era especialmente importante el estudio de la astrología, dado que se pensaba que muchas de las relaciones y propiedades ocultas en la naturaleza emanaban directamente de los planetas y las estrellas. La esmeralda, el cobre y el color verde, por ejemplo, compartían una serie de cualidades derivadas del planeta Venus. Sabiendo esto, el mago natural era capaz de usar dichos elementos en combinación, cuando se proponía afectar las áreas de la vida «gobernadas» por Venus, como la salud, la belleza y el amor. Se podía conseguir el efecto opuesto usando plomo, ónix y el color negro, ya que los gobernaba Saturno y se asociaban con la muerte y el abatimiento. Además, el practicante tenía que tener conocimientos amplios sobre anatomía y herbología, ya que uno de los objetivos más importantes de la magia natural era el de curar enfermedades, y una dolencia causada por la influencia de un planeta podía llegar a curarse con una hierba que estuviera regida por ese mismo planeta o, en algunos casos, por su contrario. El mago natural era una especie de brujo del mundo natural y un maestro de las combinaciones; mezclaba, emparejaba y explotaba las propiedades ocultas de la naturaleza para lograr resulta dos milagrosos y beneficiosos.

  Si en los siglos IX y X, una persona respetable habría evitado cualquier contacto con la magia, durante el renacimiento la magia natural era considerada un campo apropiado para el estudio por parte de intelectuales, médicos, religiosos y cualquiera que tuviera curiosidad científica. En realidad, los eruditos de la época se habrían sentido de maravilla en Hogwarts, donde muchos elementos de la magia natural (herbología, astrología, quiromancia, aritmomancia y la elaboración de horóscopos) forman parte del currículum escolar.

  Magia ritual

  Sin embargo, la posibilidad de invocar espíritus nunca llegó a olvidarse por completo. Entre los siglos XVI y XVIII aparecieron en toda Europa una serie de libros conocidos como «grimorios» (o Libros Negros), publicados en muchos idiomas. La mayoría eran de autor desconocido, pero se atribuían a fuentes antiquísimas (cuanto más viejo pareciera el libro, más sabiduría secreta se creía que contenía), como Moisés, Aristóteles, Noé, Alejandro Magno y, el más famoso de todos, el rey bíblico Salomón. En un principio se vendían y circulaban en secreto, ya que tener y usar uno de esos libros era considerado un crimen grave. En estos libros se enseñaban procedimientos que, supuestamente, servían para conjurar espíritus y demonios de épocas remotas.

  Los grimorios ofrecían recetas mágicas para todo lo imaginable: conseguir amor, riquezas, belleza, salud, felicidad y fama; derrotar, maldecir o matar al enemigo; emprender guerras, sanar al enfermo y enfermar al sano, volverse invisible, encontrar tesoros, volar, predecir el futuro y abrir candados sin necesidad de llaves. No es de extrañar que semejantes promesas hicieran muy populares estos libros, sobre todo durante el siglo XXVIII cuando era fácil conseguir ediciones baratas de algunos grimorios. Todo el mundo, desde estudiantes universitarios hasta clérigos, creyentes devotos o gente simplemente curiosa, seguían las instrucciones para ver qué pasaba.

  Dado que implicaban ceremonias y rituales complejos, los procedimientos que enseñaban los grimorios recibieron el nombre de magia ritual o magia ceremonial. En esencia, la magia ritual seguía los mismos pasos utilizados para convocar espíritus y dioses miles de años antes. En primer lugar, el mago dibujaba un gran círculo en el suelo, dentro del cual escribía palabras mágicas, nombres mágicos y símbolos como estrellas, triángulos y círculos. Entonces, entraba en el círculo (con lo cual quedaba protegido frente a los espíritus que convocaba), y pronunciaba los encantamientos que harían aparecer al demonio que le concedería sus deseos. Acto seguido, planteaba sus peticiones y luego enviaba al demonio a cumplir su misión. Esto, al menos, es lo que se suponía que ocurría.

  Una edición francesa del siglo XVII de Las clavículas de Salomón, el grimorio más famoso.

  (Fuente de la imagen 58)

  Pero antes de que este ritual pudiera ponerse en práctica, pasaban semanas e incluso meses de preparación. Según los muchos grimorios existentes, todo el aparato empleado durante la ceremonia (velas, perfumes, incienso, la espada utilizada para dibujar el círculo mágico y la varita mágica) tenía que ser totalmente nuevo. Y no se podía ir simplemente a comprarlo al callejón Diagon. Las velas ceremoniales tenían que ser moldeadas personalmente por el mago, usando cera de abejas que nunca antes hubieran fabricado cera. La varita mágica tenía que tallarse a partir de una rama de almendro, que había que cortar con un solo golpe de una espada nueva. Las tintas coloreadas que se usaban para dibujar los talismanes tenían que estar recién preparadas y había que conservarlas en un tintero nuevo,
y según el grimorio más conocido de todos, Las clavículas de Salomón, la pluma de ganso que se usaba para dibujar los talismanes, tenía que ser la tercera pluma del ala derecha de un ganso macho, cada paso del ritual tenía que hacerse según los principios de la astrología, bajo la influencia de los planetas apropiados y en el momento correcto del año. El mago también tenía que prepararse espiritualmente para la ceremonia, haciendo una dieta especial, ayuno, abluciones rituales y otras prácticas purificaderas.

  Un mago ritual del siglo XVI ordena a un demonio que cumpla sus designios. Se suponía que el círculo mágico protegía al mago de todo daño.

  (Fuente de la imagen 59)

  Pero, por supuesto, nada de todo esto era garantía de que fuera a ocurrir algo durante la ceremonia. En realidad, las instrucciones eran tan complicadas y específicas, y solían ser tan extrañas, que resultaba casi imposible realizarlas tal como se describían en el libro. Por eso, no es de extrañar que, a pesar de los repetidos ruegos, encantamientos y demostraciones de sinceridad, lo normal era que los espíritus no se manifestaran, salvo en la imaginación de algunos practicantes y escritores de grimorios. De todos modos, siempre había una explicación sencilla que justificara los fallos. Y es que, con tantos detalles, siempre había alguno que se pasaba por alto.

  La magia hoy

  La creencia en la magia empezó a declinar hacia mediados del siglo XVII, cuando la gente empezó a descubrir métodos más prácticos y eficaces para resolver problemas. La química moderna condujo a la elaboración de nuevos medicamentos que reemplazaron las curas realizadas según los principios de la herbología, la astrología y la magia natural. Con el surgimiento del pensamiento científico, las ideas sobre cómo funcionaba el mundo fueron sometidas a experimentación, y el poder de la magia, los conjuros, los amuletos y los talismanes fueron cuestionándose cada vez más.

  Hoy, la idea de obtener poderes extraordinarios recurriendo a los espíritus ha desaparecido en la mayor parte del mundo. Pero resulta cierto también que el mundo actual es más mágico que nunca. Cosas que en tiempos se consideraron imposibles, como volar o hablar con alguien desde la otra punta del planeta, son hoy actos corrientes. La ciencia moderna ha logrado los objetivos de la magia natural: descubrir y usar los poderes ocultos de la naturaleza. Y, si bien se han rebatido los principios de la astrología, resulta que, irónicamente, todas las virtudes ocultas de la naturaleza sí que proceden de las estrellas, ya que ahora sabemos que todos los elementos del mundo natural, incluidos nosotros mismos, tienen su origen en los materiales liberados por la explosión de soles. Así, igual que para los antiguos, el universo sigue siendo para nosotros un lugar asombroso, lleno de maravillas, posibilidades imposibles y magia.

  Las aventuras de Harry Potter y sus amigos han hecho las delicias de muchos lectores, igual que ocurrió en la Edad Media con los romances, aunque con la diferencia de que hoy son millones de personas quienes las leen. La magia de teatro es más popular que en cualquier otro momento de la historia. Tanto en forma de literatura como en las representaciones teatrales, la magia confirma nuestra intuición de que existe «otra realidad». Aunque la magia quizá ya no tenga sentido para nuestras mentes lógicas, sí encaja con nuestra parte creativa e intuitiva, que opera en la mente según una serie de reglas diferentes. El atractivo de la magia parece no tener nada que ver con si es algo «real» o no. La magia procede de la imaginación y la alimenta a su vez. Y a nosotros nos parece que eso siempre será así.

  Brujo. Bruja. Hechicero. Curandero. Encantadora. Conjurador. Encantador. Adivino. Son solo unas cuantas variantes de mago.

  Un mago es, simplemente, alguien que hace magia, ya sea magia «real» como la de Albus Dumbledore, o algo que solo parece ser mágico, como los conjuros que lanzaban las brujas o brujos de aldea, o las espectaculares fugas del mago de escena Harry Houdini.

  En casi todas las culturas del mundo se han contado fábulas sobre magos legendarios que podían elevarse por los aires, desaparecer o producir comida para un banquete a partir de la nada. Cada cultura posee también sus magos reales, históricos, que afirmaron tener poderes especiales y usaron una gran variedad de técnicas para ejecutar actos aparentemente mágicos. Aunque no podemos hacer aquí justicia a todos los magos del mundo, os ofrecemos a continuación algunos de los tipos básicos:

  El mago legendario

  La forma más pura de magia es la que practican los brujos y brujas de mitos, leyendas y cuentos de hadas, que pueden hacer prácticamente lo que se les antoje. Pueden volar, estar en dos sitios a la vez, aparecer y desaparecer, crear cualquier objeto que necesiten, cambiar de aspecto o transformar a otros, conversar con los animales, dar vida a objetos, predecir el futuro, curar enfermedades y viajar a través del tiempo. Algunos magos legendarios poseen grandes conocimientos acerca de pociones y conjuros, pero muchas veces no los necesitan, ya que casi siempre les basta con una palabra mágica y con agitar un poco la varita.

  Los cuentos sobre magos legendarios datan de hace miles de años. En el antiguo Egipto, donde los rituales mágicos formaban parte de la cultura cotidiana, las crónicas imaginativas sobre los poderes de los grandes brujos siempre hacían las delicias de los oyentes. En un cuento especialmente encantador, situado en la época del rey Keops (2600 a. C.), el mago Jajamanekh acude en ayuda de una joven a la que se le ha caído al agua la turquesa de su diadema mientras daba un paseo en barca en un lago cerca del palacio real. Con unas pocas palabras mágicas, Jajamanekh levanta limpiamente la mitad del lago, la apila encima de la otra mitad y recupera la gema, para la alegría de la joven dama. En la literatura de la antigua Grecia, donde los magos legendarios solían ser mujeres, la hechicera Circe y su sobrina Medea eran capaces de convertir a los hombres en bestias, devolver la juventud a los ancianos y adivinar el futuro. El poeta romano Virgilio nos habla del brujo Moeris, que puede trasladar los cultivos de un campo a otro, transformarse en hombre lobo y devolver la vida a los difuntos.

  Durante la Edad Media, los magos de leyenda más famosos se encontraban en las maravillosas fábulas que contaban las aventuras de valientes caballeros andantes, virtuosas doncellas y nobles reyes. Merlín, el consejero del rey Arturo, fue el más famoso de todos, conocido por su poder de convertir la noche en día, hacer aparecer ejércitos fantasmas, predecir el futuro y adoptar una gran variedad de formas humanas y animales. Los lectores de Orlando Furioso, una aventura épica italiana escrita en 1516, conocían otro grupo diferente de magos, hechiceros y encantadoras, que parecían enzarzados en una batalla sin fin por acaparar todo el poder mágico. En cierto episodio, el brujo Atlante echa un conjuro sobre el caballero Astolfo (jinete del célebre hipogrifo), haciendo que aparezca como una bestia, un gigante y un pájaro, todo a la vez, dependiendo de quién le esté mirando. Más adelante en esa misma historia, la encantadora Melissa se transforma en el doble de Atlante para rescatar al héroe del cuento, Rogero, ¡que a su vez se halla bajo al encantamiento de otro brujo más!

  Por supuesto, los lectores de hoy se quedan embelesados con un nuevo grupo de magos legendarios cuyos poderes no son menos maravillosos que los de los hechiceros de antaño. Igual que todo gran mago, los brujos modernos cuentan con el mismo poder de transformar y encantar, y no solo unos a otros, sino a nosotros también. Durante el año escolar, se los puede ver a todos en la misma dirección: el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

  El chamán

  El tipo de mago más antiguo de la historia es el hechicero de tribu, también conocido como hombre medicina o chamán. Los chamanes fueron los primeros doctores, sacerdotes y especialistas en lo sobrenatural. Su actividad data de hace treinta mil años por lo menos, y hoy día aún hay chamanes en activo en algunas culturas. En muchas sociedades tribales, el chamán ocupaba una posición de poder y prestigio que solo era superada por el jefe. Podía tratarse de un hombre o de una mujer, y sus enormes responsabilidades consistían en: sanación y adivinación; comunicación con el mundo de los espíritus; garantizar el abastecimiento de alimento a través de rituales de magia para la caza, la pesca y la fertilidad; encontrar objetos y
personas perdidos; localizar e identificar ladrones; proteger al pueblo y frustrar el ataque de los enemigos. Los chamanes fabricaban amuletos y talismanes, ejecutaban rituales y lanzaban conjuros, y conocían las propiedades medicinales de las hierbas, plantas y animales. También ejercían de guardianes de la sabiduría popular de la tribu, así como de sus tradiciones y mitología.

  Aunque podemos encontrar chamanismo en muchos lugares del mundo, en un principio se asoció con las culturas siberianas y esquimal. Este grabado del sigo XVIII muestra a un chamán del pueblo tungus de Siberia.

  (Fuente de la imagen 60)

  En ciertas culturas, el puesto del chamán era hereditario; en otras, era elegido por el predecesor en el cargo. De todos modos, lo habitual era que el chamán fuese una persona aparentemente normal y corriente, que recibía una «llamada» durante un sueño, visión u otra experiencia extraordinaria y rara. Entonces, se alejaba de la tribu para ir a vivir solo como un animal salvaje, a menudo durante semanas o meses, y aprendía a controlar sus dones. A menudo guardaba ayuno durante largos períodos. Según la tradición, lo que ocurría era que tenía un sueño o visión en que un espíritu guardián animal le daba instrucciones sobre su futuro, sus dones y su función en la comunidad. Entonces regresaba a la tribu y emprendía su nueva vida.

  Se creía que la mayor parte de los poderes del chamán procedían del reino invisible de los ancestros y de los espíritus animales, con los que contactaba entrando en trance. Las ceremonias chamanísticas formaban parte de la vida tribal, y consistían en cantos y danzas ejecutados por la comunidad, mientras se tocaban tambores y el propio chamán bailaba con frenesí, hasta que se salía del cuerpo para comunicarse con sus guías espirituales, y después volvía con valiosa información. Dependiendo de las culturas, el chamán podía llevar pieles de animal especiales para la ceremonia, o se ponía una máscara o unas cornamentas, se pintaba la cara y el cuerpo, o se envolvía en una capa de plumas simbolizando su «vuelo» al otro mundo.

 

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