by Robert Bly
saben que van al cieno de números y leyes,
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.
La luz es sepultada por cadenas y ruidos
en impúdico reto de ciencia sin raíces.
Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes
como recién salidas de un naufragio de sangre.
SUNRISE
The sunrise of New York
has four columns of filth
and a hurricane of black pigeons
that putter in the putrid waters.
The sunrise of New York groans
up the immense staircases
searching along the sharp edges
for etched spice-plants of anguish.
The sunrise arrives, and no one opens his mouth to receive it,
because neither tomorrow nor hope is possible here.
Only now and then mad swarms of nickels and dimes
sting and eat the abandoned children.
The first to leave their houses know in their bones
there’ll be no paradise and no love without leaves;
they know they are going to the filth of numbers and laws,
to the games anyone can play, and the work without fruit.
The light is already buried by chains and noises
in the ugly threat of science that has no roots.
Through the suburbs people who cannot sleep are staggering
as though recently rescued from a shipwreck of blood.
MUERTE
Para Rafael Sánchez Ventura
¡ Qué esfuerzo!
¡ Qué esfuerzo del caballo por ser perro!
¡ Qué esfuerzo del perro por ser golondrina!
¡ Qué esfuerzo de la golondrina por ser abeja!
¡ Qué esfuerzo de la abeja por ser caballo!
Y el caballo,
¡ qué flecha aguda exprime de la rosa!,
¡ qué rosa gris levanta de su belfo!
Y la rosa,
¡ qué rebaño de luces y alaridos
ata en el vivo azúcar de su tronco!
Y el azúcar,
¡ qué puñalitos sueña en su vigilia!;
y los puñales diminutos
¡ qué luna sin establos, qué desnudos,
piel eterna y rubor, andan buscando!
Y yo, por los aleros,
¡ qué serafín de llamas busco y soy!
Pero el arco de yeso,
¡ qué grande, qué invisible, qué diminuto!,
sin esfuerzo.
DEATH
For Rafael Sánchez Ventura
So much effort!
Effort the horse makes to be a dog!
Effort the dog makes to be a swallow!
Effort the swallow makes to be a bee!
Effort the bee makes to be a horse!
And the horse,
what a sharp arrow it presses out of the rose!
What a gray rose it lifts up from its teeth!
And the rose,
what a mob of lights and barks
it ties into the living sugar of its treetrunk!
As for the sugar,
what tiny daggers it dreams of while awake!
And the tiny daggers,
what a moon without mangers, what naked bodies—
with skin eternal and blushing—they look and look for!
And I, when I am on the roof,
what a pure seraphim of fire I want to be and I am!
But this plaster arch,
how immense it is, how invisible, how tiny,
no effort at all.
PAISAJE CON DOS TUMBAS Y UN PERRO ASIRIO
Amigo,
levántate para que oigas aullar
al perro asirio.
Las tres ninfas del cáncer han estado bailando,
hijo mío.
Trajeron, unas montañas de lacre rojo
y unas sábanas duras donde estaba el cáncer dormido.
El caballo tenía un ojo en el cuello
y la luna estaba en un cielo tan frío
que tuvo que desgarrarse su monte de Venus
y ahogar en sangre y ceniza los cementerios antiguos.
Amigo,
despierta, que los montes todavía no respiran
y las hierbas de mi corazón están en otro sitio.
No importa que estés lleno de agua de mar.
Yo amé mucho tiempo a un niño
que tenía una plumilla en la lengua
y vivimos cien años dentro de un cuchillo.
Despierta. Calla. Escucha. Incorpórate un poco.
En aullido
es una larga lengua morada que deja
hormigas de espanto y licor de lirios.
Ya viene hacia la roca. ¡ No alargues tus raíces!
Se acerca. Gime. No solloces en sueños, amigo.
¡ Amigo!
Levántate para que oigas aullar
al perro asirio.
LANDSCAPE WITH TWO GRAVES AND AN ASSYRIAN HOUND
Get up,
my friend, so you can hear the Assyrian
hound howling.
The three nymphs of cancer are already up and dancing,
my son.
They brought along mountains of red sealing-wax,
and some rough sheets that cancer slept on last night.
The neck of the horse had an eye
and the moon was up in a sky so cold
she had to rip up her own mound of Venus
and drown the ancient cemeteries in blood and ashes.
Friend,
wake up, for the hills are still not breathing,
and the grass in my heart has gone off somewhere.
It does not matter if you are full of sea-water.
I loved a child for a long time
who had a tiny feather on his tongue
and we lived a hundred years inside a knife.
Wake up. Say nothing. Listen. Sit up a little.
The howling
is a long and purple tongue leaving behind
ants of terror and lilies that make you drunk.
It’s coming near your stone now. Don’t stretch out your roots!
Nearer. It’s moaning. Don’t sob in your sleep, my friend.
My friend,
get up, so you can hear the Assyrian hound
howling.
PEQUENO POEMA INFINITO
Para Luis Cardoza y Aragón
Equivocar el camino
es llegar a la nieve
y llegar a la nieve
es pacer durante veinte siglos las hierbas de los cementerios.
Equivocar el camino
es llegar a la mujer,
la mujer que no teme la luz,
la mujer que mata dos gallos en un segundo,
la luz que no teme a los gallos
y los gallos que no saben cantar sobre la nieve.
Pero si la nieve se equivoca de corazón
puede llegar el viento Austro
y como el aire no hace caso de los gemidos
tendremos que pacer otra vez las hierbas de los cementerios.
Yo vi dos dolorosas espigas de cera
que enterraban un paisaje de volcanes
y vi dos niños locos que empujaban llorando las pupilas de un
asesino.
LITTLE INFINITE POEM
For Luis Cardoza y Aragón
To take the wrong road
is to arrive at the snow.
is to arrive at the snow
and to arrive at the snow
is to get down on all fours for twenty centuries and eat the
grasses of the cemeteries.
To take the wrong road
is to arrive at woman,
woman who isn’t afraid of light,
woman who murders two roosters in one second,
light which isn’t afraid of roosters,
and roosters who don’t know how to sing on top of the snow.
But if the snow truly takes the wrong road,
then it might meet the southern wind,
and since the air cares nothing for groans,
we will have to get down on all fours again and eat the grasses
of the cemeteries.
I saw two mournful wheatheads made of wax
burying a countryside of volcanoes;
and I saw two insane little boys who wept as they leaned on a
murderer’s eyeballs.
Pero el dos no ha sido nunca un número
porque es una angustia y su sombra,
porque es la guitarra donde el amor se desespera,
porque es la demostración de otro infinito que no es suyo
y es las murallas del muerto
y el castigo de la nueva resurrección sin finales.
Los muertos odian el número dos,
pero el número dos adormece a las mujeres
y como la mujer teme la luz
la luz tiembla delante de los gallos
y los gallos sólo saben volar sobre la nieve
tendremos que pacer sin descanso las hierbas de los cementerios.
10 de enero de 1930. New York.
But two has never been a number—
because it’s only an anguish and its shadow,
it’s only a guitar where love feels how hopeless it is,
it’s the proof of someone else’s infinity,
and the walls around a dead man,
and the scourging of a new resurrection that will never end.
Dead people hate the number two,
but the number two makes women drop off to sleep,
and since women are afraid of light,
light shudders when it has to face the roosters,
and since all roosters know is how to fly over the snow
we will have to get down on all fours and eat the grasses of
the cemeteries forever.
January 10, 1930. New York.
NEW YORK
(Oficina y denuncia)
A Fernando Vela
Debajo de las multiplicaciones
hay una gota de sangre de pato.
Debajo de las divisiones
hay una gota de sangre de marinero;
debajo de las sumas, un río de sangre tierna.
Un río que viene cantando
por los dormitorios de los arrabales,
y es plata, cemento o brisa
en el alba mentida de New York.
Existen las montañas. Lo sé.
Y los anteojos para la sabiduría.
Lo sé. Pero yo no he venido a ver el cielo.
Yo he venido para ver la turbia sangre.
La sangre que lleva las máquinas a las cataratas
y el espíritu a la lengua de la cobra.
Todos los días se matan en New York
cuatro millones de patos,
cinco millones de cerdos,
dos mil palomas para el gusto de los agonizantes,
un millón de vacas,
un millón de corderos
y dos millones de gallos,
que dejan los cielos hechos añicos.
Más vale sollozar afilando la navaja
o asesinar a los perros en las alucinantes cacerías,
que resistir en la madrugada
NEW YORK
(Office and Attack)
To Fernando Vela
Beneath all the statistics
there is a drop of duck’s blood.
Beneath all the columns
there is a drop of a sailors blood.
Beneath all the totals, a river of warm blood;
a river that goes singing
past the bedrooms of the suburbs,
and the river is silver, cement, or wind
in the lying daybreak of New York.
The mountains exist, I know that.
And the lenses ground for wisdom,
I know that. But I have not come to see the sky.
I have come to see the stormy blood,
the blood that sweeps the machines to the waterfalls,
and the spirit on to the cobra’s tongue.
Every day they kill in New York
ducks, four million,
pigs, five million,
pigeons, two thousand, for the enjoyment of dying men,
cows, one million,
lambs, one million,
roosters, two million
who turn the sky to small splinters.
You may as well sob filing a razor blade
or assassinate dogs in the hallucinated foxhunts,
as try to stop in the dawnlight
los interminables trenes de leche,
los interminables trenes de sangre,
y los trenes de rosas maniatadas
por los comerciantes de perfumes.
Los patos y las palomas,
y los cerdos y los corderos
ponen sus gotas de sangre
debajo de las multiplicaciones,
y los terribles alaridos de las vacas estrujadas
llenan de dolor el valle
donde el Hudson se emborracha con aceite.
Yo denuncio a toda la gente
que ignora la otra mitad,
la mitad irredimible
que levanta sus montes de cemento
donde laten los corazones
de los animalitos que se olvidan
y donde caeremos todos
en la última fiesta de los taladros.
Os escupo en la cara.
La otra mitad me escucha
devorando, orinando, volando en su pureza,
como los niños de las porterías
que llevan frágiles palitos
a los huecos donde se oxidan
las antenas de los insectos.
No es el infierno, es la calle.
No es la muerte, es la tienda de frutas.
Hay un mundo de ríos quebrados y distancias inasibles
en la patita de ese gato quebrada por el automóvil,
y yo oigo el canto de la lombriz
the endless trains carrying milk,
the endless trains carrying blood,
and the trains carrying roses in chains
for those in the field of perfume.
The ducks and the pigeons
and the hogs and the lambs
lay their drops of blood down
underneath all the statistics;
and the terrible bawling of the packed-in cattle
fills the valley with suffering
where the Hudson is getting drunk on its oil.
I attack all those persons
who know nothing of the other half,
the half who cannot be saved,
who raise their cement mountains
in which the hearts of the small
animals no one thinks of are beating,
and from which we will all fall
during the final holiday of the drills.
I spit in your face.
The other half hears me,
as they go on eating, urinating, flying in their purity
like the children of the janitors
who carry delicate sticks
to the holes where the antennas
of the insects are rusting.
This is not hell, it is a street.
This is not death, it is a fruit-stand.
There is a whole world of crushed rivers and unachievable
distances
in the paw of a cat crushed by a car,
and I hear the song of the worm
en el corazón de muchas niñas.
Oxido, fermento, tierra estremecida.
Tierra tú mismo que nadas por los números de la
oficina.
¿ Que voy a hacer? ¿ Ordenar los paisajes?
¿ Ordenar los amores que luego son fotografías,
que luego son pedazos de madera y bocanadas de sangre?
No, no, no, no; yo denuncio.
Yo denuncio la conjura
de estas desiertas ofi
cinas
que no ridian las agonías,
que borron los programas de la selva,
y me ofrezco a ser comido por las vacas estrujadas
cuando sus gritos llenan el valle
donde el Hudson se emborracha con aceite.
in the heart of so many girls.
Rust, rotting, trembling earth.
And you are earth, swimming through the figures of the office.
What shall I do, set my landscapes in order?
Set in place the lovers who will afterwards be photographs,
who will be bits of wood and mouthfuls of blood?
No, I won’t; I attack,
I attack the conspiring
of these empty offices
that will not broadcast the sufferings,
that rub out the plans of the forest,
and I offer myself to be eaten by the packed-up cattle
when their mooing fills the valley
where the Hudson is getting drunk on its oil.
SON DE NEGROS EN CUBA
Cuando llegue la luna llena
iré a Santiago de Cuba.
Iré a Santiago
en un coche de agua negra.
Iré a Santiago.
Cantarán los techos de palmera.
Iré a Santiago.
Cuando la palma quiere ser cigüeña,
iré a Santiago.
Y cuando quiere ser medusa el plátano,
iré a Santiago.
Con la rubia cabeza de Fonseca.
Iré a Santiago.
Y con la rosa de Romeo y Julieta
iré a Santiago.
¡ Oh Cuba! ¡ Oh ritmo de semillas secas!
Iré a Santiago.
¡ Oh cintura caliente y gota de madera!
Iré a Santiago.
¡ Arpa de troncos vivos. Caimán. Flor de tabaco!
Iré a Santiago.
Siempre he dicho yo iría a Santiago
en un coche de agua negra.
Iré a Santiago.
Brisa y alcohol en las ruedas,
iré a Santiago.
SONG OF THE CUBAN BLACKS
When the full moon comes
I’ll go to Santiago in Cuba.
I’ll go to Santiago
in a carriage of black water.
I’ll go to Santiago.
Palm-thatching will start to sing.
I’ll go to Santiago.
When the palm trees want to turn into storks,