¿Sabías que Hogwarts está en Escocia? ¿Y que Harry se convirtió en jefe de aurores con sólo veintisiete años?
J. K. Rowling no sólo ha escrito siete libros que describen al detalle el universo de Harry Potter, sino que ha concedido docenas de entrevistas que despejan todas las dudas sobre el mundo mágico que no resolvió la saga, desde las profesiones y descendencia de los protagonistas hasta los amores del anciano Albus Dumbledore.
Esta guía revela datos absolutamente fascinantes sobre la saga más leída de todos los tiempos.
Pablo C. Reyna
La guía secreta de Harry Potter
Todo lo que siempre quisiste saber
ePub r1.9
Rocy1991 27.10.14
Título original: La guía secreta de Harry Potter
Pablo C. Reyna, 2009
Editor digital: Rocy1991
ePub base r1.2
Cada noche, en un rincón del mundo, un lector se tapa con la manta, enciende la lámpara, abre Harry Potter y se sumerge en un universo gigantesco cuyas únicas fronteras las pone su imaginación. Dragones, quaffles y encantamientos, no sólo vemos lo que leemos, sino también lo que hay más allá de las palabras. Tras la publicación de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte son muchas las dudas que quedan en el aire, y es que pese a que Rowling cerró su saga en 2007, después de más de tres mil páginas de aventuras, para los fans hay punto y final.
Millones de lectores de todo el mundo desean con ansias una nueva entrega repleta de información de este maravilloso universo, pero lo que no saben es que durante los diez años que tardó la saga en publicarse la escritora reveló muchos más datos de los que contienen los libros. Quien leyó el epílogo querrá saber a qué se dedican Harry, Ron y Hermione, o con quién se casó Luna Lovegood. No sólo desearán conocer lo que aconteció después, sino también qué sucedió mientras el Niño Que Sobrevivió luchaba contra Voldemort, o incluso antes de que él naciese. La curiosidad de los lectores es insaciable.
¿Dónde termina el universo de un autor? ¿Lo hace donde terminan las páginas de sus libros o hasta donde alcanza la imaginación de los fans? J. K. Rowling no deja nada en el tintero y responde a miles de interrogantes que se repiten en los foros de Internet o su correo muggle. Ya lo dijo Steve Kloves, guionista de las películas: el mundo de Harry Potter es tan frondoso como las ramas de un árbol, pero que todavía es más grande todo lo que no vemos, sus raíces. Este libro no pretende describirte los ya publicados, ni contarte detalles que indudablemente conoces. No es una guía rápida de la saga de J. K. Rowling, sino todo lo contrario. Es un libro dedicado a los que ya conocen los siete libros al dedillo: además de los tres acompañantes, y que no se conforman con lo que leyeron en sus páginas. En este libro te invitamos a conocer el Otro Lado, esas raíces de las que habló una vez Steve Kloves, en un viaje que te mostrará todo lo que Harry no vio en su aventura. Nada de lo que aquí aparece está inventado, y todos los datos corresponden a decenas de entrevistas, chats o la web oficial de la escritora, además de la información que ella misma concedió a Warner Bros (productora de las películas) y Electronic Arts (desarrolladora de los videojuegos). Descubre también sus influencias y las ideas que descartó por el tortuoso camino de la edición. Por primera vez todos estos datos se plasman en papel, incluyendo comentarios y análisis que no dejarán títere con cabeza. Prepárate para conocer todo aquello que nunca creiste que averiguarías del universo de Harry Potter.
El cronista de Salem
Han corrido ríos de tinta sobre aquella mujer que escribió el primer título de la saga en servilletas, malviviendo en un piso escocés que no tenía calefacción. El mito ha superado a la realidad cuando la historia real, de por sí, ya merece un libro.
Rowling tiene unas técnicas de escritora muy particulares: planifica al detalle todo lo que va a escribir, creando tablas en las que cada fila es un capítulo y cada columna una trama argumental. En sus apuntes se pueden leer notas como «Harry + Cho», «Orden del Fénix» o todo lo que pueda tener desarrollo a lo largo de la historia: ella decide en qué momento avanza y con qué intensidad
La autora también se ayuda de dibujos, aunque sólo los hemos podido ver publicados en los libros anexos. Hoy en día guarda todos sus documentos en cajas, bien custodiadas en su caserío de Edimburgo (siempre y cuando los niños que visitan a sus hijos no intenten abrirlas, como ella ha advertido en más de una ocasión).
Es cierto que J. K. Rowling ideó la saga subida a un tren con ruta Manchester-Londres. Este medio de transporte tiene una gran importancia en la vida de la escritora porque sus padres se conocieron en la estación de King’s Cross y su segundo marido, Neil Murray, le pidió matrimonio a bordo del Orient Express. La escritora no dudó al crear aquel tren escarlata que viajaba del mundo mágico hasta las inmediaciones de Hogwarts. Ya sabemos cómo nació la saga, y para conocer los libros lo mejor es leerlos, ¿pero cuáles son los secretos que los envuelven?
Harry Potter y la Piedra Filosofal
Sí, Rowling era una madre soltera. Y sí, su economía no era nada holgada. Pero la prensa (sobre todo la sensacionalista) ha ido exagerando la historia, y si escribió el libro en cafeterías no era por necesidad, sino porque le gustaba (hoy en día, con una fortuna millonaria en el banco, sigue haciendo lo mismo).
Después de que muchas editoriales rechazasen el manuscrito, un discreto sello llamado Bloomsbury se hizo con los derechos. Estados Unidos no tardaría en hacerlo también, presionando a la escritora por una vía más comercial. ¡El libro estuvo a punto de titularse Harry Potter y la Escuela de Magia Rowling se resistió a las exigencias de los norteamericanos, aunque al final tuvo que resignarse a que cambiasen una palabra del título (por eso en Reino Unido se llama Philosopher’s Stone y en Estados Unidos Sorcerer’s Stone, lo que diez años después sigue provocando confusiones).
El deseo de Rowling era que el libro incluyese sus ilustraciones, pero ninguna editorial aceptó. Algunos dibujos, como el que realizó para el capítulo «Norberto», incluyen información reveladora sobre los dragones (incluyendo razas desconocidas, como el Bola de Fuego Catalán. ¿Sería el mismo al que mató san Jorge?). Quien sí se encargaría del arte interior sería Mary GrandPré, que ha realizado desde entonces cientos de ilustraciones de la saga. Ella, de hecho, fue la primera en usar el logo de Harry Potter, y por el que es mundialmente reconocido.
Escribir el primer libro no resultó nada fácil: con la hipoteca sobre los hombros y un bebé al que cuidar, aprovechaba cada minuto libre del día para teclear en su máquina de escribir. No se permitía ni fotocopias, de modo que todas las copias que envió a editoriales estaban mecanografiadas.
Del primer capítulo, «El niño que sobrevivió», existen diez versiones distintas. La versión definitiva nos muestra a Dumbledore, McGonagall y Hagrid abandonando al pequeño a su suerte, pero los otros borradores que escribió Rowling poco tenían que ver: en una versión se veía a Voldemort entrando en la casa del Valle de Godric para asesinar a los Potter, traicionados por un vecino muggle (el vecino sería más adelante sustituido por Colagusano); en otro borrador presenciábamos un encuentro de Sirius Black con un enigmático mortífago llamado Pyrites («Pirita», como el oro falso), que era un dandi en toda regla y que acababa manchándose de sangre sus impolutos guantes blancos en algún momento de la saga. Tampoco cuajó. Más sorprendente resulta la primerísima versión de este capítulo, en la que los Potter vivían en una remota isla (nada que ver con el Valle de Godric que conocemos en Las Reliquias de la Muerte) y después de escuchar algo parecido a una explosión, un muggle de la costa (casualmente, el padre de Hermione) se acercaba en barca para ayudar. Ni que decir que esto cambió por completo.
Comparado con el primero, el noveno capítulo («El duelo a media
noche») no tuvo complicación: Rowling lo escribió de una sola sentada, mientras su cuñado le servía cafés en el Nicholson’s de la ciudad. Sin embargo, tampoco es su capítulo favorito: es «El Espejo de Oesed», que le recuerda vivamente a su madre muerta. Anne Rowling no llegó a saber de la existencia del niño mago, falleciendo antes de la publicación. Por eso no es casualidad que su hija le dedicase el libro.
Harry Potter y la Cámara de los Secretos ¿La Cámara de los Secretos o La Cámara Secreta? El título en castellano todavía provoca debates, ya que la mayoría de los fans considera que es una mala traducción y por eso prefieren llamarlo por el nombre que Rowling decidió. El director de Salamandra, editorial que publica los libros en castellano, se defiende: «Se trató de aligerar un poco la dicción». Sin embargo, no es lo mismo una cámara que oculta secretos que una cámara secreta, así que esto es lo que se llama lost in translation..
Para rizar el rizo, el segundo de la saga estuvo a punto de tener otro título, precisamente el que sería más tarde el del sexto libro: Harry Potter y el Príncipe Mestizo. Cuando Rowling hizo esta revelación en 1998, un periodista de la cadena británica BBC confundió sus palabras y escribió «Half Loved Prince» en vez de «Half-Blood Prince», lo que provocó interesantísimos debates. ¿Quién era ese príncipe, y por qué era medio-amado? Nadie, hasta 2005, se preocupó de reparar el error.
Aunque no se mencionan hasta el penúltimo libro, La Cámara de los Secretos ya hace referencia implícita a los horcruxes, que serían pieza clave de la trama final. El diario de Tom Ryddle era uno de ellos, y la idea surgió precisamente de Di, la hermana de la escritora. Era una adicta a los diarios en la adolescencia, y Rowling cavilaba sobre la posibilidad de que tales intimidades llegasen a malas manos.
El nombre de Voldemort también cambió en la traducción, aunque eso tiene justificación: había que ajustarlo al anagrama, que es cuando del desorden de las letras de una palabra surge otra distinta. Por eso, si Tom Sorvolo Ryddle podía decir Soy Lord Voldemort, la versión original de Tom Marvolo Riddle se sustituía por I am Lord Voldemort. La versión española es muy parecida a la inglesa, pero otros idiomas no lo tuvieron tan fácil: el nombre del mago tenebroso cambia según el país, y mientras que los franceses le llaman Tom Elvis Jedusor (Elvis, has leído bien), los rumanos se refieren a él como Tomas Dorlent Cruplud. ¡Un nombre por cada idioma, y todavía hay quien se atreve a decir que es «El Innombrable»!
Harry Potter y el Prisionero de Azkaban
Algo debe de tener este libro para que con la saga completa siga siendo el favorito de un gran porcentaje de la comunidad fan. Rowling aprovechó el tercero para dar a conocer a los Merodeadores, aunque Sirius había tenido una mención fugaz en el primer libro (le prestó su moto a Hagrid, aunque volvería a cambiar de dueño en varias ocasiones). La intrépida pandilla de estudiantes quedó borrada en la adaptación cinematográfica, en la que no se mencionó a Canuto, Cornamenta, Lunático y Colagusano, pero la escritora le quita importancia al asunto: «Era imposible incluir cada trama de mi historia en una película de menos de ocho horas».
Una de las escenas más admiradas por los fans es la del giratiempos, tan bien construida, pero que provocaría tantos problemas a la escritora en los libros siguientes. ¿Por qué Harry no usaba el giratiempos para salvar a sus padres? ¿Y a Cedric? Con tantos interrogantes, no es de extrañar que Rowling terminase con todos los relojes en el quinto libro.
Harry Potter y el Cáliz de Fuego
Y con él, llegó el fenómeno. El cuarto de Harry Potter no sólo significó el ecuador de la saga: también el reconocimiento mundial e inicio de una andadura que no ha parado hasta nuestros días.
Aunque el libro llegó a las tiendas británicas en el año 2000, su proceso de creación llevó mucho más tiempo. La planificación ya estaba hecha desde años atrás, durante el embarazo de su primogénita, y no le resultó fácil pasar todas sus ideas a papel en los doce meses que contaban desde el lanzamiento del tercer libro. El capítulo nueve, de hecho, lo repitió más de una docena de veces. ¿No tendría que ver con que se titulase «La Marca Tenebrosa», símbolo de desastre entre los magos? A punto estuvo de dejarlo en blanco, informando de que el cuarto libro no tenía noveno capítulo por bloqueo de la autora, e interiormente lo llamaba «El Capítulo de la Maldición».
La censura también ha hecho mella en la saga, y es la razón por la que Ron Weasley nunca dice palabrotas (según Rowling, su editora británica se lo prohibió tajantemente). La escena del ajedrez gigante del primer libro pretendía incluir un alfil sanguinario (el alfil es el obispo del tablero, y en inglés tienen el mismo nombre), pero la editorial Bloomsbury le sugirió que lo cambiase para no ofender a los lectores cristianos. Eso no evitó que Rowling resucitase la idea para El Cáliz de Fuego, donde el alfil de la Sala Común recupera su protagonismo.
Muchos critican la elección del título del libro, que Rowling eligió porque simbolizaba algo así como «la copa del destino». No es de extrañar que entre sus alternativas estuviese Harry Potter y el Torneo de los Tres Magos oHarry Potter y el Torneo del Hechizo Final, posiblemente más ajustados a la trama del libro.
El cuarto libro sufrió muchos cambios de edición, con personajes que iban y volvían. Tal es el caso de Mafalda, la prima Weasley, o Mopsy, la vecina de Hogsmeade amante de los perros. Se suponía que Sirius (u Hocicos) vivía con ella durante sus transformaciones, pero Rowling decidió suprimir a la bruja para que el padrino de Harry se ocultase en las cuevas de los alrededores. Incluso con el libro publicado, todavía quedaron detalles por modificar: la escena final, por ejemplo, contiene un error en su primera edición. Cuando las varitas de Harry y Voldemort producen el Finite Incantatem, el orden en que salen los fallecidos no es el correcto (primero tiene que aparecer Lily, después James: la edición española ya incluía la corrección). Lo más sorprendente de todo es que el error no fue de la escritora, que lo escribió bien en su primer borrador, sino de su editora: ésta la convenció del fallo y Rowling, sin revisarlo, hizo la modificación.
Harry Potter y la Orden del Fénix
Acostumbrados a un libro por año, el quinto significó tres veranos de espera. Rowling quería vacaciones, y se las merecía, aunque el resultado fue una novela todavía más extensa que la anterior.
Con el fenómeno fan extendido por todo el planeta, la escritora cometió la imprudencia de revelar el título del libro mucho antes de su publicación durante una entrevista de televisión. Varias personas corrieron a registrarlo, incluyendo los dominios de Internet, y los abogados de Rowling tuvieron que trabajar duro para adelantarse a todos los demás. Desde entonces, la agencia literaria Christopher Little le prohibió anunciar títulos de libros sin consentimiento propio, después de la mala experiencia del quinto.
Gracias a varios borradores publicados en la página web JKRowling.com, conocemos secretos de la planificación del quinto libro. Por ejemplo, que la Orden del Fénix se refería en realidad al grupo de estudiantes organizados por Harry, y el Ejército de Dumbledore eran los adultos que luchaban contra los mortífagos. ¡No fue hasta muy tarde cuando Rowling cambió de idea! El profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras no iba a ser Umbridge, si no un tal Oakden Hernshaw, y lo más sorprendente de todo: Nagini no dejaba herido al señor Weasley, ¡le mataba!
El quinto libro nunca ha levantado pasiones entre los fans, quizá porque no responde demasiados interrogantes. El único personaje que logró la atención del público fue Luna Lovegood, ¿pero cuántos saben que ya se le menciona en el libro anterior, poco antes de los Mundiales de Quidditch? Una vez más, Rowling demuestra que lo tiene todo planeado.
Harry Potter y el Príncipe Mestizo
De nuevo hay discrepancias entre el título original y el título que escogió la editorial Salamandra: según su director, el término «mestizo» implica unas connotaciones racistas que poco tienen que ver con el universo de los magos (¿pero acaso no es ése el objetivo de los mortífagos?, ¿un término que implique inferioridad respecto a la pureza de sangre?), aunque en otras ocasiones se ha dicho que el cam
bio del título podría pretender combatir la piratería y las traducciones fans que ya se movían por la red desde días después de la publicación en inglés. Sea cual fuere, Rowling aceptó la alternativa de El misterio del príncipe y no hay nada más que hablar. Casualmente, horas antes de que el título se anunciase en la página web de la escritora, un hacker filtró en Internet imágenes que probaban supuestamente que el libro se llamaría Harry Potter y el Pilar de Storgé. La información llegó a los medios de medio mundo e incluso cuando Rowling salió a desmentirlo casi nadie la creyó, por las circunstancias de los acontecimientos. De hecho, algunos pensaban que El Príncipe Mestizo era otro título inventado para castigar al que inventó el de El Pilar de Storgé. La escritora se tomó tan a broma este asunto que hasta sugirió que el libro podría haberse titulado Harry Potter y la Uña de Pie de Icklibogg.
El libro comienza con una escena del Primer Ministro muggle con el Ministro de Magia, encuentro que la escritora estuvo a punto de incluir en los libros anteriores. Si el sexto libro transcurre entre 1996 y 1997, tal como confirman todas las líneas temporales, el Primer Ministro en las fechas en las que transcurre Harry Potter y el Príncipe Mestizo tenía que ser John Major, líder conservador que ocupaba el cargo en esas fechas. Sin embargo, es posible que Rowling tuviese en la cabeza otro Primer Ministro, el actual Gordon Brown, con quien comparte además una estrecha amistad. La relación de la autora con los políticos va aumentando con los años: se ha reunido con presidentes de gobierno de todo el mundo (Barack Obama, por ejemplo, reconoce que lee los libros a sus hijas) y éstos incluso le escriben para pedirle ejemplares firmados, como hizo Tony Blair mientras ocupó el mando de Reino Unido.
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