Poet in New York

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Poet in New York Page 10

by Frederico Garcia Lorca


  and as the air takes no notice of the moan

  we will have to graze again on cemetery grasses.

  I saw two pained stalks of wax

  that buried a landscape of volcanoes

  and I saw two crazy crying boys who pushed a murderer’s

  pupils.

  But two has never been a number

  because it is anguish and it is shadow,

  because it is a guitar where love despairs,

  because it is the proof of another infinity that isn’t its own

  and it is the walls of the dead man

  and the punishment of a new, unending resurrection.

  Los muertos odian el número dos,

  pero el número dos adormece a las mujeres

  y como la mujer teme la luz

  la luz tiembla delante de los gallos

  y los gallos solo saben volar sobre la nieve

  tendremos que pacer sin descanso las hierbas de los cementerios.

  New York, 10 de enero de 1930

  The dead hate the number two

  but the number two puts women to sleep

  and as woman fears light

  light trembles before the roosters

  and as roosters alone know how to fly over snow

  we will have to graze without rest on cemetery grasses.

  New York, January 10, 1930

  CRUCIFIXIÓN

  La luna pudo detenerse al fin por la curva blanquísima de los

  caballos.

  Un rayo de luz violenta que se escapaba de la herida

  proyectó en el cielo el instante de la circuncisión de un niño

  muerto.

  La sangre bajaba por el monte y los ángeles la buscaban,

  pero los cálices eran de viento y al fin llenaba los zapatos.

  Cojos perros fumaban sus pipas y un olor de cuero caliente

  ponía grises los labios redondos de los que vomitaban en las

  esquinas.

  Y llegaban largos alaridos por el Sur de la noche seca.

  Era que la luna quemaba con sus bujías el falo de los caballos.

  Un sastre especialista en púrpura

  había encerrado a tres santas mujeres

  y les enseñaba una calavera por los vidrios de la ventana.

  Las tres en el arrabal rodeaban a un camello blanco

  que lloraba porque al alba

  tenía que pasar sin remedio por el ojo de una aguja.

  ¡Oh cruz! ¡Oh clavos! ¡Oh espina!

  ¡Oh espina clavada en el hueso hasta que se oxiden los

  planetas!

  Como nadie volvía la cabeza, el cielo pudo desnudarse.

  Entonces se oyó la gran voz y los fariseos dijeron:

  Esa maldita vaca tiene las tetas llenas de leche.

  La muchedumbre cerraba las puertas

  y la lluvia bajaba por las calles decidida a mojar el corazón

  mientras la tarde se puso turbia de latidos y leñadores

  y la oscura ciudad agonizaba bajo el martillo de los carpinteros.

  CRUCIFIXION

  The moon could stop at last on the whitest curve of the horses.

  A ray of violent light escaped from the wound

  and projected on the sky the instant of a dead boy’s

  circumcision.

  Blood flowed down the mountain and the angels looked for it,

  but the chalices were wind and the blood finally filled the

  shoes.

  Lame dogs smoked their pipes and a smell of hot leather

  made gray the round lips of those who vomited on street

  corners.

  And from the South of the dry night long howls arrived.

  It was the moon with its candle burning the phalluses of horses.

  A tailor, specialist in purple,

  had shut away three saintly women

  and showed them a skull through the window glass.

  In the outskirts all three surrounded a white camel

  that wept because at dawn

  it had to pass through the eye of a needle.

  O cross! O nails! O thorn!

  O thorn nailed to bone until the planets rust!

  Since no one turned to look, the sky stripped naked.

  Then we heard the great voice and the Pharisees said:

  That damned cow has teats full of milk.

  The rabble shut the doors

  and the rain came down the street determined to soak the heart

  while the afternoon grew troubled with heartbeats and

  woodsmen

  and the dark city agonized under the hammer of carpenters.

  Esa maldita vaca

  tiene las tetas llenas de perdigones,

  dijeron los fariseos.

  Pero la sangre mojó sus pies y los espíritus inmundos

  estrellaban ampollas de laguna sobre las paredes del templo.

  Se supo el momento preciso de la salvación de nuestra vida.

  Porque la luna lavó con agua

  las quemaduras de los caballos

  y no la niña viva que callaron en la arena.

  Entonces salieron los fríos cantando sus canciones

  y las ranas encendieron sus lumbres en la doble orilla del río.

  Esa maldita vaca, maldita, maldita, maldita

  no nos dejará dormir, dijeron los fariseos,

  y se alejaron a sus casas por el tumulto de la calle

  dando empujones a los borrachos y escupiendo sal de los

  sacrificios

  mientras la sangre los seguía con un balido de cordero.

  Fue entonces

  y la tierra despertó arrojando temblorosos ríos de polilla.

  New York, 18 de octubre de 1929

  That damned cow

  has teats full of buckshot,

  the Pharisees said.

  But blood wet their feet and the lowly spirits

  burst lake blisters on the walls of the temple.

  We learned the precise moment of our lives’ salvation.

  Because the moon washed with water

  the burns of the horses

  and not the lively girl they silenced on the sand.

  Then the cold came singing its songs

  and the frogs lit their fires on the double shore of the river.

  That damned, damned cow

  won’t let us sleep, said the Pharisees,

  and they left for home through the tumult on the street,

  pushing aside drunks and spitting the salt of

  sacrifice

  while the blood pursued them bleating like a lamb.

  That was then

  and the earth awoke hurling tremulous rivers of moths.

  New York, October 18, 1929

  VIII

  Dos odas

  A mi editor, Armando Guibert

  VIII

  Two Odes

  To my editor, Armando Guibert

  GRITO HACIA ROMA

  (desde la torre del Chrysler Building)

  Manzanas levemente heridas

  por finos espadines de plata,

  nubes rasgadas por una mano de coral

  que lleva en el dorso una almendra de fuego,

  peces de arsénico como tiburones,

  tiburones como gotas de llanto para cegar una multitud,

  rosas que hieren

  y agujas instaladas en los caños de la sangre,

  mundos enemigos y amores cubiertos de gusanos

  caerán sobre ti. Caerán sobre la gran cúpula

  que untan de aceite las lenguas militares

  donde un hombre se orina en una deslumbrante paloma

  y escupe carbón machacado

  rodeado de miles de campanillas.

  Porque ya no hay quien reparta el pan ni el vino,

  ni quien cultive hierbas en la boca del muerto,

  ni quien abra los linos del reposo,

  ni quien llore por las heridas de los elefantes.

  No hay más que un millón de herreros

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bsp; forjando cadenas para los niños que han de venir.

  No hay más que un millón de carpinteros

  que hacen ataúdes sin cruz.

  No hay más que un gentío de lamentos

  que se abren las ropas en espera de la bala.

  El hombre que desprecia la paloma debía hablar,

  debía gritar desnudo entre las columnas,

  y ponerse una inyección para adquirir la lepra

  y llorar un llanto tan terrible

  que disolviera sus anillos y sus teléfonos de diamante.

  Pero el hombre vestido de blanco

  ignora el misterio de la espiga,

  CRY TOWARD ROME

  (From the Tower of the Chrysler Building)

  Apples slightly wounded

  by fine short swords of silver,

  clouds scraped by a hand of coral

  with an almond of fire on its back,

  arsenic fish like sharks,

  sharks like teardrops that blind the crowds,

  roses that wound

  and needles installed in the pipes of blood,

  enemy worlds and loves covered by worms

  will fall on you. They will fall on the great dome

  the military tongues coat with oil,

  where a man urinates on a dazzling dove

  and spits out ground coal

  surrounded by thousands of handbells.

  Because there is no one now to offer bread or wine

  or tend to the grass in the dead man’s mouth,

  no one to open the linens of repose

  or weep for wounded elephants.

  There are only a million iron workers

  forging chains for the children to come.

  There are only a million carpenters

  who make coffins without crosses.

  There is only a crowd of laments

  that undo their clothes and wait for a bullet.

  The man who despises the dove should speak,

  should scream naked among the columns,

  and inject himself with leprosy

  and cry a lament so horrible it might dissolve

  his rings and his diamond telephones.

  But the man in white

  ignores the mystery of the wheat stalk,

  ignora el gemido de la parturienta,

  ignora que Cristo puede dar agua todavía,

  ignora que la moneda quema el beso de prodigio

  y da la sangre del cordero al pico idiota del faisán.

  Los maestros enseñan a los niños

  una luz maravillosa que viene del monte;

  pero lo que llega es una reunión de cloacas

  donde gritan las oscuras ninfas del cólera.

  Los maestros señalan con devoción las enormes cúpulas

  sahumadas;

  pero debajo de las estatuas no hay amor,

  no hay amor bajo los ojos de cristal definitivo.

  El amor está en las carnes desgarradas por la sed,

  en la choza diminuta que lucha con la inundación;

  el amor está en los fosos donde luchan las sierpes del hambre,

  en el triste mar que mece los cadáveres de las gaviotas

  y en el oscurísimo beso punzante debajo de las almohadas.

  Pero el viejo de las manos traslúcidas

  dirá: amor, amor, amor,

  aclamado por millones de moribundos;

  dirá: amor, amor, amor,

  entre el tisú estremecido de ternura;

  dirá: paz, paz, paz,

  entre el tirite de cuchillos y melones de dinamita;

  dirá: amor, amor, amor,

  hasta que se le pongan de plata los labios.

  Mientras tanto, mientras tanto, ¡ay!, mientras tanto,

  los negros que sacan las escupideras,

  los muchachos que tiemblan bajo el terror pálido de los

  directores,

  las mujeres ahogadas en aceites minerales,

  la muchedumbre de martillo, de violín o de nube,

  ha de gritar aunque le estrellen los sesos en el muro,

  ignores the moan of the woman in labor,

  ignores that Christ can still give water,

  ignores that the coin burns the prodigal kiss,

  and he gives the lamb’s blood to the idiot beak of the pheasant.

  Teachers teach children

  of a marvelous light that comes from the mount

  but what comes is a gathering of sewers

  where the dark nymphs of cholera scream.

  The teachers point with devotion to the huge censered

  domes,

  but beneath the statues there is no love,

  no love inside the eyes of ultimate crystal.

  Love is in the flesh torn apart by thirst,

  love is in the small shack that struggles with floods;

  love is in the pits where the snakes of hunger struggle,

  in the sad sea that rocks the bodies of dead seagulls,

  and in the darkest piercing kiss under the pillows.

  But the old man with translucent hands

  will say: love, love,

  acclaimed by moribund millions;

  will say: love, love

  into the tissue shaken by tenderness;

  will say: peace, peace

  between the shivering knives and the dynamite melons;

  will say: love, love

  until his lips turn to silver.

  Meanwhile, meanwhile, meanwhile,

  the blacks who empty the spittoons,

  the boys who tremble before the pale terror of

  managers,

  the women drowned in mineral oils,

  the masses of hammer, violin, or cloud,

  must cry although their brains are smashed against the wall,

  ha de gritar frente a las cúpulas,

  ha de gritar loca de fuego,

  ha de gritar loca de nieve,

  ha de gritar con la cabeza llena de excremento,

  ha de gritar como todas las noches juntas,

  ha de gritar con voz tan desgarrada

  hasta que las ciudades tiemblen como niñas

  y rompan las prisiones del aceite y la música,

  porque queremos el pan nuestro de cada día,

  flor de aliso y perenne ternura desgranada,

  porque queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra

  que da sus frutos para todos.

  must cry before the domes,

  must cry maddened by fire,

  must cry maddened by snow,

  must cry with their head full of excrement,

  must cry like all the nights together,

  must cry in a voice so broken

  the cities will tremble like girls

  and break the prisons of oil and music,

  because we want our daily bread,

  alder flowers and perennial threshed tenderness,

  because we want the Earth’s will be done

  to give its fruits to all.

  ODA A WALT WHITMAN

  Por el East River y el Bronx

  los muchachos cantaban enseñando sus cinturas,

  con la rueda, el aceite, el cuero y el martillo.

  Noventa mil mineros sacaban la plata de las rocas

  y los niños dibujaban escaleras y perspectivas.

  Pero ninguno se dormía,

  ninguno quería ser el río,

  ninguno amaba las hojas grandes,

  ninguno la lengua azul de la playa.

  Por el East River y el Queensborough

  los muchachos luchaban con la industria,

  y los judíos vendían al fauno del río

  la rosa de la circuncisión

  y el cielo desembocaba por los puentes y los tejados

  manadas de bisontes empujadas por el viento.

  Pero ninguno se detenía,

  ninguno quería ser nube,

  ninguno buscaba los helechos

  ni la rueda amarilla del tamboril.

  Cuan
do la luna salga

  las poleas rodarán para turbar el cielo;

  un límite de agujas cercará la memoria

  y los ataúdes se llevarán a los que no trabajan.

  Nueva York de cieno,

  Nueva York de alambre y de muerte.

  ¿Qué ángel llevas oculto en la mejilla?

  ¿Qué voz perfecta dirá las verdades del trigo?

  ¿Quién el sueño terrible de tus anémonas manchadas?

  ODE TO WALT WHITMAN

  By the East River and the Bronx

  the young men sang, baring their waists

  with the wheel, the oil, the hide, and the hammer.

  Ninety thousand miners mined silver from the rocks

  and the children drew stairwells and perspectives.

  But none fell asleep,

  none wished to be the river,

  none loved the large leaves

  or the beach’s blue tongue.

  By the East River and the Queensboro

  the young men wrestled with industry

  and the Jews sold the rose of circumcision

  to the faun of the river

  and the sky spilled over bridges and rooftops

  herds of buffalo pushed by the wind.

  But none stopped,

  none wished to be a cloud,

  none looked for ferns

  or the yellow wheel of the drum.

  When the moon rises

  the pulleys will turn to trouble the sky;

  a border of needles will circle memory

  and coffins will carry off those who don’t work.

  New York of filth,

  New York of wires and death.

  What angel do you carry hidden in your cheek?

  What perfect voice will speak the truths of wheat?

  Who the terrible dreams of your stained anemones?

  Ni un solo momento, viejo hermoso Walt Whitman,

  he dejado de ver tu barba llena de mariposas,

  ni tus hombros de pana gastados por la luna,

  ni tus muslos de Apolo virginal,

  ni tu voz como una columna de ceniza;

  anciano hermoso como la niebla

  que gemías igual que un pájaro

  con el sexo atravesado por una aguja,

  enemigo del sátiro,

  enemigo de la vid

  y amante de los cuerpos bajo la burda tela.

  Ni un solo momento, hermosura viril

  que en montes de carbón, anuncios y ferrocarriles,

  soñabas ser un río y dormir como un río

  con aquel camarada que pondría en tu pecho

  un pequeño dolor de ignorante leopardo.

  Ni un solo momento, Adán de sangre, macho,

  hombre solo en el mar, viejo hermoso Walt Whitman,

 

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