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Doña Perfecta (?????????)

Page 21

by Benito Pérez Galdós


  XXIII

  =Misterio=

  Despues de lo que hemos referido, duro mucho la conferencia; pero omitimos lo restante por no ser indispensable para la buena inteligencia de esta relacion. Retiraronse al[20] fin, quedando para lo ultimo, como de costumbre, el Sr. D. Inocencio. No habian tenido tiempo aun la senora y el canonigo para cambiar dos palabras, cuando entro en el comedor una criada de edad y mucha confianza, que era el brazo derecho de dona Perfecta, y como esta la viera[25] inquieta y turbada, llenose tambien de turbacion, sospechando que algo malo en la casa ocurria.

  --No encuentro a la senorita por ninguna parte--dijo la criada, respondiendo a las preguntas de la senora.

  --iJesus! iRosario!... ?donde esta mi hija?

  --iValgame la Virgen del Socorro!--grito el 169 Penitenciario, tomando el sombrero y disponiendose a correr tras la senora.

  --Buscadla bien.... ?Pero no estaba contigo en su[5] cuarto?

  --Si, senora--repuso temblando la criada vieja;--pero el demonio me tento y me quede dormida.

  --iMaldito sea tu sueno!... iJesus mio!... ?que es esto? iRosario, Rosario.... Librada!

  [10] Subieron, bajaron, tornaron a bajar y a subir, llevando luz y registrando todas las piezas. Por ultimo oyose la voz del Penitenciario en la escalera, que decia con jubilo:

  --Aqui esta, aqui esta. Ya parecio.

  Un instante despues madre e hija se encontraban la una[15] frente a la otra en la galeria.

  --?Donde estabas?--pregunto con severo acento dona Perfecta, examinando el rostro de su hija.

  --En la huerta--repuso la nina mas muerta que viva.

  --?En la huerta a estas horas? iRosario!...

  [20] --Tenia calor, me asome a la ventana, se me cayo el panuelo y baje a buscarlo.

  --?Por que no dijiste a Librada que te lo alcanzase?... iLibrada!... ?Donde esta esa muchacha? ?Se ha dormido tambien?

  [25] Librada aparecio al fin. Su semblante palido indicaba la consternacion y el recelo del delincuente.

  --?Que es esto? ?Donde estabas?--pregunto con terrible enojo la dama.

  --Pues, senora... baje a buscar la ropa que esta en[30] el cuarto de la calle... y me quede dormida.

  --Todas duermen aqui esta noche. Me parece que alguna no dormira en mi casa manana. Rosario, puedes retirarte.

  Comprendiendo que era indispensable proceder con prontitud y energia, la senora y el canonigo emprendieron sin tardanza sus investigaciones. Preguntas, amenazas, ruegos, 170 promesas, fueron empleadas con habilidad suma para inquirir la verdad de lo acontecido. No resulto ni sombra de culpabilidad en la criada anciana; pero Librada confeso de[5] plano entre lloros y suspiros todas sus bellaquerias, que sintetizaremos del modo siguiente:

  Poco despues de alojarse en la casa, el senor Pinzon empezo a hacer cocos a la senorita Rosario. Dio dinero a Librada, segun esta dice, para tenerla por mensajera de[10] recados y amorosas esquelas. La senorita no se mostro enojada, sino antes bien gozosa, y pasaron algunos dias de esta manera. Por ultimo, la sirvienta declara que aquella noche Rosario y el Sr. Pinzon habian concertado verse y hablarse en la ventana de la habitacion de este ultimo, que[15] da a la huerta. Confiaron su pensamiento a la doncella, quien ofrecio protegerlo mediante una cantidad que se le entregara en el acto. Segun lo convenido, el Pinzon debia salir de la casa a la hora de costumbre y volver ocultamente a las nueve, y entrar en su cuarto, del cual y de la casa[20] saldria tambien clandestinamente mas tarde, para volver sin tapujos a la hora avanzada de costumbre. De este modo no podria sospecharse de el. La Librada aguardo al Pinzon, el cual entro muy envuelto en su capote sin hablar palabra. Metiose en su cuarto a punto que la senorita[25] bajaba a la huerta. La Librada, mientras duro la entrevista, que no presencio, estuvo de centinela en la galeria para avisar a Pinzon cualquier peligro que ocurriese; y al cabo de una hora salio este como antes, muy bien cubierto con su capote y sin hablar una palabra. Concluida la[30] confesion, D. Inocencio pregunto a la desdichada:

  --?Estas segura de que el que entro y salio era el Sr. Pinzon?

  La reo no contesto nada, y sus facciones indicaban gran perplejidad.

  La senora se puso verde de ira. 171

  --?Tu le viste la cara?

  --?Pero quien podria ser sino el?--repuso la doncella.--Yo tengo la seguridad de que era el. Fue derecho a su[5] cuarto... conocia muy bien el camino.

  --Es raro--dijo el canonigo.--Viviendo en la casa no necesitaba emplear tales tapujos.... Podia haber pretextado una enfermedad y quedarse.... ?No es verdad, senora?

  [10] --Librada--exclamo esta con exaltacion de ira,--te juro por Dios que iras a presidio.

  Despues cruzo las manos, clavandose los dedos de la una en la otra con tanta fuerza, que casi se hizo sangre.

  --Sr. D. Inocencio--exclamo.--Muramos... no hay[15] mas remedio que morir.

  Despues rompio a llorar desconsolada.

  --Valor, senora mia--dijo el clerigo con acento patetico.--Mucho valor.... Ahora es preciso tenerlo grande. Esto requiere serenidad y gran corazon.

  [20] --El mio es inmenso--dijo entre sollozos la de Polentinos.

  --El mio es pequenito...--dijo el canonigo;--pero alla veremos.

 

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