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Doña Perfecta (?????????)

Page 22

by Benito Pérez Galdós


  XXIV

  =La confesion=

  Entre tanto Rosario, con el corazon hecho pedazos, sin[25] poder llorar, sin poder tener calma ni sosiego, traspasada por el frio acero de un dolor inmenso, con la mente pasando en veloz carrera del mundo a Dios y de Dios al mundo, aturdida y media loca, estaba a altas horas de la noche en su cuarto, puesta de hinojos, cruzadas las manos, con los[30] pies desnudos sobre el suelo, la ardiente sien apoyada en el borde del lecho, a obscuras, a solas, en silencio. Cuidaba 172 de no hacer el menor ruido, para no llamar la atencion de su mama, que dormia o aparentaba dormir en la habitacion inmediata. Elevo al cielo su exaltado pensamiento en esta[5] forma:

  --Senor, Dios mio, ?por que antes no sabia mentir y ahora se? ?Por que antes no sabia disimular y ahora disimulo? ?Soy una mujer infame?... Esto que siento y que a mi me pasa es la caida de las que no vuelven a[10] levantarse. ?He dejado de ser buena y honrada?... Yo no me conozco. ?Soy yo misma, o es otra la que esta en este sitio?... iQue de terribles cosas en tan pocos dias! iCuantas sensaciones diversas! iMi corazon esta consumido de tanto sentir!... Senor, Dios mio, ?oyes[15] mi voz, o estoy condenada a rezar eternamente sin ser oida?... Yo soy buena, nadie me convencera de que no soy buena. Amar, amar muchisimo, ?es acaso maldad?... Pero no... esto no es una ilusion, un engano. Soy mas mala que las peores mujeres de la tierra. Dentro de mi[20] una gran culebra me muerde y me envenena el corazon.... ?Que es esto que siento? ?Por que no me matas, Dios mio? ?Por que no me hundes para siempre en el Infierno?... Es espantoso, pero lo confieso, lo confieso a solas a Dios, que me oye, y lo confesare ante el sacerdote.[25] Aborrezco a mi madre. ?En que consiste esto? No puedo explicarmelo. El no me ha dicho una palabra en contra de mi madre. Yo no se como ha venido esto.... iQue mala soy! Los demonios se han apoderado de mi. Senor, ven en mi auxilio, porque no puedo con mis propias fuerzas[30] vencerme.... Un impulso terrible me arroja de esta casa. Quiero huir, quiero correr fuera de aqui. Si el no me lleva, me ire tras el arrastrandome por los caminos.... ?Que divina alegria es esta que dentro de mi pecho se confunde con tan amarga pena?... Senor, Dios padre mio, iluminame. Quiero amar tan solo. Yo no naci para este 173 rencor que me esta devorando. Yo no naci para disimular, ni para mentir, ni para enganar. Manana saldre a la calle, gritare en medio de ella, y a todo el que pase le dire: _amo,[5] aborrezco_.... Mi corazon se desahogara de esta manera.... ?Que dicha seria poder conciliario todo, amar y respetar a todo el mundo! La Virgen Santisima me favorezca.... Otra vez la idea terrible. No lo quiero pensar, y lo pienso. No lo quiero sentir, y lo siento. iAh! no[10] puedo enganarme sobre este particular. No puedo ni destruirlo ni atenuarlo... pero puedo confesarlo y lo confieso, diciendote: iSenor, que aborrezco a mi madre!

  Al fin se aletargo. En su inseguro sueno, la imaginacion le reproducia todo lo que habia hecho aquella noche,[15] desfigurandolo, sin alterarlo en su esencia. Oia el reloj de la catedral dando las nueve; veia con jubilo a la criada anciana, durmiendo con beatifico sueno, y salia del cuarto muy despacito para no hacer ruido; bajaba la escalera suavemente, que no movia un pie hasta no estar segura de[20] poder evitar el mas ligero ruido. Salia a la huerta, dando una vuelta por el cuarto de las criadas y la cocina; en la huerta deteniase un momento para mirar al cielo, que estaba negro y tachonado de estrellas. El viento callaba. Ningun viento interrumpia el hondo sosiego de la noche.[25] Parecia existir en ella una atencion fija y silenciosa, propia de ojos que miran sin pestanear y oidos que acechan en la expectativa de un gran suceso.... La noche observaba.

  Acercabase despues a la puerta vidriera del comedor, y miraba con cautela a cierta distancia, temiendo que la vieran[30] los de dentro. A la luz de la lampara del comedor veia a su madre de espaldas. El Penitenciario estaba a la derecha y su perfil se descomponia de un modo extrano; creciale la nariz, asemejandose al pico de un ave inverosimil, y toda su figura se tornaba en una recortada sombra, negra y espesa, con angulos aqui y alli, irrisoria, escueta y delgada. 174 Enfrente estaba Caballuco, mas semejante a un dragon que a un hombre. Rosario veia sus ojos verdes, como dos grandes linternas de convexos cristales. Aquel fulgor y la[5] imponente figura del animal le infundian miedo. El tio Licurgo y los otros tres se le presentaban como figuritas grotescas. Ella habia visto, en alguna parte, sin duda en los munecos de barro de las ferias, aquel reir estupido, aquellos semblantes toscos y aquel mirar lelo. El dragon[10] agitaba sus brazos, que en vez de accionar, daban vueltas como aspas de molino, y revolvia los globos verdes, tan semejantes a los fanales de una farmacia, de un lado para otro. Su mirar cegaba.... La conversacion parecia interesante. El Penitenciario agitaba las alas. Era una[15] presumida avecilla que queria volar y no podia. Su pico se alargaba y se retorcia. Erizabansele las plumas con sintomas de furor, y despues, recogiendose y aplacandose, escondia la pelada cabeza bajo el ala. Luego las figurillas de barro se agitaban queriendo ser personas, y Frasquito[20] Gonzalez se empenaba en pasar por hombre.

  Rosario sentia un pavor inexplicable en presencia de aquel amistoso concurso. Alejabase de la vidriera y seguia adelante paso a paso, mirando a todos lados por ver si era observada. Sin ver a nadie, creia que un millon de ojos se[25] fijaban en ella.... Pero sus temores y su vergueenza disipabanse de improviso. En la ventana del cuarto donde habitaba el Sr. Pinzon aparecia un hombre azul; brillaban en su cuerpo los botones como sartas de lucecillas. Ella se acercaba. En el mismo instante sentia que unos brazos[30] con galones la suspendian como una pluma, metiendola con rapido movimiento dentro de la pieza. Todo cambiaba. De subito sono un estampido, un golpe seco que estremecio la casa en sus cimientos. Ni uno ni otro supieron la causa de tal estrepito. Temblaban y callaban.

  Era el momento en que el dragon habia roto la mesa del 175 comedor.

 

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