The Poems of Octavio Paz
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helix of seventeen syllables drawn on the sea,
not by Bashō: by my eyes, the sun and the birds,
today, at about four, at the latitude of Mauritania.
A wave explodes: salt butterflies.
Metamorphosis into the identical. At this same moment,
Delhi and its red stones, its muddy river,
its white domes, its centuries in smithereens,
transform: weightless structures,
almost mental crystallizations. Dizziness,
vertigo high above a mirror. The garden sinks.
Now it is a name with no substance.
The signs are erased: I watch clarity
* * * *
El Balcón
Quieta
en mitad de la noche
no a la deriva de los siglos
no tendida clavada
como idea fija
en el centro de la incandescencia
Delhi Dos sílabas altas
rodeadas de arena e insomnio
En voz baja las digo
Nada se mueve
pero la hora crece se dilata
Es el verano
marejada que se derrama
Oigo la vibración del cielo bajo
sobre los llanos en letargo
Masas enormes cónclaves obscenos
nubes llenas de insectos
aplastan indecisos bultos enanos
(Mañana tendrán nombre
erguidos serán casas
mañana serán árboles)
Nada se mueve
La hora es más grande yo más solo
clavado en el centro del torbellino
Si extiendo la mano
un cuerpo fofo el aire
un ser promiscuo sin cara
Acodado al balcón veo
(No te apoyes,
si estás solo, contra la balaustrada,
dice el poeta chino)
No es la altura ni la noche y su luna
no son los infinitos a la vista
es la memoria y sus vértigos
Esto que veo esto que gira
son las acechanzas las trampas
detrás no hay nada
son las fechas y sus remolinos
(Trono de hueso trono del mediodía
aquella isla En su cantil leonado
por un instante vi la vida verdadera
Tenía la cara de la muerte
eran el mismo rostro disuelto
en el mismo mar centelleante)
Lo que viviste hoy te desvive
no estás allá aquí
estoy aquí en mi comienzo
No me reniego me sustento
Acodado al balcón veo
nubarrones y un pedazo de luna
lo que está aquí visible
casas gente lo real presente
vencido por la hora lo que está aquí
invisible mi horizonte
Si es un comienzo este comienzo
no principia conmigo con él comienzo
en él me perpetúo
Acodado al balcón
veo esta lejanía tan próxima
No sé cómo nombrarla
aunque la toco con el pensamiento
La noche que se va a pique
la ciudad como un monte caído
blancas luces azules amarillas
faros súbitos paredes de infamia
y los racimos terribles
las piñas de hombres y bestias por el suelo
y la maraña de sus sueños enlazados
Vieja Delhi fétida Delhi
callejas y plazuelas y mezquitas
como un cuerpo acuchillado
como un jardín enterrado
Desde hace siglos llueve polvo
tu manto son las tolvaneras
tu almohada un ladrillo roto
En una hoja de higuera
comes las sobras de tus dioses
tus templos son burdeles de incurables
estás cubierta de hormigas
corral desamparado mausoleo desmoronado
estás desnuda como un cadáver profanado
te arrancaron joyas y mortaja
Estabas cubierta de poemas
todo tu cuerpo era escritura
acuérdate recobra la palabra
eres hermosa sabes hablar cantar bailar
Delhi dos torres
plantadas en el llano dos sílabas altas
Yo las digo en voz baja
acodado al balcón clavado
no en el suelo en su vértigo
en el centro de la incandescencia
Estuve allá no sé adónde
Estoy aquí no sé es dónde
No la tierra el tiempo
en sus manos vacías me sostiene
Noche y luna movimientos de nubes
temblor de árboles estupor del espacio
infinito y violencia en el aire
polvo iracundo que despierta
encienden luces en el puerto aéreo
rumor de cantos por el Fuerte Rojo
Lejanías pasos de un peregrino son errante
sobre este frágil puente de palabras
La hora me levanta
hambre de encarnación padece el tiempo
Más allá de mí mismo
en algún lado aguardo mi llegada
El mausoleo de Humayún
Al debate de las avispas
la dialéctica de los monos
gorjeos de las estadísticas
opone (alta llama rosa
hecha de piedra y aire y pájaros
tiempo en reposo sobre el agua)
la arquitectura del silencio
En los jardines de los Lodi
A Claude Esteban
En el azul unánime
los domos de los mausoleos
—negros, reconcentrados, pensativos—
emitieron de pronto pájaros
El día en Udaipur
Blanco el palacio,
blanco en el lago negro.
Lingam y yoni.
Como la diosa al dios
tú me rodeas, noche.
Fresca terraza.
Eres inmensa, inmensa
a la medida.
Estrellas inhumanas.
Pero la hora es nuestra.
Caigo y me elevo,
ardo y me anego. ¿Sólo
tienes un cuerpo?
Pájaros sobre el agua,
alba sobre los párpados.
Ensimismados,
altos como la muerte,
brotan los mármoles.
Encallan los palacios,
blancura a la deriva.
Mujeres, niños
por los caminos: frutas
desparramadas.
¿Harapos o relámpagos?
Procesión en el llano.
Sonora y fresca
por brazos y tobillos
canta la plata.
Con un traje alquilado
el niño va a su boda.
La ropa limpia
tendida entre las piedras.
Mírala y calla.
En el islote chillan
monos de culo rojo.
Cuelga del muro,
obscuro sol en celo,
un avispero.
También mi frente es sol
de pensamientos negros.
Moscas y sangre.
En el patio de Kali
trisca un cabrito.
Del mismo plato comen
dioses, hombres y bestias.
 
; Sobre el dios pálido
la diosa negra baila,
decapitada.
Calor, hora rajada,
y esos mangos podridos . . .
Tu frente, el lago:
lisos, sin pensamientos.
Salta una trucha.
Luces sobre las aguas:
ánimas navegantes.
Ondulaciones:
ocre el llano—y la grieta . . .
Tu ropa al lado.
Sobre tu cuerpo en sombra
estoy como una lámpara.
Viva balanza:
los cuerpos enlazados
sobre el vacío.
El cielo nos aplasta,
el agua nos sostiene.
Abro los ojos:
nacieron muchos árboles
hoy por la noche.
Esto que he visto y digo,
el sol, blanco, lo borra.
El otro
Se inventó una cara. Detrás de ella
vivió, murió y resucitó
muchas veces. Su cara
hoy tiene las arrugas de esa cara.
Sus arrugas no tienen cara.
Epitafio de una vieja
La enterraron en la tumba familiar
y en las profundidades
tembló el polvo del que fue su marido.
Felicidad en Herat
A Carlos Pellicer
Vine aquí
como escribo estas líneas,
sin idea fija:
una mezquita azul y verde,
seis minaretes truncos,
dos o tres tumbas,
memorias de un poeta santo,
los nombres de Timur y su linaje.
Encontré al viento de los cien días.
Todas las noches las cubrió de arena,
acosó mi frente, me quemó los párpados.
La madrugada: dispersión de pájaros
y ese rumor de agua entre piedras
que son los pasos campesinos.
(Pero el agua sabía a polvo.)
Murmullos en el llano,
apariciones desapariciones,
ocres torbellinos
insubstanciales como mis pensamientos.
Vueltas y vueltas
en un cuarto de hotel o en las colinas:
la tierra un cementerio de camellos
y en mis cavilaciones siempre
los mismos rostros que se desmoronan.
¿El viento, el señor de las ruinas,
es mi único maestro?
Erosiones:
el menos crece más y más.
En la tumba del santo,
hondo en el árbol seco,
clavé un clavo, no,
como los otros, contra el mal de ojo:
contra mí mismo. (Algo dije:
palabras que se lleva el viento.)
Una tarde pactaron las alturas.
Sin cambiar de lugar caminaron los chopos.
Sol en los azulejos, súbitas primaveras.
En el Jardín de las Señoras
subí a la cúpula turquesa.
Minaretes tatuados de signos:
la escritura cúfica, más allá de la letra,
se volvió transparente.
No tuve la visión sin imágenes,
no vi girar las formas hasta desvanecerse
en claridad inmóvil,
el ser ya sin substancia del sufí.
No bebí plenitud en el vacío
ni vi las treinta y dos señales
del bodisatva cuerpo de diamante.
Vi un cielo azul y todos los azules,
del blanco al verde
todo el abanico de los álamos
y sobre el pino, más aire que pájaro,
el mirlo blanquinegro.
Vi al mundo reposar en sí mismo.
Vi las apariencias.
Y llamé a esa media hora:
Perfección de lo Finito.
Efectos del bautismo
El joven Hassan,
por casarse con una cristiana,
se bautizó. El cura,
como a un vikingo,
lo llamó Erik. Ahora
tiene dos nombres
y una sola mujer.
Prueba
Si el hombre es polvo
esos que andan por el llano
son hombres
Pueblo
Las piedras son tiempo El viento
siglos de viento Los árboles son tiempo
las gentes son piedras El viento
vuelve sobre sí mismo y se entierra
en el día de piedra
No hay agua pero brillan los ojos
Himachal Pradesh (1)
A Juan Liscano
Vi
al pie de los contrafuertes
la dispersión de los horizontes
(En un cráneo de caballo
una colmena de abejas atareadas)
Vi
el vértigo petrificado
el jardín suspendido de la asfixia
(Una mariposa atigrada
inmóvil sobre la punta de un aroma)
Vi
las montañas de los sabios
donde el viento destroza a las águilas
(Una niña y una vieja en los huesos
cargar fardos más grandes que estos montes)
Madrugada al raso
Los labios y las manos del viento
el corazón del agua un eucalipto
el campamento de las nubes
la vida que nace cada día
la muerte que nace cada vida
Froto mis párpados:
el cielo anda en la tierra
Intermitencias del oeste (3)
(México: Olimpiada de 1968)
A Dore y Adja Yunkers
La limpidez (quizá valga la pena
escribirlo sobre la limpieza
de esta hoja) no es límpida:
es una rabia (amarilla y negra
acumulación de bilis en español)
extendida sobre la página.
¿Por qué?La vergüenza es ira
vuelta contra uno mismo: si
una nación entera se avergüenza
es león que se agazapa
para saltar. (Los empleados
municipales lavan la sangre
en la Plaza de los Sacrificios.)
Mira ahora, manchada
antes de haber dicho algo
que valga la pena la limpidez.
Un anochecer
¿Qué la sostiene, entreabierta
claridad anochecida,
luz por los jardines suelta?
Todas las ramas, vencidas
por un agobio de pájaros,
hacia lo obscuro se inclinan.
Sobre las bardas—intactos:
todavía resplandores—
instantes ensimismados.
Para recibir la noche
se cambian las arboledas
en callados surtidores.
Cae un pájaro, la yerba
ensombrece, los confines
se borran, la cal es negra,
el mundo es menos creíble.
La exclamación
Quieto no en la rama
en el aire No en el aire
en el instante el colibrí
Lectura de John Cage
Leído desleído:
Music without measurements,
sounds passing through circumstances.
Dentro de mí los oigo pasar afuera,
fuera de mí los veo pasar conmigo.
Yo soy la circ
unstancia.
Música:
oigo adentro lo que veo afuera,
veo dentro lo que oigo fuera.
(No puedo oírme oír: Duchamp.) Soy
una arquitectura de sonidos
instantáneos sobre
un espacio que se desintegra. (Everything
we come across is to the point.) La música
inventa al silencio, la arquitectura
inventa al espacio. Fábricas de aire.
El silencio es el espacio de la música:
un espacio inextenso:
no hay silencio
salvo en la mente.
El silencio es una idea,
la idea fija de la música.
La música no es una idea: es movimiento,
sonidos caminando sobre el silencio.
(Not one sound fears the silence that extinguishes it.)
Silencio es música, música no es silencio.
El saber no es saber: recobrar la ignorancia,
saber del saber.
No es lo mismo
oír los pasos de esta tarde
entre los árboles y las casas que
ver la misma tarde ahora
entre los mismos árboles y casas después de leer
Silence:nirvana es samsara,
silencio es música.
(Let life obscure the difference between art and life.)
Música no es silencio: no es decir
lo que dice el silencio, es decir
lo que no dice.
Silencio no tiene sentido,
sentido no tiene silencio.
Sin ser oída la música se desliza entre ambos.
(Every something is an echo of nothing.)
En el silencio de mi cuarto el rumor de mi cuerpo:
inaudito. Un día oiré sus pensamientos.
La tarde
se ha detenido: no obstante—camina.
Mi cuerpo oye al cuerpo de mi mujer (a cable of sound)
y le responde: esto se llama música.
La música es real, el silencio es una idea.
John Cage es japonés y no es una idea:
es sol sobre nieve. Sol y nieve no son lo mismo:
el sol es nieve y la nieve es nieve o
el sol no es nieve ni la nieve es nieve
o John Cage no es americano
(U.S.A. is determined to keep the Free World free,
U.S.A. determined) o
John Cage es americano (that the U.S.A. may become
just another part of the world. No more, no less.)