Residence on Earth (New Directions Paperbook)
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Así, pues, como un vigía tornado insensible y ciego,
incrédulo y condenado a un doloroso acecho,
frente a la pared en que cada día del tiempo se une,
mis rostros diferentes se arriman y encadenan
como grandes flores pálidas y pesadas
tenazmente substituidas y difuntas.
SOMBER SYSTEM
From each of these days black as old irons,
and opened by the sun like great red oxen,
and scarcely sustained by air and by dreams,
and vanished irreparably and suddenly,
nothing has replaced my troubled origins,
and the unequal measures that circulate in my heart
are forged there by day and by night, solitarily,
and embrace unruly and mournful quantities.
Thus, then, like a lookout turned insensible and blind,
incredulous and condemned to a pitiful spying,
facing the wall at which each day of time unites,
my different faces gather and make chains
like great flowers pale and weighty
tenaciously replaced and dead.
ANGEL ADÓNICA
Hoy me he tendido junto a una joven pura
como a la orilla de un océano bianco,
como en el centro de una ardiente estrella
de lento espacio.
De su mirada largamente verde
la luz caía como un agua seca,
en transparentes y profundos círculos
de fresca fuerza.
Su pecho como un fuego de dos llamas
ardía en dos regiones levantado,
y en doble río llegaba a sus pies,
grandes y claros.
Un clima de oro maduraba apenas
las diurnas longitudes de su cuerpo
llenándolo de frutas extendidas
y oculto fuego.
ADONIC ANGELA
Today I stretched out next to a pure young woman
as if at the shore of a white ocean,
as if at the center of a burning star
of slow space.
From her lengthily green gaze
the light fell like dry water,
in transparent and deep circles
of fresh force.
Her bosom like a two-flamed fire
burned raised in two regions,
and in a double river reached
her large, clear feet.
A climate of gold scarcely ripened
the diurnal lengths of her body
filling it with extended fruits
and hidden fire.
SONATA Y DESTRUCCIONES
Después de mucho, después de vagas leguas,
confuso de dominios, incierto de territorios,
acompañado de pobres esperanzas
y compañías infieles y desconfiados sueños,
amo lo tenaz que aún sobrevive en mis ojos,
oigo en mi corazón mis pasos de jinete,
muerdo el fuego dormido y la sal arruinada,
y de noche, de atmósfera oscura y luto prófugo,
aquel que vela a la orilla de los campamentos,
el viajero armado de estériles resistencias,
detenido entre sombras que crecen y alas que tiemblan,
me siento ser, y mi brazo de piedra me defiende.
Hay entre ciencias de llanto un altar confuso,
y en mi sesión de atardeceres sin perfume,
en mis abandonados dormitorios donde habita la luna,
y arañas de mi propiedad, y destrucciones que me son queridas,
adoro mi propio ser perdido, mi substancia imperfecta,
mi golpe de plata y mi pérdida eterna.
Ardió la uva húmeda, y su agua funeral
aún vacila, aún reside,
y el patrimonio estéril, y el domicilio traidor.
Quién hizo ceremonia de cenizas?
Quién amó lo perdido, quién protegió lo último?
El hueso del padre, la madera del buque muerto,
y su propio final, su misma huida,
su fuerza triste, su dios miserable?
Acecho, pues, lo inanimado y lo doliente,
y el testimonio extraño que sostengo,
con eficiencia cruel y escrito en cenizas,
es la forma de olvido que prefiero,
el nombre que doy a la tierra, el valor de mis sueños,
la cantidad interminable que divido
con mis ojos de invierno, durante cada día de este mundo.
SONATA AND DESTRUCTIONS
After a good deal, after vague leagues,
confused about domains, uncertain about territories,
accompanied by faint hopes
and faithless companies and uneasy dreams,
I love the tenacity that still survives in my eyes,
I hear in my heart my horseman steps,
I bite the dormant fire and the ruined salt,
and at night, dark in atmosphere and fugitive mourning,
he who keeps vigil at the edge of camps,
the armed traveler of sterile resistances,
prisoner amid growing shadows and trembling wings,
I feel that I am he, and my arm of stone defends me.
There is among the sciences of weeping a confused altar,
and in my session of perfumeless twilights,
in my abandoned bedrooms where the moon dwells,
and inherited chandeliers, and destructions that are dear to me,
I adore my own lost being, my imperfect substance,
my silver set and my eternal loss.
The moist grape burned, and its funereal water
still wavers, still resides,
and the sterile patrimony, and the treacherous domicile.
Who made a ceremony of ashes?
Who loved the lost, who protected the last?
The bone of the father, the wood of the dead ship,
and its own ending, its very flight,
its sad force, its miserable god?
I spy, then, on the inanimate and the doleful,
and the strange testimony that I affirm,
with cruel efficiency and written in ashes,
is the form of oblivion that I prefer,
the name that I give to the earth, the value of my dreams,
the interminable quantity that I divide
with my winter eyes, during each day of this world.
II
LA NOCHE DEL SOLDADO
Yo hago la noche del soldado, el tiempo del hombre sin melancolía ní exterminio, del tipo tirado lejos por el océano y una ola, y que no sabe que el agua amarga lo ha separado y que envejece, paulatinamente y sin miedo, dedicado a lo normal de la vida, sin cataclismos, sin ausencias, viviendo dentro de su piel y de su traje, sinceramente oscuro. Así, pues, me veo con camaradas estúpidos y alegres, que fuman y escupen y hor-rendamente beben, y que de repente caen enfermos de muerte. Porque, dónde están la tía, la novia, la suegra, la cuñada del soldado? Tal vez de ostracismo o de malaria mueren, se ponen fríos, amarillos, y emigran a un astro de hielo, a un planeta fresco, a descansar, al fin, entre muchachas y frutas glaciales, y sus cadáveres, sus pobres cadáveres de fuego, irán custodiados por ángeles alabastrinos a dormír lejos de la llama y la ceniza.
Por cada día que cae, con su obligación vesperal de sucumbir, paseo, haciendo una guardia innecesaria, y paso entre mercaderes mahometanos, entre gentes que adoran la vaca y la cobra, paso yo, inadorable y común de rostro. Los meses no son inalterables, y a veces llueve: cae del calor del cielo una impregnación callada como el sudor, y sobre los grandes vegetales, sobre el lomo de las bestias feroces, a lo largo de cierto silencio, estas plumas húmedas se entretejen y alargan. Aguas de la noche, lágrimas del viento monzón, saliva salada caída como la espuma del caballo, y lenta de aumento, pobre de salpicadura, atónita de vuelo.
Ahora, dónde está esa curíosídad profesíonal, esa temura abati
da que sólo con su reposo abría brecha, esa conciencia resplandecientc cuyo destello me vestía de ultraazul? Voy respirando como hijo hasta el corazón de un método obligatorio, de una tenaz paciencia física, resultado de alimentos y edad acumulados cada día, despojado de mi vestuario de venganza y de mi piel de oro. Horas de una sola estación ruedan a mis pies, y un día de formas diurnas y nocturnas está casi siempre detenido sobre mí.
Entonces, de cuando en cuando, visito muchachas de ojos y caderas jóvenes, seres en cuyo peinado brilla una flor amarilla como el relámpago. Ellas llevan anillos en cada dedo del pie, y brazaletes, y ajorcas en los tobillos, y además, collares de color, collares que retiro y examino, porque yo quiero sorprenderme ante un cuerpo ininterrumpido y com-pacto, y no mitigar mi beso. Yo peso con mis brazos cada nueva estatua, y bebo su remedio vivo con sed masculina y en silencio. Tendido, mirando desde abajo la fugitiva criatura, trepando por su ser desnudo hasta su sonrisa: gigantesca y triangular hacia arriba, levantada en el aire por dos senos globales, fijos ante mis ojos como dos lámparas con luz de aceite bianco y dulces energías. Yo me encomiendo a su estrella morena, a su calidez de piel, e inmóvil bajo mi pecho como un adversario desgraciado, de miembros demasiado espesos y débiles, de ondulación indefensa: o bien girando sobre sí misma como una rueda pálida, dividida de aspas y dedos, rápida, profunda, circular, como una estrella en des-orden.
Ay, de cada noche que sucede, hay algo de brasa abandonada que se gasta sola, y cae envuelta en ruinas, en medio de cosas funerales. Yo asisto comúnmente a esos términos, cubierto de armas inútiles, lleno de objeciones destruidas. Guardo la ropa y los huesos levemente impregnados de esa materia seminocturna: es un polvo temporal que se me va uniendo, y el dios de la substitución vela a veces a mi lado, respirando tenazmente, levantando la espada.
II
THE NIGHT OF THE SOLDIER
I play the night of the soldier, the time of the man without melancholy or extermination, of the type cast far by the ocean and a wave, and who does not know that the bitter water has separated him and that he is growing old, gradually and without fear, dedicated to what is normal in life, without cataclysms, without absences, living inside his skin and his suit, sincerely obscure. So, then, I see myself with stupid and gay comrades, who smoke and spit and drink horribly, and who suddenly fall down deathly sick. Because, where are the aunt, the bride, the mother-in-law, the sister-in-law of the soldier? Perhaps they die of ostracism or malaria, they grow cold, yellow, and they emigrate to a star of ice, to a cool planet, to rest, at last, among girls and glacial fruits, and their corpses, their poor fiery corpses, will go guarded by alabaster angels to sleep far from the flame and the ash.
Through each day that falls, with its twilight obligation to succumb, I walk, performing an unnecessary watch, and I pass among Mohammedan merchants, among people who adore the cow and the cobra, I pass, unadorable and common-faced. The months are not unalterable, and at times it rains; from the heat of the sky falls an infusion as silent as sweat, and over the great vegetables, over the backs of the fierce beasts, along a certain silence, these moist feathers interweave and lengthen. Waters of the night, tears of the monsoon wind, salt saliva fallen like the horse’s spume, and slow to augment, poor in splash, astonished in flight.
Now, where is that professional curiosity, that abject tenderness that with its mere repose opened a breach, that resplendent conscience whose flash dressed me in ultrablue? I go breathing like a child to the heart of an obligatory way, of a tenacious physical patience, the result of food and age accumulated each day, stripped of my wardrobe of vengeance and of my golden skin. Hours of a single season roll at my feet, and a day of diurnal and nocturnal forms is almost always suspended over me.
Then, from time to time, I visit girls with young eyes and hips, beings in whose hair shines a flower yellow as the lightning. They wear rings on each toe, and bracelets, and bangles on their ankles, and besides, colored necklaces, necklaces that I remove and examine, because I want to discover myself before an uninterrupted and compact body, and not to mitigate my kiss. I weigh with my arms each new statue, and I drink its living remedy with masculine thirst and in silence. Stretched out, looking up at the fugitive creature, climbing up over her naked being to her smile; gigantic and triangular above, raised in the air by two global breasts, fixed before my eyes like two lamps with light of white oil and gentle energy. I commend myself to her dark star, to the warmth of her skin, and motionless beneath my chest like a fallen adversary, with members too thick and feeble, with defenseless undulation, or else revolving upon herself like a pale wheel, divided by crosspieces and fingers, rapid, profound, circular, like a disordered star.
Ah, of each night in succession there is something of abandoned coal that consumes itself and falls wrapped in ruins, in the midst of funereal things. I commonly attend those endings, covered with useless weapons, filled with destroyed objections. I watch over the clothes and the bones lightly impregnated with that seminocturnal material; it is a temporal dust that gradually collects on me, and the god of substitution keeps watch at times at my side, breathing tenaciously, raising his sword.
COMUNICACIONES DESMENTIDAS
Aquellos días extraviaron mi sentido profético, a mi casa entraban los coleccionistas de sellos, y emboscados, a altas horas de la estación, asalta-ban mis cartas, arrancaban de ellas besos frescos, besos sometidos a una larga residencia marina, y conjuros que protegían mi suerte con ciencia femenina y defensiva caligrafía.
Vivía al lado de otras casas, otras personas y árboles tendiendo a lo grandioso, pabellones de follaje pasional, raíces emergidas, palas vegetales, cocoteros directos, y, en medio de estas espumas verdes, pasaba con mi sombrero puntiagudo y un corazón por completo novelesco, con tranco pesado de esplendor, porque a medida que mis poderes se roían, y des-truidos en polvo buscaban simetría como los muertos en los cementerios, los lugares conocidos, las extensiones hasta esa hora despreciadas y los rostros que como plantas lentas brotaban en mi abandono, variaban a mi alrededor con terror y sigilo, como cantidades de hojas que un otoño súbito trastorna.
Loros, estrellas, y además el sol oficial y una brusca humedad hicieron uacer en mí un gusto ensimismado por la tierra y cuanta cosa la cubría, y una satisfacción de casa vieja por sus murciélagos, una delicadeza de mujer desnuda por sus uñas, dispusieron en mí como de armas débiles y tenaces de mis facultades vergonzosas, y la melancolía puso su estría en mi tejido, y la carta de amor, pálida de papel y temor, sustrajo su araña trémula que apenas teje y sin cesar desteje y teje. Naturalmente, de la luz lunar, de su circunstancial prolongación, y más aún, de su eje frío, que los pájaros (golondrinas, ocas) no pueden pisar ni en los delirios de la emi-gración, de su piel azul, lisa, delgada y sin alhajas, caí hacia el duelo, como quien cae herido de arma blanca. Yo soy sujeto de sangre especial, y esa substancia a la vez nocturna y marítima me hacia alterar y padecer, y esas aguas subcelestes degradaban mi energía y lo comercial de mi disposición.
De ese modo histórico mis huesos adquirieron gran preponderancia en mis intenciones: el reposo, las mansiones a la orilla del mar me atraían sin seguridad pero con destino, y una vez llegado al recinto, rodeado del coro mudo y más inmóvil, sometido a la hora postrera y sus perfumes, injusto con las geografías inexactas y partidario mortal del sillón de cemento, aguardo el tiempo militarmente, y con el florete de la aventura manchado de sangre olvidada.
CONTRADICTED COMMUNICATIONS
Those days led astray my prophetic sense, into my house entered the stamp collectors, and hidden, at all hours of the season, they assaulted my letters, tore from them fresh kisses, kisses subjected to a long maritime residence, and incantations that protected my luck with feminine science and defensive calligraphy.
I lived beside other houses, other persons, and trees tending to the grandiose, pavilions with passionate foliage, emerged roots, vegetal blades, straight coconut trees, and in the midst of these green foams, I would pass with my sharp-pointed hat and a heart
completely fictional, with a splendor-heavy stride, because in proportion as my powers eroded and, destroyed in dust, sought symmetry like the cemetery dead, the known places, the extensions scorned up to that hour and the faces that like slow plants sprouted in my abandonment, varied around me with terror and silence, like quantities of leaves overturned by a sudden autumn.
Parrots, stars, and in addition the official sun and a brusque dampness brought out in me a meditative taste for the earth and whatever covered it, and the satisfaction of an old house in its bats, a naked woman’s delicacy about her nails, arranged in me feeble and tenacious weapons of my shameful faculties, and melancholy put its stria in my web, and the love letter, pale-papered and fearful, removed its tremulous spider that scarcely weaves and ceaselessly unweaves and weaves. Naturally, from the lunar light, from its circumstantial prolongation, and still more, from its cold axis, which the birds (swallows, geese) cannot step on even in the deliriums of emigration, from its blue skin, smooth, thin, and without jewels, I fell toward mourning, as one who falls wounded by a sword. I am a fellow of special blood, and that substance at once nocturnal and maritime made me alter and suffer, and those subcelestial waters degraded my energy and the commercial part of my disposition.
In that historic way my bones acquired a great preponderance in my intentions: the repose, the mansions at the seashore attracted me without security but with destiny, and once arrived at the enclosure, surrounded by the mute and more motionless chorus, subjected to the final hour and its perfumes, unjust to inexact geographies and a mortal partisan of the cement armchair, I await time militarily and with the foil of the adventure stained with forgotten blood.
EL DESHABITADO